Latinoamérica, África y Asia: solo un ensayo, solo una tentativa



Cuando se compara la situación de Latinoamérica, África y Oriente Medio con la del Sur o el Sureste de Asia, se pueden sacar las siguientes conclusiones:

-         Hay una suerte de progresión de grados desiguales que van desde la colonización de Latinoamérica y el Sur y Sureste de Asia, hasta la colonización más tardía de Oriente Medio y África. En Latinoamérica se aplastó al modo de producción asiático de manera genocida, y se construyó la infraestructura que permitiría centralizar y concentrar tanto los tributos como deshacerse del problema del aumento del margen comercial entre intermediarios (como espero quede claro a continuación). En el Sur y el Sureste de Asia sucedió lo mismo, pero sin la eliminación física de la población indígena: tanto en India como en las colonias francesas e inglesas del Sureste, el poder colonial reemplaza a los jefes tribales y de villas tradicionales en el cobro de impuestos, creando una infraestructura estatal y colonial que mantiene las relaciones comunales y tradicionales (pero no estáticas) de las poblaciones autóctonas. Por último, en Oriente Medio y África ni siquiera se reemplaza la infraestructura del Estado en el cobro de impuestos, por lo que los jefes tribales siguen percibiendo tributos y ganancia comercial. Estos grados muestran la progresiva reducción de costos en la administración de las colonias por parte de los poderes europeos (razón que también explica el apoyo contradictorio de las ‘metrópolis’ coloniales hacia la descolonización y la independencia), y el paso gradual del mando directo al mando indirecto como método de colonización. Más aún: esto tiene la importancia de ayudar a explicar el problema del Estado-Nación en regiones como África y Oriente Medio: si las relaciones tradicionales de las villas y tribus se mantienen en el Sur y Sureste de Asia, y regiones como India o Vietnam tenían una estabilidad relativa de centralización estatal que precedeincluso a la colonización, entonces ni la fragmentación de Oriente Medio y África se debe a ‘arcaísmos’ o ‘primitivismos’, ni la capacidad de centralización india o vietnamita anterior a la colonia tiene nada que ver con influencia Occidental: ni India ni Vietnam tuvieron que eliminar sus tribus o villas rurales para consolidar Estados-Nación y permitir el desarrollo del capitalismo. Esto abre la teoría del Estado más allá del absolutismo europeo, y ciertamente, vuelve al Estado mismo en algo mucho más arcaico y primitivo que la modernidad.

-         Hay que separar el margen comercial de la integración comercial, o las dispersiones basadas en margen comercial y espacio/regiones. India o Filipinas tienen márgenes comerciales mucho más bajos que África u Oriente Medio, pero el comercio al detalle predomina sobre el por mayor, y se concentra entre los propietarios mismos de tierras en las villas (‘comerciantes al detalle tradicionales’). En cambio, regiones como Indonesia o Malasia (que también tienen márgenes comerciales mucho más bajos que Oriente Medio y África) muy pocos de los propios terratenientes de las villas se dedican al comercio, a pesar de que el comercio al detalle tiene una proporción mucho mayor dentro de la totalidad del comercio (especialmente en Indonesia). Esto coincide con la predominancia del arriendo sobre la aparcería en los primeros países en comparación con los segundos: la necesidad del pago de renta fija en dinero obliga a la comercialización de excedente, en oposición a la simple entrega de renta variable o fija equivalente en producto, pero esto también implica que la agricultura comunal de las villas puede integrarse perfectamente en el capitalismo sin elevar el margen comercial; en Filipinas o Tailandia lo hace a través de un predominio de la parcela sobre el latifundio, pero que permite la monetización de la economía agrícola, y en Malasia o Indonesia con el predominio de la gran propiedad basada en la aparcería y el trabajo asalariado. La comuna tradicional opera las dos formas de subsunción del capital: la comercialización de excedente del modo mercantil simple y la plusvalía absoluta, además de la plusvalía relativa, solo que con un predominio de la pequeña propiedad. Esto nos ayuda a aclarar y afinar mejor las afirmaciones tan amplias y generales que hacemos aquí o aquí: no se trata de que en África u Oriente Medio no exista la modificación del proceso productivo que permite cambiar la relación entre capital constante y variable y elevar su productividad, etc (plusvalías relativas y subsunción real), ni tampoco se trata de que el arriendo y la comercialización de excedentes sea absoluta y completamente inexistente, sino que 1) existe una divergencia entre la fragmentación de la tenencia de la tierra y la división del trabajo agrícola a través de la comuna tribal, y 2) existe una divergencia en el margen comercial que permite impulsar en mayor grado la subsunción real aún a través del marco de la comuna tribal. Esto querría decir (de aceptarse) que 1) hay una diferencia entre el régimen parcelero latinoamericano (¡o por lo menos el no-indígena!) y una especie de régimen parcelero comunal asiático o africano, y que 2) existe una insólita subsunción real capitalista en el marco de la agricultura comunal tribal. Como se sabe: la teoría del régimen parcelero del Tomo III de El capitalse basa precisamente en las sociedades que nodesarrollan la acumulación originaria capitalista. Y esta es precisamente la característica de las neocolonias del mundo: una penetración del capitalismo sin despojo de la tierra campesina, sin predominio del latifundio sobre la pequeña propiedad, sin creación de un mercado interno, o como lo dice Tony Cliff: un capitalismo ‘sin Tercer Estado’. La gran paradoja de lo que estamos planteando aquí es que Marx solo habla de un modelo parcelero de predominio del minifundio sobre el latifundio en el marco de la propiedad y posesión individual de la tierra, la familia nuclear, o la ‘unidad familiar’ de Chayanov. Nosotros estaríamos señalando la extensión de su concepto hacia regímenes de tenencia y producción basados en familias extendidas y diversos tipos de relaciones filiales y de parentesco.

