El capital ya no existe: discusiones teóricas y empíricas

I

Se habla de globalización, de era de la información, de postmodernidad o hipermodernidad, de postfordismo, etc, pero se necesita una perspectiva más global de los procesos que han provocado esa actualidad. La globalización se puede entender por la internacionalización de la división del trabajo, la era de la información por las revoluciones científico-técnicas, la postmodernidad o la hipermodernidad por el fraccionamiento y socialización de la división del trabajo manual e intelectual, y el postfordismo como etapa posterior al capitalismo monopolista, etc. Pero faltan además la socialización en general como relación dialéctica con su monopolización (Luxemburgo), el debate acerca de la supuesta financiarización de la economía (que Kliman pone en duda), los efectos de la cultura sobre la economía (la economía no lo puede ser todo), la distribución de la riqueza (Piketty), etc. La totalidad marxista, lejos de tener su límite en los sistemas-mundo de Wallerstein y otros, se vuelve totalidad compleja y abierta a la incertidumbre, como en la lectura marcuseana.

Lo que nos interesa de esta discusión es que a través de la ley del valor marxista, podamos entender procesos ajenos a Marx (incluso si llegan a poner en duda dicha ley). El fraccionamiento creciente de la división del trabajo manual e intelectual, el crecimiento del sector servicios, la disolución de las grandes revoluciones científico-técnicas y la entrada en una situación de permanente transformación tecnológica (el neocapitalismo de Mandel), etc, sumado a lo que decíamos sobre la globalización, la era de la información, la postmodernidad o hipermodernidad y el postfordismo, todos pueden ligarse al aumento en la composición orgánica del capital sobre la cual se apoya (entre otras cosas) la ley del valor de Marx. Y todos, al mismo tiempo, son elementos no considerados por el propio Marx, para los cuales hay que hacer una nueva elaboración.

En nuestro primer ensayo hablábamos de un fenómeno que Marx no había contemplado: el desarrollo del trabajo intelectual entendido como servicios o como procesos de trabajo comerciales, etc. Ahora podemos avanzar un poco más en lo que ensayábamos ahí: si en efecto la eliminación de la brecha entre el trabajo manual e intelectual es un fenómeno completamente nuevo, está ligado al fraccionamiento de la división del trabajo social que ha llevado a la internacionalización de esa misma división del trabajo. Marx, en el tomo I, habla del fraccionamiento de la división del trabajo social como una de las características del desarrollo de la manufactura en su evolución hacia la industria fabril: a medida que se centraliza el proceso de trabajo a lo interno de cada unidad de producción, en la sociedad se fracciona la división del trabajo social entre productores independientes. Hoy podemos decir que el mismo proceso se ha llevado a cabo en los cambios tecnológicos industriales (sin que sean el centro de ninguna determinación técnica, sino simplemente como otra variable más dentro del complejo histórico) que han llevado a la mezcla de artesanía e industria. Ésta mezcla de artesanía e industria no es más que el fruto del paso de las tecnologías mecánicas y químicas a las tecnologías electro-magnéticas y de éstas a las cibernéticas, etc. No hay patrón alguno en cuanto a la sustancia física (en oposición a lo que cree McLuhan: energía eléctrica, magnética, mecánica, química, o movimiento, fuerza o trabajo mecánico, energético, etc, no son por sí mismos los que transforman la relación), sino simplemente al nivel del trabajo social: son evoluciones en la economía de bienes de consumo o del resto de ramas y sectores económicos, etc.

La peculiaridad de la relación entre globalización, era de la información, postmodernidad o hipermodernidad, y postfordismo (y que no era contemplada por Marx) está en contemplar la totalidad del trabajo social, incluyendo las formas del capitalismo. Si el aumento en la composición orgánica del capital implica un aumento de capital constante sobre el variable, y esto implica una continua revolución y adaptación técnica, y esto a su vez produce un crecimiento en el ejército de reserva y por lo tanto el crecimiento de los servicios, al mismo tiempo que se socializa precisamente la tecnología que permite nuevos tipos de servicios (el trabajo intelectual), y ese mismo aumento en la composición orgánica del capital implica una caída en la tasa de ganancia que produce como reacción una salida de los modelos “benefactores” y monopolistas en favor de modelos desregulados, etc, entonces todos esos procesos (globalización, era de la información, postmodernidad o hipermodernidad y postfordismo) están todos inter-relacionados de manera múltiple y dialéctica (muy en el sentido de Lefebvre) con la ley del valor, al mismo tiempo que representan la abolición de la ley del valor frente a nuestros ojos.


