Colonialismo y periferias II: una nota más para una (nueva) interpretación

Otro punto importante que desbanca los modelos clásicos de entender la división internacional del trabajo, es el hecho de que en la segunda mitad del siglo XX el peso de la producción agrícola de regiones como la centroamericana en sus exportaciones pasó a ser mucho menor en comparación con el valor de la industria (donde aquí se incluye la industria extractiva, elemento que rescataremos); en Costa Rica entre 1990 y el año 2000 la agricultura dejó de ser la que producía mayor valor en las exportaciones en oposición a la industria; en Centroamérica de 1990 a 1999 la manufactura pasó de representar menos de la mitad del valor de las exportaciones a ser la mayoría (aproximadamente del 42% al 54%), tendencia permanente entrado ya el siglo XXI; y en Latinoamérica en general ya desde 1980 la agricultura representaba solo el 32% de las exportaciones, para pasar al 17% en 2001.

Es decir: lo que durante toda la historia moderna de Costa Rica, la región centroamericana y (todavía más tempranamente y ampliamente) latinoamericana, el peso de la agricultura en términos de valor ha ido decreciendo, independientemente del hecho de que las exportaciones, por ejemplo en Centroamérica, han aumentado en su porción del PIB del istmo centroamericano en general. Es decir: se refuerza en efecto la dependencia neo-colonial de Costa Rica o Centroamérica (cada vez más parte del PIB proviene no de un mercado interno autosuficiente, sino de la exportación e importación), pero eso no implica un reforzamiento del modelo agroexportador exactamente, sino incluso el industrial (aunque igualmente para el mercado mundial).

En Costa Rica, en todo caso, hay que hacer una diferencia entre los procesos productivos concretos y sus distintas composiciones dentro del valor que produce la economía. La industria de alta tecnología, aunque supere en valor al agro costarricense, emplea mucho menos personas que el sector comercial, el sector agrícola o el sector de talleres mecánicos por separado. Esto se debe a la alta productividad técnica y social del trabajo de alta tecnología. Ocupacionalmente, sabemos que los servicios (tomados en conjunto) tienen una proporción mayor que el resto de sectores. En todo caso, lo que esto quiere decir es que Costa Rica no se está industrializando en un sentido generalizado, pero su porción de valor dentro de las exportaciones del país (y éstas como porción preponderante de todo el valor producido en el país) sí se centran ahora en la industria y no en el agro.

De todo lo anterior se concluye que el desarrollo del capitalismo en una periferia como la costarricense, es preponderantemente comercial y financiero, y ya no agrícola. El terrateniente clásico con las que se lo veían los modelos y políticas anteriores, es completamente desfasado con respecto a la realidad de la predominancia de la industria en términos de valor, y del comercio en términos productivos (con la salvedad de que el conjunto de servicios sí supera al comercio: simplemente es desde el punto de vista del desglose entre servicios propiamente dichos y las labores administrativas y sociales –desde los funcionarios estatales hasta la educación y la salud- donde el comercio sí es el sector predominante). O dicho en otra manera: si antes el café o el banano formaban una porción muy grande (mayoritaria) del PIB producido en Costa Rica, y menos de un siglo después, el sector agrícola se queda atrás (en términos de valor, insistimos) con respecto al desarrollo industrial, pero manteniendo la supeditación del país no a la creación de un mercado interno propiamente dicho, sino uno en donde (todo Centroamérica, de hecho) depende en la composición de valor de su PIB de la simple y llana exportación e importación (la apertura comercial de Centroamérica pasó del 52,5% en 1990 al 78,9% en 1999, y la tendencia se mantiene), entonces el carácter dependiente de un país como Costa Rica no está en el monocultivo/bi-cultivo o en la diferenciación de exportaciones, etc, sino en el predominio del capital comercial y usurario. De todos los capitales que a inicios del capitalismo costarricense en el siglo XIX, todavía hoy se mantienen en auge, el capital agrícola podemos decir que está decreciendo en pos del valor industrial, y el único capital que mantiene la dependencia costarricense a los mercados internacionales es precisamente el sector financiero y comercial (precisamente donde se concentran las exportaciones de capital extranjero). El terrateniente sigue siendo la máxima expresión del capitalismo agrario, pero no en el conjunto de la sociedad costarricense: este rol lo mantiene desde la colonia, el capital crediticio y comercial.