-         Antes de continuar, necesitamos aclarar un detalle: ¿cómo se reduce entonces el margen comercial del Sur y Sureste Asiático en comparación a Oriente Medio y África, si en todas estas regiones hay una mayoría abrumadora de comercio al detalle e intermediarios en el marco de una fragmentación de la tierra que se basa en la subsistencia de relaciones comunales? Podemos adelantar entonces una hipótesis: la sustitución del cobro de impuestos colonial en el Sur y Sureste Asiático permitió un Estado mucho más fuerte, y con mayor capacidad de inversión en infraestructura, lo cual permitió reducir el margen comercial y que las comunas y villas recibieran una proporción mayor del precio de venta final, elevando su productividad. Los jefes tribales del “Subcontinente Indio” o del Sureste de Asia fueron despojados de su capacidad de concentrar los tributos del Estado, recordando que dentro del modo de producción asiático el tributo es indistinguible de una renta de la tierra: mientras el siervo europeo paga una renta en especie o dinero, etc, el productor directo agrícola del modo asiático paga un tributo (esto del mismo modo que la propiedad feudal se basa en la propiedad de la tierra y a través de esta la posesión del siervo, mientras que la propiedad del modo asiático se basa en la tasación de la población y a través de esta se da la extracción de la renta). Por otro lado, y adelantándonos en las características de ese régimen parcelero comunal: la fragmentación de la tenencia y de la división del trabajo (que no son lo mismo) es radicalmente distinta en una villa comunal asiática o africana, comparada con el campo rural latinoamericano (o en el que se ha hecho pasar por el campo latinoamericano: ¡olvidando al campesino indígena de Latinoamérica! Como veremos más abajo, esta es otra de las vías de investigación que se abren con esta discusión) o más exactamente, comparada con un régimen parcelero clásico como el de Marx. La diferencia entre propiedad y posesión es difusa (consuetudinaria), y la tenencia se fragmenta a lo largo y ancho de la familia que antes funcionaba como una sola unidad productiva; no se limita solo la alienación, sino que la modificación del proceso productivo mismo está limitado por esa ley consuetudinaria (y formal: este carácter difuso es lo que permite que los líderes tribales cobren impuestos y rentas como tasadores y propietarios, es decir, como verdaderos terratenientes –pero no en el sentido europeo-). Al mismo tiempo, la división del trabajo se extiende más allá de la familia nuclear como unidad, e incluso más allá de la familia extendida. Esto tiene dos consecuencias contradictorias: 1) la fragmentación de la tenencia frena o disminuye la productividad agrícola, 2) pero la división del trabajo permite una productividad mayor que la división del trabajo Occidental. Esto puede explicar el fracaso de las reformas agrarias Pan-Árabes y Pan-Africanas debido a la superioridad de la productividad de las tierras comunales tribales; o puede explicar el hecho de que aunque África tiene márgenes comerciales mucho más altos que el Sur o el Sureste de Asia, tiene una proporción de excedente comercializable mucho mayor; o puede explicar la alta productividad que está teniendo la agricultura africana en el mercado mundial en estos últimos años.

