Sin nombre contemporáneo II: solo un señalamiento


La globalización se puede entender por la internacionalización de la división del trabajo, la era de la información por las revoluciones científico-técnicas, la postmodernidad o la hipermodernidad por el fraccionamiento y socialización de la división del trabajo manual e intelectual, y el postfordismo como etapa posterior al capitalismo monopolista, etc. (…) La peculiaridad de la relación entre globalización, era de la información, postmodernidad o hipermodernidad, y postfordismo (y que no era contemplada por Marx) está en contemplar la totalidad del trabajo social, incluyendo las formas del capitalismo. Si el aumento en la composición orgánica del capital implica un aumento de capital constante sobre el variable, y esto implica una continua revolución y adaptación técnica, y esto a su vez produce un crecimiento en el ejército de reserva y por lo tanto el crecimiento de los servicios, al mismo tiempo que se socializa precisamente la tecnología que permite nuevos tipos de servicios (el trabajo intelectual), y ese mismo aumento en la composición orgánica del capital implica una caída en la tasa de ganancia que produce como reacción una salida de los modelos “benefactores” y monopolistas en favor de modelos desregulados, etc, entonces todos esos procesos (globalización, era de la información, postmodernidad o hipermodernidad y postfordismo) están todos inter-relacionados de manera múltiple y dialéctica (muy en el sentido de Lefebvre) con la ley del valor, al mismo tiempo que representan la abolición de la ley del valor frente a nuestros ojos.

Y queremos relacionar esa elaboración con lo desarrollado hasta aquí.

Para eso es necesario, creo, recalcar la internacionalización de la división del trabajo (la cual se relacionaría con la ley del valor en la misma medida que los procesos que citamos arriba: la revolución cibernética permite una administración global de la economía, pero no es solo eso: sino que la caída de la tasa de ganancia obliga a la movilidad –permitida en parte por esa revolución cibernética- de los procesos de trabajo a lo largo del globo en búsqueda de una mayor acumulación, del mismo modo que provocan un crecimiento en el sector servicios, etc, tal y como lo reproducimos en la cita de arriba). Un ejemplo empírico nos puede ayudar a comprender el porqué: el PIB mide lo producido en cada nación, pero la aparición de la multinacional (y fenómenos como la tercerización por ejemplo) hacen cada vez más difícil equiparar el PIB con la productividad real de las distintas regiones. El PIB de un país puede producir acumulación para empresas que tienen un origen muy distinto del país donde se producen, y por lo tanto el crecimiento de EE.UU. (solo por decir un ejemplo) se puede medir solo teniendo en cuenta la ganancia producida por sus empresas en el exterior, así como descontando qué parte de su PIB realmente es una producción de ganancia para empresas extranjeras. Ni siquiera el cálculo de los flujos de Inversión Extranjera Directa como porcentaje del PIB ayudan necesariamente en este sentido, ya que las multinacionales operan en distintas ramas de producción, y porque operan en distintos países aun para una sola rama de producción (tercerización), lo cual obliga a un método comparativo mucho más complejo.

Es en un ejemplo como ese donde es posible corroborar la ‘mundialización de las finanzas’ (Chesnais) o la deterritorialización (Negri & Hardt) que efectivamente vivimos en la situación actual. Ya no es solo el comercio el que se globaliza, sino los procesos de trabajo completos por sí mismos; ya no se trata solo de consumir productos chinos mientras vivo en Latinoamérica trabajando para una empresa europea, sino de que la empresa china o europea puede estar produciendo directamente en mi país al mismo tiempo que mi país puede estar realizando inversiones directas en otras partes del mundo; no es solo la balanza comercial o los flujos financieros, sino la producción misma la que se mundializa.

Cualquier discusión acerca del neo-capitalismo (Mandel) o el post-fordismo (Harvey), como sucesores del capitalismo monopolista, tiene que tomar en cuenta este aspecto. No se trata simplemente de las revoluciones científico-técnicas permanentes, ni mucho menos solo de neo-liberalismo y de la reorganización (flexibilización) del trabajo. También es necesario poner en cuestión (a partir de la crítica de Kliman) la llamada financiarización de la economía, planteada entre otros por Harvey, Husson o Duménil & Levy, etc, lo cual implicaría que no se trata de la posición del capital bancario (lo cual es además una imprecisión en el uso del término financiero, ya que la definición de Hilferding abarca mucho más que la banca) con respecto a la economía, sino que los procesos actuales se deben a procesos productivos. Desde el análisis de sistemas-mundo hasta los discursos anti-financiarización y anti-capital-financiero (sin tampoco insinuar que sean inválidos o excluyentes, hay que recalcarlo), obvian la investigación empírica y trasladan el problema de las crisis del capitalismo (incluida la actual) al terreno de la circulación, lo cual se vuelve una miopía mucho más grande cuando la característica de nuestra época es precisamente la de la movilidad insólita ya no solo de los capitales-dinero o mercancía, sino del proceso de trabajo como tal.

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