Sin nombre contemporáneo: avanzando sobre lo que hemos elaborado ya

I

Como el resto de marxistas y como el propio Marx, lo que se ha obviado es que la internacionalización de la división del trabajo es también el cierre de la brecha entre el trabajo manual e intelectual (que no es lo mismo que decir que el trabajador manual se convierte en trabajador intelectual –Poulantzas-), y que su relación con la ley del valor es la de una socialización que agudiza la contradicción entre relaciones de producción y reproducción, abriendo la posibilidad, cuando menos, para otra forma del capital, o para otra forma de acumulación (sea socialista –Preobrajenski- o de cualquier otro tipo). Esto se relaciona con el tema de cómo caracterizar la sociedad capitalista una vez que se ha cerrado el ciclo del capitalismo monopolista: las mejores versiones de todas son la de Mandel (neocapitalismo) y Harvey (post-fordismo). Pero en ambos casos, como parten del Marx clásico, no ven que hay una fisionomía social completamente distinta; que la forma del capital afecta el trabajo social abstracto del capital; etc.

El que el cierre de la brecha entre trabajo manual e intelectual se dé a través de una mezcla de artesanía e industria, solo lo pone de reflejo un fenómeno como el de la impresión 3D o la tecnología de interacción con objetos que tuvo origen en la India (y ya está viendo sus primeros artículos a la venta), lo cual revierte completamente las relaciones entre economía de bienes de consumo y servicios/comercio de carácter intelectuales (o entre ‘base’ y ‘superestructura’, en términos toscos) planteada por Mandel: él plantea que las revoluciones científico-técnicas se dan en la economía de bienes de consumo y solo tardíamente se trasladan a lo superestructural. El paso de la cibernética hacia una producción con objetos ‘manufacturables’ pero de modo personal (es decir: una verdadera artesanía) plantea una reversión de esa dinámica moderna: habría una transformación desde la superestructura (el computador casero, la tecnología portátil, la Internet, etc) hacia la economía de bienes de consumo (desde las bienes raíces hasta la medicina, etc).

Esta no es solo una tendencia básica de la ley del valor (el aumento de la composición orgánica del capital), sino también de su contratendencia (volviendo todo el proceso menos lógico-formal y más dialéctico): en efecto la innovación técnica implica una mayor inversión en capital constante que en capital variable, plusvalías relativas, etc, pero al mismo tiempo y por la misma razón opera al mismo tiempo un abaratamiento (cuando menos potencial) del capital constante: la equiparación del valor de las impresoras 3D, por ejemplo, después de un cambio en la relación oferta/demanda, y su actualización a otros procesos productivos, etc. Esto quiere decir que la tasa de ganancia va a bajar al largo plazo (aunque puedan o no existir tendencias al alza), pero al mismo tiempo la masa de ganancia va a subir (un proceso tan contradictorio como el que haya ganancias récords y riquezas obscenas inéditas en la historia –como lo muestra Piketty-, y que al mismo tiempo la tasa de ganancia siga cayendo –contra Piketty-).

Y no es casual que sea también una reversión de otro proceso moderno: la industria había suplantado realmente todas las facetas de la economía artesanal, pero es precisamente hoy que aparece éste insólito encuentro entre la artesanía más inmediata (íntima, incluso) y la industria más avanzada imaginable (entre lo más arcaico y lo más futurista), con distintos grados intermedios: una impresora 3D en el hogar es muy distinta a una impresora 3D en la industria. Y es en efecto una contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción y reproducción: la impresión 3D ha sido hasta ahora frenada o regulada porque rivaliza (o podría llegar a rivalizar) con la economía de bienes de consumo y de producción de medios de producción burguesa (por lo menos en el sentido que lo conocemos hasta ahora), al mismo tiempo que se conjuga perfectamente con la producción capitalista (está siendo subsumida por las empresas). Tal y como la internet personal no pone en duda la propiedad privada burguesa sobre los medios de producción intelectuales de carácter industrial (un blog como éste simplemente es incomparable al proceso industrial de la TV o la prensa), así también la impresión 3D puede ser subsumida por industrias amplias o caseras, en la medida que se amolde a sus requerimientos. Eso sí, no deja de ser un avance en la socialización (razón por la que existe toda una serie de ramas académicas que estudian economías distintas de la capitalista a través de sus propias tecnologías), por lo que nada está dicho acerca del futuro del capital.


