Sobre el trabajo intelectual/cultural y las clases

Como ya planteamos aquí, existen definiciones contradictorias en el propio Marx acerca de lo que significa un trabajador intelectual (especialmente si afirmamos que la mayor transformación formal y de contenido del capitalismo se da a través de la socialización del trabajo intelectual[1]). No estamos planteando ni la formación de una ‘nueva clase’, ni mucho menos una adaptación bernsteiniana del capitalismo. El tema se relaciona con el problema más amplio del trabajo productivo/improductivo y de las clases, el cual también necesita de una seria actualización en vista ya sea de la confusión (sincera) o de la deshonestidad intelectual de la mayoría del marxismo. El interés de hacer el texto no tiene nada que ver con ‘traducir lo que realmente quiso decir Marx’, sino de partir lo más exactamente de sus planteamientos, aun si lo que se quiere es revisar o desechar por completo sus definiciones (algo sobre lo cual no tenemos ningún problema).

Si esta producción ideológica o intelectual está formada por procesos de trabajo, es realizada por trabajadores asalariados, no por ‘pequeño burgueses’ o por ‘nuevas clases’ (Poulantzas u Olin Wright, por ejemplo). Estamos de acuerdo en que las teorías del ‘estrato medio’ o la ‘clase media’ (desde Weber[2]hasta Dahrendorf, etc) son insuficientes, pero creemos que las soluciones dadas por Poulantzas u Olin Wright entran en complicaciones ya resueltas explícitamente por el propio Marx. Poulantzas es el mejor ejemplo: afirma que los servicios (dentro de los cuales se encuentra el trabajo intelectual) no son obreros básicamente porque no son trabajos productivos. El problema es que el trabajo productivo no define a la clase obrera, como lo dice el propio Marx:

“El obrero comercial no produce directamente plusvalía. Pero el precio de su trabajo se determina por el valor de su fuerza de trabajo, es decir, por su costo de producción, mientras que el ejercicio de esta fuerza de trabajo, como una tensión que es de ella, como un despliegue y un desgaste de la fuerza de trabajo misma, no se halla limitada ni mucho menos, como no se halla limitado en ningún obrero asalariado, por el valor de su fuerza de trabajo. (…) Este obrero asalariado no le rinde al capitalista creándole directamente plusvalía, sino ayudándole a reducir los gastos de realización de la plusvalía, realizando el trabajo, en parte no retribuido, necesario para ello. El obrero verdaderamente comercial figura entre los obreros asalariados mejor retribuidos, entre aquellos que rinden un trabajo calificado y experto, superior al trabajo medio.” (Marx, K. El Capital, Tomo III).

Como puede leerlo cualquier persona, Marx considera al trabajador improductivo comercial como obrero asalariado, tal y como cualquier otro. Puede estar entre los asalariados mejor pagados, pero en ningún caso eso lo vuelve menos obrero. Esto además contradice otra revisión reciente de la definición de Marx: definir las clases de acuerdo al salario, e incluso considerándolo como si fuera capital-dinero (una incomprensión absoluta de la economía en general, ni siquiera solo de la marxista). Algo de eso ya lo empezamos aquí: en sus Teorías de plusvalía, en su Capítulo IV Inédito y en sus Grundrisse Marx ya explica la diferencia entre gasto y plusvalía: mientras que el asalariado puede comprar un servicio (o educación a cualquier nivel, por ejemplo), representando un gasto de su salario, el servicio en función del capital produce una forma de apropiación de plusvalía.

Por lo demás, el propio Poulantzas extrae citas de todos estos textos para justificar su exclusión del trabajador intelectual o incluso del trabajador comercial frente a la clase obrera, lo cual hace que todo su ejercicio sea aún más impresionante ya que sus citas están literalmente al lado de sus propias refutaciones. Donde Poulantzas cita a Marx negando el carácter productivo y de explotación capitalista del servicio, en realidad Marx está hablando de la compra particular (que representa un gasto) de un servicio por parte de un asalariado (el pago de un sastre o un tutor, por ejemplo), mientras que cuando ese mismo servicio es contratado por un comerciante, Marx explícitamente dice:

“En cambio, el mismo servicio que el oficial sastre, empleado por un merchant-tailor, presta a este capitalista no consiste, ni mucho menos, en convertir el paño en pantalones, sino en que el tiempo de trabajo necesario materializado en unos pantalones equivale a 12 horas de trabajo, mientras que el salario que el patrono le paga representa 6 horas. Por consiguiente, el servicio que el oficial le presta consiste en trabajar 6 horas gratis para él. El hecho de que lo haga en forma de pantalones oculta simplemente la verdadera relación. Tan pronto como puede hacerlo, el merchant-tailor trata, por tanto, de volver a convertir los pantalones en dinero, es decir, en una forma bajo la cual desaparece totalmente el carácter determinado del trabajo de sastrería y el servicio prestado se manifiesta, por tanto, de tal modo que, en vez del tiempo de trabajo de 6 horas expresado en una determinada suma de dinero, existe como tiempo de trabajo de 12 horas, que se expresa en una suma de dinero del doble.” (Marx, K. Teorías de plusvalía. Tomo I)