II

Empíricamente, el problema de la transformación del valor en precios es importante por dos razones: 1) restituye el concepto de valor de Marx, tanto en su forma como en su contenido, tanto en sus relaciones sociales (y no solo objetivas, como lo dice Katz) cualitativas como cuantitativas, disipando el argumento de que (la ley del valor) se trate simplemente de lógica hegeliana aplicada a la economía; y 2) ayuda a encaminar las distintas propuestas socio-económicas a salir del ámbito del equilibrio o de la oferta y la demanda (financiera o productiva) como modo exclusivo de reactivar la economía. Esto tiene consecuencias para las políticas neo-clásicas hasta las políticas neo-keynesianas que son hegemónicas en Costa Rica y en el resto del mundo: no se puede hablar de reactivación económica simplemente hablando de tasas de interés o devaluación/reevaluación cambiaria, etc (aunque es importante), si no se tiene en cuenta el proceso productivo, ni siquiera solo en términos de costos de producción, sino en términos de la relación entre capital variable y constante (conceptos con los que Marx desenmaraña su teoría del valor).

La suma de los precios de producción es igual a la suma de los valores, pero los precios de producción son los precios de costo más la ganancia, y la ganancia es el plusvalor comparado con el capital total. Es decir, implica transformaciones en el tiempo de trabajo, no solo en su magnitud, sino en la sustancia del valor (el trabajo abstracto) y la sustancia del trabajo (el trabajo concreto). O dicho de otro modo: hay una parte del valor que no tiene expresión en forma de precios, que es la plusvalía o el trabajo no retribuido al trabajador. El precio de costo se traslada al precio de mercado, etc, pero no hay forma de que el trabajo excedente se exprese en términos monetarios, precisamente porque es la no retribución (como costos de producción del capitalista) lo que genera ese valor. O todavía en otros términos: el precio de costo es distinto del capital desembolsado (ya que el capital constante no se consume en su totalidad), por lo que al terminar el proceso de trabajo el remanente de ganancia por encima del precio de costo con respecto al capital total desembolsado, produce un remanente que no es producido en la venta, sino en el proceso productivo mismo. El precio de costo (del input) se transfiere al precio de mercado (del output), pero hay una diferencia entre estos y el input "total" entendido como el capital total desembolsado (la suma del precio de costo más lo invertido de manera total en capital fijo). Puedo vender por debajo de lo invertido y por encima del precio de costo, y aun así generar una ganancia, lo completamente opuesto de  la teoría del alza arbitraria del precio por encima de sus costos generando la ganancia (tal y como lo enseñan centenares de libros de texto de economía). 

El valor de mercado del output menos inputs distintos del salario da un excedente que (en teoría) podría ser compuesto por el salario más el valor de mercado por encima del costo. Pero el precio de costo menos salarios más dicho excedente da como resultado el precio de mercado, lo cual es un contrasentido para esta posición, ya que el precio de costo incluye el salario como input. Si dicho excedente viniera de la venta (de una subida del precio de mercado sobre el precio de costo), entonces el precio de costo más el excedente, tendría que dar el precio de mercado. En vez de esto, suma dos veces el salario, más el excedente que produce la ganancia. Deja un remanente que sumado al resto de inputs es incluso superior a la ganancia real. Eso quiere decir que si el precio de costo menos salarios más ese excedente da como resultado el valor de mercado, es porque el excedente viene del proceso de producción, independientemente de la venta, de la competencia o de la circulación. Y en la medida que ya tomamos en cuenta los inputs distintos del salario, solo queda el trabajo como fuente de valor; y en la medida de que el excedente es igual al salario más un remanente, dicho remanente es el plusvalor del trabajo no retribuido contenido en la mercancía antes de su realización. El precio total es igual al valor total, pero esto solo es cierto sobre el precio de costo con relación a la ganancia (precios de producción), o lo que es lo mismo, con relación al capital total. Ya sabemos entonces que si el valor de mercado puede ser menor al capital total adelantado, eso quiere decir que la compra/venta no puede ser la generadora de la ganancia, y ahora sabemos que dentro del proceso de producción, los precios de costo tampoco determinan la producción de valor.