II

Las grandes teorías o teorías macro, corren el peligro del esquematismo, como lo señala la sociología del conflicto (desde Charles Tilly, pasando por C. Wright Mills, hasta Randall Collins). Por eso si hablamos del fin del capitalismo monopolista, eso no nos puede llevar a separar en etapas o períodos lo que es un proceso de devenir. Irónicamente (tal vez cínicamente ya) los marxistas ortodoxos critican a Imperio de Negri & Hardt el que no hable del imperialismo yanqui como el hegemón del imperialismo mundial; e Imperio, tratando de alejarse de ese imperialismo osificado, habla de una multiplicidad de centros, etc. Lo que ninguno sabe es que la teoría del imperialismo es una teoría de la multiplicidad de los imperios, no solo del estadounidense (esto último fue versión de Stalin y Mao), y que por lo tanto los ortodoxos están defendiendo una revisión, y los heterodoxos una versión mucho más ortodoxa de lo que creen cuando usan palabras como ‘deterritorialización’, etc. Más aún: la noción de un gobierno mundial de múltiples potencias tampoco es nueva: son las teorías del ultraimperialismo (una especie de federación de gobiernos del mundo que superan la competencia capitalista) y el superimperialismo (un hegemón único como potencia del mundo), discutidas por Mandel a partir de los debates entre Kautsky, Bujarín y otros.

Imperio de Negri & Hardt tiene la cualidad de ser algo así como la versión política de los sistemas-mundo: hace pasar la internacionalización de la división del trabajo por la eliminación de las relaciones centro-periferia, mucho como los sistemas-mundo sustituyen el análisis de las relaciones de producción y reproducción por el comercio internacional (Brenner). Esto puede que sea, en el análisis sistema-mundo, una herencia de la teoría de la dependencia, en la que el gran problema es el ‘intercambio desigual’ (basado en precios), y no la apropiación de plusvalor (el precio de mercado internacional puede ser menor a otro, y aun así generar mayor plusvalor, y viceversa). En eso el origen de la teoría de la dependencia es mucho mejor: Paul Baran. Lo que quiere decir algo así: el antecedente del análisis de sistemas-mundo, de la dependencia o incluso la teoría decolonial, es en realidad el imperialismo (del que parte Baran), el cual además explica mucho mejor (que alguien como Prebisch) que la desigualdad mundial no proviene de los precios en el intercambio comercial, sino de las relaciones productivas.

En todo caso, el imperialismo clásico o capitalismo monopolista está obsoleto, y lo está precisamente por la ley del valor: la caída de la tasa de ganancia que antecede al neoliberalismo, provocó la reacción neoliberal, en lugar de ser causada por ésta (lo cual es una divergencia relativa con el post-fordismo como lo entiende Harvey y otros como Duménil y Lévy: para estos el neoliberalismo es la causa de las crisis, para nosotros el neoliberalismo es una reacción, toda una reorganización de la relación capital-trabajo, debida a la caída de la tasa de ganancia, como causa aunque sea indirecta, de las crisis del capitalismo). Eso ha implicado no solo todas las formas de desregulación financiera que han permitido la ‘mundialización de las finanzas’ (Chesnais), o la flexibilización en la organización del trabajo (el post-fordismo propiamente dicho), sino que también han permitido fenómenos como el crecimiento de los países BRICS. No solo China tiene una mucho mejor explotación del trabajo que el resto de países avanzados (gracias a la mezcla de plusvalía relativa y absoluta), sino que el propio ‘intercambio desigual’ que postulan los teóricos decoloniales hoy ha dejado ya de existir: ciertos elementos estudiados por Marx explican el fenómeno: 1) la menor necesidad de capital constante en la agricultura y en las industrias extractivas (que permite no solo ganancia dependiendo de la composición orgánica, sino reducir tiempos de producción y circulación, etc); 2) la renta diferencial: las tierras con más costos de producción y una mayor demanda (las materias primas) obtienen una mayor renta; 3) las diferencias en la elasticidad del producto agrícola con respecto a los productos industriales: la caída de la tasa de ganancia ha obligado a una caída en el poder adquisitivo y en el empleo, para extraer plusvalías relativas (y absolutas en la medida de lo posible, pero no al nivel de un país como China), y eso afecta la demanda de artículos industriales por debajo de la demanda mínima (que requieren materias primas mucho más que los productos industriales).