Siendo más exactos: no es solo la industrialización la que toma la batuta de la productividad costarricense, sino que lo hacen también los servicios. Tanto los servicios como la industria crecen en comparación al decaimiento agrícola, al punto de que los servicios continúan hasta hoy su expansión con un retroceso incluso de la misma industria (aunque nunca al nivel de la agricultura). Entre los años 60 y 70 los servicios desbancan a la agricultura como mayor componente del PIB, y entre los años 80 y 90 lo hace la industria. En todo este período incluido hasta hoy, además de los servicios, el único otro capital que crece de manera sostenida es el capital comercial y financiero. Eso quiere decir que aun en la época donde no domina el capital de servicios o industrial, el capital comercial y financiero se mantiene siempre como el segundo en proporción a la productividad costarricense, y que aún con el desbancamiento de la agricultura y el auge de los servicios (con respecto al PIB) y la industria (con respecto al PIB y las exportaciones), el capital comercial y financiero sigue creciendo. Esto quiere decir que la característica estructural y constante de (por lo menos) la segunda mitad del siglo XX costarricense, es el crecimiento no solo de la industria y los servicios con respecto al agro, sino la permanencia sostenida del comercio y las finanzas. Todo esto queda claro en el gráfico que está a continuación (realizado con datos de la CEPAL y el Banco Central de Costa Rica):


Esto desbanca la visión de que Costa Rica sea un país predominantemente agrícola. El proceso de industrialización que detalla Lipietz y toda la escuela regulacionista se reivindica hasta cierto punto: éste período de declive de la agricultura con respecto a la industria es también el auge de la manufactura (especialmente textil), lo que habla del taylorismo primitivo y el fordismo periférico del cual habla Lipietz, basado (como lo dice Aglietta) en la exportación de capitales extranjeros (que no incluye solo la inversión extranjera directa o más específicamente formación de capital, sino el crédito). En efecto, durante el período de 1870 a 1930, que es el período cafetalero costarricense por excelencia, los capitales extranjeros no se centran tanto directamente en la producción como en el crédito, y lo hacen más en la comercializaciónque en la propiedad del cultivo cafetalero directamente (el cual es propiedad, ahí sí, del terrateniente autóctono). Si hay alguna forma de relacionar los capitales costarricenses con los capitales extranjeros, es a través del comercio, y no directamente dentro de los procesos productivos agrícolas o manufactureros: lo que poseen (las potencias con respecto a las periferias) es la mayor tajada del proceso de exportación e importación al que se dedican países que están, precisamente, sometidos a la exportación e importación. El desarrollo del capitalismo costarricense es de una profunda ‘dependencia’ e incapacidad de desarrollar un mercado interno propio, pero esto no significa que sea simple y llanamente por el poder de la ‘oligarquía terrateniente’, como lo reza la mayoría de enfoques incluso ‘críticos’, sino principalmente del capital comercial y usurario nacional y extranjero. Por último, si bien la industria se encarga de monopolizar las exportaciones durante la época de mayor apertura comercial costarricense, los servicios se encargan de monopolizar la productividad (en términos de PIB) de su historia más reciente y cercana.

Lo curioso es que precisamente hablamos antesdel carácter transicional entre la subsunción formal y la real, y ahora llegamos a la conclusión de que en el desarrollo del capitalismo costarricense el predominio parece estar del lado del capital a interés y del capital mercantil; es decir: las dos formas embrionarias del capital antes de la subsunción real del trabajo en el capital (es decir: antes del desarrollo de relaciones plenamente capitalistas). Asimismo, partimos completamente del enfoque (compartido por Marx en su capítulo XX del tomo III), de que la composición del capital comercial es clave para la comprensión de los procesos de desarrollo histórico, no solo económico, sino socio-políticos en general. Esto abre todo un ámbito de investigación posible. Nos parece interesante que así como a lo interno de las sociedades, exista un carácter transicional entre la subsunción formal y la realgracias al sometimiento de la industria al comercio, en lugar del sometimiento comercial al industrial. Parecería entonces que así como  a lo interno de las naciones existe un capital comercial que es capaz de frenar la subsunción real, así en la división internacional del trabajo el carácter del colonialismo y la ‘dependencia’ misma está en que existe también un sector comercial parasitario, que se encarga de exportarle e importarle insumos y productos a las sociedades neo-colonizadas, sin que puedan desarrollar su propio comercio a lo interno de sus naciones de manera autosuficiente, del mismo modo que a lo interno de la división del trabajo de una sociedad, el capital comercial puede apoderarse de la producción en lugar de los productores apropiarse y organizar su comercio. Esto implica utilizar el planteamiento del capítulo XX del tomo III de El capital, y ampliarlo 1) al ámbito agrícola, 2) a las periferias del globo, 3) y al mercado mundial como un todo (además de cualquiera de las revisiones que ya hicimos en textos como el que citamos antes).