Es decir, que se oculta precisamente la relación entre capital constante y variable: la diferencia entre el trabajo necesario y excedente (la plusvalía). Todo lo que dicen los manuales de economía neo-clásicos acerca del precio de mercado formándose por una subida arbitraria (comercial) del precio con respeto a los precios de costo, queda demolida; pero también queda demolida la idea neo-ricardiana de que los precios del input y el output sean o equiparables (Sraffa), o que incluso sean los únicos determinantes con respecto al capital total desembolsado por el capitalista (Okishio), etc. El precio solo representa el valor (el tiempo de trabajo) en una constelación de factores productivos y reproductivos en la que las distintas magnitudes se vuelven proporciones (equivalencias o variables) de otras (sería interesante ver hasta qué punto el trabajo de Robert H. Langston antecede a la TSSI de Kliman y Freeman, por ejemplo, además de Husson y Carchedi).
No hay contradicción alguna entre el tomo I y el III: los únicos pasajes del tomo I donde se igualan los precios al valor son aquellos donde precisamente el capital constante no se contabiliza (en el capítulo 7), o se iguala la tasa de plusvalía donde se pretende aislar las diferencias en la explotación del trabajo (capítulo 9). Aun si no contabilizamos el resto del input (materias primas y capital constante), sigue existiendo un remanente entre el precio del output y el capital variable (y no una igualación, como dice Joan Robinson, por ejemplo), que solo puede venir (en la medida de que no contabilizamos ni las materias primas ni el capital constante usado) del trabajo no retribuido. Se mide la misma tasa de plusvalor, solo que una (tomo III) a través de la suma del output más el capital desembolsado en capital constante pero no utilizado (no todo el capital constante entra en el valor del output), menos el capital total desembolsado (de donde saldrá un remanente X), y en la otra (tomo I) a través de la resta de todo el capital constante y circulante utilizado (aislando así solo al trabajo como única fuente de valor, y por lo tanto, fundamentando la ley del valor en el tiempo de trabajo socialmente necesario), menos el capital variable (de donde saldrá el mismo remanente X). Y esto que aplica para cada capital individual, aplica también para el capital total o general de toda una sociedad (el capital global): la ganancia de este capital global se reparte de manera equitativa entre todos los capitales desde el punto de vista de su media, que es lo mismo que desde la media de todas las apropiaciones desiguales de ganancia y plusvalor de cada capital individual (de acuerdo a sus distintas composiciones orgánicas), es decir, cada uno de esos sus excedentes X que acabamos de mencionar. Esto se vuelve insoluble solo para quienes identifican el valor del tiempo de trabajo con el precio del trabajo (el salario en dinero), por lo que implica o negar la existencia del trabajo excedente (ganancia y plusvalía se identifican, pero no por el proceso de producción, sino por los precios agregados, etc), o negar la caída de la tasa de ganancia (existe la explotación, pero no hay diferencia alguna entre el precio de costo y de mercado con relación al capital total, y puedo simplemente medirlos de manera idéntica, etc). La (supuesta) inconsistencia entre el tomo I y III, o en el problema de la transformación del valor en precios, está completamente ligado a la (supuesta) inconsistencia con respecto a la caída de la tasa de ganancia: al hecho de que en la economía hegemónica el cálculo de la tasa de ganancia no solo asume los precios (o el dinero) como la medida del valor del tiempo de trabajo (‘fisicalismo’), sino que evita medir los costos históricos de esos precios calculando la tasa de ganancia a partir de costos de reposición (inversión bruta) a precios actuales (‘simultaneísmo’), o lo que es lo mismo, asumiendo la igualdad entre el precio del input y el output, etc.