Y China es un fenómeno relacionado con el post-fordismo en otro sentido mucho más paradójico: no es casual que dos de las últimas grandes potencias hayan sido sociedades que intentaron un cambio de modo de producción (la antigua URSS y China). Dialécticamente, estos países pasaron de un avance insólito e imposible de lograr para ninguna economía capitalista (la URSS pasó de ser un país atrasado a una potencia mundial en un espacio de 15 o 20 años, un salto tal vez inédito en toda la historia humana conocida), en formas de acumulación radicalmente opuestas a la ley del valor capitalista, y terminaron, hoy por hoy, en una regresión que las convirtió (en el caso de la URSS antes de su disolución) o las convierte (en el caso de China hoy) en economías mixtas capitalistas como cualquier otra, pero con dictaduras políticas. Eso sumado a la neoliberalización (entendida como reacción, y no como causa) que ha retrotraído todas las conquistas populares hasta niveles casi del siglo XIX (EE.UU. vive su mayor período de pobreza y desigualdad en su historia), quiere decir que la sociedad global como un todo involuciona al mismo tiempo que evoluciona: los aspectos más futuristas y los aspectos más retrógrados se mezclan de manera desigual y combinada (algo que no es raro: recordemos que países atrasados actualizan su capital constante a niveles superiores a los cuales lo pueden actualizar países avanzados, mezclando formas de industria avanzadas en zonas del globo atrasadas -como sucedió en Rusia antes de la revolución-, o como lo estudia Arrighi acerca de la mezcla de formaciones socio-económicas avanzadas -manufactura- en oposición a formas de acumulación financiera anteriores durante el medioevo, etc). El capitalismo monopolista y el capitalismo de Estado (haciendo una diferenciación entre ambos) sede su paso al avance de un retroceso y viceversa. Los tiempos cortos y coyunturales se mezclan con tiempos aletargados y vastos (nociones braudelianas). Es la 'época de los monstruos' de Gramsci.

Es decir, que vivimos en un mundo completamente al revés de lo teorizado por Marx: la división del mundo en países “industrializados” y “agrícolas”, por la misma elasticidad de cada uno de esos sectores, está produciendo un reflujo de las rentas hacia los países neo-colonizados. Ésta, aunque pueda ser una característica transitoria (e.j.: la caída de los precios del petróleo, o de las materias primas con respecto a los productos industriales -aunque los precios de materias primas se mantienen relativamente más estables que los industriales, etc[1]-), sería otro elemento a tomar en cuenta a la hora de hablar del post-fordismo o el neocapitalismo. Es necesario plantearse una pregunta apenas superficial (ya que este escrito no pretende ser un análisis a fondo de un fenómeno como el de los BRICS, ni siquiera sobre China, donde hay que estudiar el auge de los Tigres Asiáticos y estudiar la relación histórica con Japón, etc[2]): ¿es el ascenso de los países BRICS (y especialmente China) un aumento en la productividad de los países neocoloniales con respecto a las metrópolis, o es más bien un declive de éstas últimas con respecto a la economía en general? Algo así como una equiparación o ecualización del crecimiento productivo muy en el sentido de Arrighi (solo que sin tomarlo como un esquema cíclico), en el que el recambio en el poderío económico mundial pasa menos por alcanzar un nivel productivo específico, y más por un declive productivo de las economías anteriormente hegemónicas? (no por nada Arrighi hablaba en los años 90 de un recambio en las potencias mundiales). Un primer sentido en el que se puede abordar es recordando que la internacionalización de la división del trabajo ha producido una desindustrialización relativa en las metrópolis, y una industrialización de las periferias (y en especial, precisamente, en el caso asiático), así como la liberalización china ha implicado una pérdida de la acumulación burocrática (el sector público) en pro de su privatización (su entrada en la acumulación capitalista propiamente dicha -aunque esto debe matizarse de acuerdo a cómo se caracterice la acumulación basada en un régimen burocrático-).