Y recordemos que las relaciones del capital extranjero costarricense se replican a lo largo y ancho de las colonias africanas o asiáticas. Actualmente comprobamos que en regiones como el Oriente Medio y el Maghreb, también la industria es mucho más importante que el agro en términos de valor. En la mayoría de África incluso se importa el producto agrícola ante la devastación económica de la mayoría de la región, y entre los mayores exportadores de los países menos desarrollados de África, el valor más alto producido por las exportaciones agrícolas es apenas del nivel medio o inferior del valor de las exportaciones industriales (que insistimos: incluyen la industria extractiva). Los Tigres Asiáticos y el sudeste asiático en general hoy en día son otro caso de regiones periféricas industrializándose al mismo tiempo que lo hacen a partir de su sometimiento (e invirtiéndolo) con respecto a las multinacionales (japonesas u otras). Latinoamérica en términos de valor todavía produce más desde la agricultura que la manufactura, pero si separamos el Mercosur de la Región Andina (como lo hace la Organización Mundial de Comercio) vemos que la primera está volcada (insisto: en términos de valor) hacia la producción industrial más que a la agrícola. Y todo esto sucede mientras alrededor del mundo el crecimiento del comercio agrícola es mucho mayor que el de la manufactura en términos de valor porcentuales. Parece que el carácter neo-colonial depende mucho menos de la división internacional del trabajo basada en países “industriales” y “agrícolas” (como lo definía la teoría del ‘imperialismo’), y mucho más de la destrucción del mercado interno de esos países, independientemente de si su producción económica se centra mucho más en agricultura que en industria (o no). Todo esto tiene que ser investigado con mucho mayor cuidado.

En todo caso, esto coincide no solo con la lectura que hacíamos de Lipietz, sino también con la del desarrollo del neo-capitalismo o capitalismo tardío planteado aquí: si en efecto la productividad de las regiones del mundo sigue algo así como una ‘ecualización’ similar a la ecualización de la tasa de ganancia durante la competencia capitalista a lo interno de una sociedad, y eso explica los movimientos y flujos internacionales de capitales a partir del resto de variables que hemos presentado en esos textos anteriores, entonces el proceso que detalla Lipietz para la formación de un fordismo global solo está equivocado en la medida de que ese proceso se da a través de esa ecualización, y no a través de un proceso de etapas lineales que todos los países habrían de cruzar (algo altamente criticado ya desde el dependentismo y corrientes críticas de éste), etc. Ese podría ser uno de los escenarios que tendríamos que sumar a nuestra interpretación del capitalismo tardío (una variable más, pues), y a la actualización de la teoría económica marxista a lo que está sucediendo frente a nuestros ojos hoy.

Es decir: el mito de Costa Rica teniendo ‘vestigios feudales’ queda completamente desbancado, pero incluso queda desbancado el mito de que sea un país o una región predominantemente agrícola y ese sea su rol dentro del mercado mundial; no: el rol que tiene Costa Rica es el de servir de región para el comercio exterior, consumiendo productos importados y produciendo para la exportación, sin el desarrollo de ningún mercado interno. La decadencia del agro con respecto a la composición del valor del PIB centroamericano, y que ese decaimiento solo sea paralelo a una mayor dependencia comercial internacional, solo demuestra que el desarrollo agrícola no fue nunca el obstáculo para el desarrollo del capitalismo costarricense y centroamericano (y habría que estudiar si lo mismo aplica para Latinoamérica y el resto de periferias africanas o asiáticas del globo), sino que incluso desaparece como el centro de la producción de valor del país, sin aminorar ni un ápice el sometimiento neo-colonial de Costa Rica. Volvemos a reiterar entonces lo que dijimos en alguno de los textos citados antes: encontramos un elemento que explica un fenómeno de carácter internacional o mundial (alrededor de la composición del capital comercial), y que no es propio simplemente de una región y otra, sino que podría explicar formas de desarrollo del capitalismo alrededor del mundo (o como ya lo dijimos antes: simplemente una variable más).

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