Esto quiere decir que las distintas versiones ‘fisicalistas’ y ‘simultaneístas’ que denuncian Kliman y Freeman son en efecto reciclajes neo-ricardianos (desde los modelos input-output, hasta teóricos marxistas, como Duménil y Lévy o Shaikh, etc). No hay ningún precio idéntico al valor o tiempo de trabajo, sino solamente expresan de manera indirecta el valor, o como lo dice Mandel: tiene una identidad compuesta, tanto como expresión directa e indirecta del valor. Por eso pueden existir variaciones en el precio de costo o en el precio de mercado (y subir o bajar con respecto al precio medio) y producir plusvalores desiguales (mayores o menos ganancias) dependiendo de las relaciones de producción y reproducción de cada proceso, rama y sector dentro de la división del trabajo de toda la sociedad (dependiendo de la relación entre capital variable y constante). Si con más, menos o el mismo trabajo puedo producir más, menos o el mismo producto, el precio de costo oscilará del mismo modo que el precio de mercado, volviéndolo heterogéneo con respecto al valor real. Si el precio medio se obtiene de la competencia y la oferta/demanda, pero ésta nodetermina el valor que se produce, mejorar la demanda agregada o no, ya sea a través de una incentivación de la inversión (a través de bajas tasas de interés, por ejemplo) o a través de una modificación cambiaria de cualquier tipo (inflacionaria o no), por sí mismo no significa una reactivación económica: puede que mejore las ganancias de cierto sector de la economía en detrimento de otro, y que esto abra la posibilidad de un aumento de productividad (mayor empleo, salarios, y a su vez mayor demanda, etc), pero no necesariamente. Para eso tiene que haber un mayor gasto en capital variable, ya sea que implique mayor inversión en capacidad productiva o no, y para eso claro que tienen que existir las condiciones para que exista una mayor tasa (no masa) de retorno sobre la inversión total, pero es esto precisamente lo que no está sucediendo a nivel mundial.

Así, la oferta y la demanda, incluso agregada, dejan de ser las determinaciones últimas del valor (en oposición a las corrientes neo-clásicas y hasta cierto punto las neo-ricardianas -asumiendo que en efecto las teorías ricardianas destruyen a su modo el neo-clasicismo, al mismo tiempo que lo admiten en última instancia, muy en el modo que lo hace Ricardo con Smith-). Y además, medir la tasa de ganancia deja de depender del precio correcto (ya sean los precios corrientes del teorema de Okishio, los precios de costo de Sraffa, el precio directo de Shaikh o el retorno de inversión esperado de Duménil y Lévy), y se convierte en la necesidad de medir las variaciones en el valor a través de cambios históricos en los precios (la TSSI de Kliman y Freeman) que por su propia variación, demuestran tener cierto nivel de heterogeneidad con respecto al valor que producen (con respecto al trabajo socialmente necesario). El problema del precio y la medición de las magnitudes del valor es la razón por la que Kliman puede meter a todas estas variantes tan disímiles de economistas dentro del mismo problema empírico: el 'simultaneísmo' y el 'fisicalismo'. Y es necesario señalar una diferencia: Shaikh admite (teóricamente) la caída de la tasa de ganancia debido al aumento de la composición orgánica del capital, pero no admite (empíricamente) una caída sostenida o sin recuperación en la tasa de ganancia de los últimos 40 años. En cambio: Brenner admite (empíricamente) la caída de la tasa de ganancia, pero no acepta (teóricamente) que se deba a un aumento en la composición orgánica del capital, sino a la competencia inter-capitalista y factores de oferta y demanda agregadas, etc. Los únicos que sintetizan estas divergencias son Kliman y Freeman.