En todo caso, antes de sonar con bombos y platillos el nombre de una nueva era (hipermodernidad, supermodernidad, altermodernidad, etc) o la llegada de un nuevo fenómeno de cualquier tipo (incluso sobre los que nos estamos preguntando), lo que se tendría que hacer es analizar no solo el zeitgeist, si no el proceso de devenir, y eso implica un análisis histórico (donde tal vez los tiempos de Braudel puedan ayudar): la noción de un ultraimperialismo o un superimperialismo parece ajena a la situación histórica de hoy (por ahora…), por más post-monopolista que sea. Además hay que recordar que si bien el imperialismo osificado hablaba de un capitalismo monopolista (y sus correspondientes ‘estados benefactores’) que ya no existe, sea cual sea el nombre del período por el que estamos transitando (poco importa el nombre formal), tiene que surgir de las entrañas de ese mundo. Si el imperialismo está obsoleto, está obsoleto el capitalismo monopolista, pero no porque hayan dejado de existir los monopolios, sino porque han entrado a conjugarse con la multinacional (gran aporte de Imperio), lo cual implica, en términos más generales, un fraccionamiento de la división internacional del trabajo a partir de la ley del valor (como lo planteábamos en la elaboración anterior). Tal vez en eso ayuden los ensayos anteriores: no se trata ya simplemente de la internacionalización del comercio, sino de la internacionalización (con la tercerización, por ejemplo) de los procesos de trabajo mismos. Partiendo de Arrighi, esto significaría que no solo hay un recambio desde la 'manufactura' a lo financiero, sino de la 'manufactura' misma hacia otras regiones del globo; es una de las contratendencias típicas a la caída de la tasa de ganancia: no es una 'revancha' de las neo-colonias en contra de las metrópolis, sino una consecuencia de la inversión extranjera en zonas del mundo con mayor explotación del trabajo con relación al capital constante, etc (lo que básicamente implica que el enriquecimiento chino pasa por un enriquecimiento del capital internacional y viceversa -de hecho, uno de los argumentos más difundidos en contra del crecimiento de los BRICS, es el PIB de los países avanzados, pero la medida es engañosa: en realidad el porcetaje del PIB de inversión extranjera directa que sale de un país como EE.UU. es mucho mayor que el de China, lo que básicamente significa que una fracción mucho más grande de su PIB es en realidad crecimiento que fluye hacia afuera de los EE.UU., en un grado mucho mayor que el que lo hace en un país como China[3], algo que sería necesario estudiar sobre el resto de los BRICS o el sudeste asiático en general, etc). Si las pocas formulaciones de Marx sobre las relaciones metrópolis-periferia están siendo contradichas hoy, lo son a partir del desarrollo de las tendencias contradictorias de la ley del valor y de su continua transformación.


Referencias:
(además de las que ya están en los ensayos anteriores)

Baran, P.                             The political economy of growth.
Braudel, F.                           La historia y las ciencias sociales.
Brenner, R.                          The origins of capitalist development: a critique of neo-smithian Marxism.
Chesnais, F.                     La ‘nueva economía’: una coyuntura favorable al poder hegemónico en el marco de la mundialización del capital.
Negri, A. & Hardt, M.          Imperio.
Poulantzas, N.                     Classes in contemporary capitalism.
Prebisch, R.                        El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas.
Preobrajenski, E.                 La nueva economía.







[1] data.worldbank.org
[2] http://www.globalconversation.org/2012/11/11/what-worked-east-asia-flying-geese-industrialization
[3] data.worldbank.org

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