Es decir: justo unas líneas después, Marx explícitamente señala el carácter de explotación del servicio. Lo mismo ocurre con el resto de citas de Poulantzas: justo cuando habla del funcionario estatal o del maestro como incapaces de ser obreros, utilizando citas del Capital VI (inédito), Marx más bien plantea esto:

“Milton, pongamos por caso, que escribió el paraíso perdido, era un trabajador improductivo. Al contrario, el escritor que proporciona trabajo como de fábrica a su librero, es un trabajador productivo. Milton produjo el Paradise Lost tal como un gusano produce seda, como manifestación de su naturaleza. Más adelante vendió el producto por 5£ y de esta suerte se convirtió en comerciante. Pero el literato proletario de Leipzig, que produce libros –por ejemplo compendios de economía política- por encargo de su librero, está cerca de ser un trabajador productivo, por cuanto su producción está subsumida en el capital y no se lleva a cabo sino para valorizarlo. Una cantante que canta como un pájaro es una trabajadora improductiva. En la medida en que vende su canto, es una asalariada o una comerciante. Pero la misma cantante, contratada por un empresario (entrepreneur) que la hace cantar para ganar dinero, es una trabajadora productiva, pues produce directamente capital. Un maestro de escuela que enseña a otros no es un trabajador productivo. Pero un maestro de escuela que es contratado con otros para valorizar mediante su trabajo el dinero del empresario (entrereneur) de la institución que trafica con el conocimiento, es un trabajador productivo. Aún así, la mayor parte de estos trabajadores, desde el punto de vista de la forma, apenas se subsumen formalmente en el capital: pertenecen a las formas de transición.” – Marx, K. El Capital. Capítulo VI (Inédito) Resultados del procesos inmediato de producción.

Lo cierto es que incluso Mandel se confunde y cree que hay aquí una contradicción de parte de Marx, pero creemos que no la hay. El texto citado anteriormente parece contradecir este fragmento que está justo antes:

“Pasemos ya al último caso, el de los impuestos, el precio por los servicios estatales, etc. Pero eso cabe dentro de los falsos costos de producción  y es una forma en sí y para sí accidental del proceso capitalista de producción, y de ningún modo un aspecto condicionado por él y que a él le sea necesario e inmanente. Si, pongamos por caso, todos los impuestos indirectos se transformaran en directos, no por ello se dejaría de pagarlos, pero ya no constituirían un adelanto de capital, sino un gasto del rédito. La posibilidad de esta transmutación formal muestra a las claras su exterioridad, indiferencia y accidentalidad con relación al proceso capitalista de producción.” Marx, K. El Capital. Capítulo VI (Inédito) Resultados del proceso inmediato de producción.

Pero aunque parecen contradecirse, en realidad los ejemplos de la cita anterior, donde los servicios forman parte de una apropiación de plusvalor capitalista, están en función del capital en cuanto adelanto del capital, y no en cuanto gasto de rédito simple. Esta relación es importante, porque también aclara el rol del artesano y del capataz (o lo que hoy sería las clases gerenciales que tanto preocupan a Poulantzas o a Olin Wright). Como se sabe, estas clases están ligadas al trabajador intelectual por este mismo problema que estamos tratando aquí: son considerados trabajadores ‘simbólicos’, o trabajadores con ‘poder de comando’, o trabajadores de ‘salarios o estratos medios’, etc, criterios todos los cuales no tienen absolutamente nada que ver con el criterio de clase de Marx:

“Ahora bien, ¿qué ocurre con los artesanos o los campesinos independientes que no emplean a trab ajadores y que, por tanto, no producen como capitalistas? Es posible que estos productores, que trabajan con medios de producción propios, no se limiten a reproducir su fuerza de trabajo, sino que creen, además, una plusvalía, aunque su posición les permite apropiarse su plustrabajo o una parte de él (ya que otra parte se les sustrae en forma de impuestos, etc). (…) Exactamente lo mismo ocurre en el modo de producción capitalista. El campesino o el artesano independiente se desdobla en dos personas. En cuanto poseedor de los medios de producción, es capitalista y en cuanto trabajador, su propio asalariado. Ello quiere decir que, en tanto que capitalista, se paga su salario y obtiene su ganancia de su capital, es decir, que se expropia a sí mismo como trabajador asalariado y que se paga, en la plusvalía, el tributo que el trabajo debe al capital.” – Marx, K. Teorías sobre plusvalía. Tomo I.