Ahora, si esta medida de la caída de la tasa de ganancia es correcta (aunque no la única válida), y demuestra la identidad y la divergencia dialéctica entre precio o forma del valor y su sustancia, entonces demuestra también la inter-dependencia relativa del valor con respecto a su forma. Significa no solo la verificación de la caída tendencial de la tasa de ganancia, sino que gracias a la discusión metodológica de Kliman y Freeman, queda claro que las variaciones contingentes en los precios (con las que toda la economía moderna lidia de manera pragmática) pueden tener límites determinados en la relación entre capital constante y variable (la relación capital-trabajo), y no simplemente en la oferta y la demanda social, etc. Esto en la práctica significa que incentivar la inversión no quiere decir necesariamente que la inversión se realice (sea a través de políticas financieras y cambiarias de cualquier tipo, como en el neo-keynesianismo): si actualmente se agiliza el acceso al crédito, se baja su precio y se devalúa la moneda, los sectores productivos bien podrían operar al mismo nivel de productividad (o sea, sin bajar el desempleo ni incentivar el poder adquisitivo del consumidor) y aprovechar las ganancias que les dejarían todas esas políticas (en oposición a los sectores bancarios y comerciales, dicho sea de paso). Ahora, es cierto que estas políticas son pre-condiciones mínimas para tan siquiera reactivar el empleo y la demanda, pero no son una solución automáticamente necesaria al problema. Se necesita algo más. Para algunos eso implicaría la intervención estatal en la economía, para otros implicaría un apoyo a las demandas del trabajo con respecto al capital, etc. Sea como sea, se muestra entonces la importancia empírica del valor entendida como relación entre capital constante y variable, ni siquiera solo al nivel de los costos de producción, sino del precio de producción (capital total).

A partir de esas pre-condiciones mínimas (bajas tasas de interés y política cambiaria, etc), los dos escenarios a los que se enfrenta la economía sin salir del capitalismo, son: 1) una mayor acumulación en la masa de ganancia en lo inmediato (e.j.: la famosa "recuperación" de EE.UU. e Inglaterra, por ejemplo), empujando todo el peso de la crisis sobre el trabajador consumidor, y poniendo en peligro la realización de plusvalor de las mercancías de los propios capitalistas al mediano-largo plazo (lo que implicaría deflación o estanflación, dependiendo de la posición financiera de la economía en el mundo, lo cual ya está sucediendo y podría conducir a algo peor), o 2) sacrificar la acumulación de ganancia (a lo inmediato), pero que permita a largo plazo contradecir (sin eliminar) la caída de la tasa de ganancia a través del aumento de la inversión en capital variable por sobre el constante, y por lo tanto entrar en un ciclo de aumento de productividad y demanda, etc. Esto ciertamente no resolvería las contradicciones ridículas del capital (produciría más inflación, obligaría a contener la monetarización, y esto a la necesidad de subutilizar las capacidades de producción, etc, lo cual es absurdo para un sistema que dice ser el 'mejor posible'), y por supuesto, requeriría un involucramiento político completamente distinto al que vivimos hoy (algo en lo que no voy a entrar a discutir), pero lograría mejorar las condiciones económicas en un plano más inmediato, no sistemático.




Referencias:
(además de las que ya están en el ensayo original)


Duménil, G. & Lévy, E.       Capital resurgent: roots of the neoliberal revolution
                                            The crisis of neoliberalism.
Freeman, A.                        Las causas de la crisis en EE.UU.
Godelier, M.                        Perspectives in marxist anthropology.
Harvey, D.                           A brief history of neoliberalism.
Katz, C.                               La actualidad de la teoría objetiva del valor.
Mandel, E., Freeman, A.     Ricardo, Marx, Sraffa.
Piketty. T.                            Capital in the twenty first century.
Resnick, S. & Wolff, R.D.   Economics: marxian versus neoclassical.
Sahlins, M.                          Stone age economics.
Shaikh, A.                            Valor, acumulación y crisis.
Wallerstein, E.                     World system analysis: an introduction.
                                            World system analysis: theory and methodology.

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