Esto nos ayuda a comprender cual es el criterio de definición de las clases. Definitivamente no es el ingreso (esto es lo poco que deja Marx en su Tomo III de El capital), pero tampoco es la posesión de los medios de producción en un sentido jurídico, sino (como lo dice el propio Marx) el capital-dinero (que noes todo el dinero) en función del capital, o lo que es lo mismo, los flujos de valorización a partir de los cuales se desdobla el plusvalor en salarios, renta, etc, en una relación social. Esto incluye la medición de la magnitud del salario con respecto a la explotación del trabajo y, por lo tanto, con respecto a la tasa de ganancia. El ejemplo siguiente, esta vez de las capas gerenciales, nos ayudará a aclararlo:

“Sólo queda para el labour of superintendence la función general de organizar la división del trabajo y la cooperación entre ciertos individuos. Este trabajo se halla plenamente representado por los wages del general manager, en las grandes empresas capitalistas. Esta partida se descuenta ya de la tasa general de ganancia. La mejor prueba práctica de ello nos la dan las fábricas cooperativas d elos obreros en Inglaterra, puesto que éstas, a pesar de pagar elevados intereses, arrojan una ganancia superior a la media, descontados, por supuesto, los wages del general manager, que, naturalmente, se determinan por el precio de mercado de esta clase de trabajo. (…) Lo que, en otras palabras, quiere decir, sencillamente, que los salaries of masters se hallan en razón inversa a la magnitud del capital. Cuanto mayor sea la escala en que opera el capital, cuando más capitalista sea el modo de producción, más se reducirá y tenderá a desaparecer la parte integrante de la ganancia industrial que puede traducirse en un salary y más claramente se destacará el carácter real de la ganancia industrial como una parte de los surplus gains, es decir, del surplus value, o sea del surplus labour no retribuido.” Marx, K. Teorías de plusvalía. Tomo III.

Como vemos, estos últimos párrafos confirman y al mismo tiempo niegan la teoría de Olin Wright como parcialmentecorrecta: el único que se encuentra en una contradicción posicional de clase es el artesano y el campesino (el cual es capitalista y obrero al mismo tiempo, sin ser solo uno ni otro), pero no es una contradicción simplemente de pequeña-burguesía, es una contradicción entre pequeña-burguesía y proletariado. Por otro lado, este caso se presenta solo en el pequeño propietario que se auto-explota (éste último término lo usa Marx en el Tomo III de El capitalpara explicar las mismas relaciones que hemos explicado nosotros aquí). Ni el trabajador intelectual en general ni el gerente o manager están en absoluto en ningún estrato medio o ambigüedad teórica de ningún tipo: unos son asalariados improductivos, y el gerente o manager depende de que la magnitud de su salario aumente con relación a la ganancia (es decir: es un asalariado capitalista y pequeño-burgués).

Esto nos abre a todo el sector comercial y de servicios (incluido al trabajador intelectual) como un sector obrero, y al artesano y el pequeño-campesino propietario como una mezcla híbrida entre capitalista y proletario, distinta (o en transición) con respecto al pequeño-burgués propiamente dicho (el cual ya no está en ningún contradicción posicional). Aunque no es nuestro propósito, las consecuencias políticas son enormes (contradicen de cabo a rabo a mucho del marxismo de tendencia leninista), y contradicen todos los intentos de solución o síntesis de ésta problemática que se han desarrollado en el marxismo. Como ya dijimos: a partir de este trabajo creemos válido cualquier revisión o desviación, sin importar si es lo que Marx dijo o no dijo, pero donde la propia aclaración de los criterios del análisis económico de Marx puedan ser también válidos y tener su utilidad.



[1] Algo que afirmamos en términos más globalmente históricos, y no simplemente económicos. Para un intento de actualización de las teorías marxistas a los procesos económicos de hoy hacemos referencia a éste texto.
[2] El caso de Weber lo consideramos especial, porque nosotros compartimos la crítica del determinismo económico. Por supuesto que Weber en términos de economía tiene muchas vetas liberales, pero es hasta ahora uno de los mejores referentes para la crítica del economicismo. Creemos que el mejor ejemplo de los frutos de esta crítica es Bourdieu (aunque no solo él: desde los estudios culturales hasta todo el culturalismo marxista en general). Lo que pasa es que esta crítica viene más del lado epistemológico, mientras que en términos económicos estamos completamente de acuerdo con los planteamientos de Marx que (creemos) están desarrollados en este ensayo.

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