-         Recordamos con afecto a Ellen Meiksins Wood: su polémica con Brenner y con el debate sobre la transición de Dobb y Sweezy sin duda abren una bocanada de aire fresco. Si el desarrollo del capitalismo no es teleológico sino histórico (en el sentido de Vico, y a través de este, en Hegel), entonces pudo haberse desarrollado de otra manera. Parece increíble que incluso los teóricos decoloniales como Dussel se dediquen a insistir en la lecturastalinoide de Marx que obvia el modo de producción asiático, y que impone un esquema etapista de desarrollo, etc (sin duda una omisión que valida la lectura stalinista misma), y que sea alguien como Kevin B. Anderson quien se dedique a rescatar la multiplicidad del desarrollo histórico que plantean los Grundrisse. Es el propio Marx el que se preocupa porque no se generalice la acumulación originaria inglesa, y elabora no solo la teoría de la subsunción formal y real, sino el capítulo XX del Tomo III sobre una vía de desarrollo del capitalismo completamente distinta incluso de la revolución, y luego el capítulo sobre el régimen parcelero y la teoría de la renta que permiten entender precisamente una subsunción real sin acumulación originaria: porque si suena escandaloso hablar de una subsunción real en la comunidad tribal de África o Asia, debemos recordar que el meollo completo del régimen parcelero del Tomo III es precisamente las modificaciones al proceso productivo (como en la subsunción real) en el marco de una economía de comercialización de excedentes (como en la subsunción formal). Es precisamente la ambivalencia de Marx con respecto a la subsunción formal: es capitalista y no es capitalista. Por esto el concepto de régimen mercantil simple tiene su utilidad: la comercialización simple de excedentes del mercado antiguo o medieval no permite una modificación mercantil del proceso productivo; para eso se tiene que generalizar la producción e intercambio de mercancías. Esto puede ser realizado a través de la acumulación originaria (teniendo como prototipo Inglaterra), pero también puede diferir: el régimen parcelero del Tomo III plantea precisamente la posibilidad de una economía que en lugar de generalizar el latifundio y la industria agrícola, se compone de pequeños campesinos que modifican los procesos productivos de sus propias tierras a través de la liberalización mercantil, y se encargan de comercializar sus excedentes. El capitalista extrae de ellos una ganancia no por una plusvalía absoluta, sino por la ganancia comercial. Por eso aparece junto al capítulo XX: es un capitalismo donde se supedita la producción al comercio. No solo se abre la ‘vía prusiana’, sino también la vía para la teoría del propio Chayanov: el pequeño-burgués campesino que es explotado pero no por una relación de propiedad.

-         La ausencia de la plusvalía absoluta y de relación de propiedad como base de un régimen de producción capitalista suenan radicalmente adecuados en una discusión acerca de propiedad y posesión consuetudinaria. Más aún: si el jefe tribal o comunal percibe ingresos como tributo y renta al mismo tiempo, en tanto es precisamente la relación de propiedad/posesión y la plusvalía absoluta la que entra en duda en la agricultura asiática o africana, entonces el régimen parcelero comunal o la fragmentación agrícola basada en la tenencia y división del trabajo comunales, tienen como característica el acercarse más a la plusvalía absoluta que el propio régimen parcelero clásico occidental: la relación de parentesco y filial, y la relación con el Estado, hacen del recolector de tributos y renta un propietario con la facultad de modificar o limitar la alienación y el proceso productivo de la tierra, al mismo tiempo que comparte esta facultad con el productor directo que la usufructa. No solo eso: en el régimen parcelero occidental o clásico el único que modifica el proceso productivo y tiene derecho de alienación de su tierra, es el productor y propietario de la tierra. En la ley consuetudinaria y formal africana y asiática el líder tribal o comunal de la villa puede llegar a participar de estas funciones, por lo que se acerca incluso ya no solo a una plusvalía absoluta, sino a una plusvalía relativa. Y al mismo tiempo no lo es: no es una propiedad capitalista en el sentido estricto del término, precisamente por las limitaciones en la alienación y demás. Del mismo modo que Lenin habla de la aparcería o la renta en especie de la servidumbre como capaz de pasar directamente a una relación capitalista sin pasar por la renta en dinero (esto en su El desarrollo del capitalismo en Rusia, basados precisamente en las mismas afirmaciones de Marx en su teoría de la renta del Tomo III, y que nosotros relacionábamos con García Nossa, etc), y del mismo modo que Marx habla del régimen comunal ‘primitivo’ (en sus cartas a Vera Zasulich y en sus Cuadernos etnológicos) como capaz de saltarse el capitalismo y avanzar hacia otro tipo de socialización de los medios de producción, parece cuando menos posible que los regímenes comunales y tribales que sobrevivieron en Asia y África pasen directamente a desarrollar relaciones capitalistas (anómalas, si se quiere, pero válidas). Es un grado intermedio y ambiguo entre la plusvalía absoluta y relativa, del mismo modo que en el modo de producción asiático son indistintas y se funden en un solo ingreso la ganancia, la renta y el tributo. Y así operan en efecto las comunidades y villas tribales en su relación con el capitalismo en Malasia o en el África Sub-Sahariana: desde la renta aparcera hasta la renta fija en especie, el jefe tribal actúa en efecto como terrateniente ‘capitalista’ de su tribu. En otras regiones es su comerciante y su rentista en dinero. Las tribus y comunidades son sub-contratadas por empresas multinacionales de comercio al por mayor, o los jefes son ellos mismos comerciantes al detalle ligados a una empresa comercial, así como se mantienen los mercados informales tradicionales que conectan a los productores directos o comerciantes con consumidores o comerciantes mayoritarios, etc.

-         Lo que pasa es que la modificación del proceso productivo que realiza este jefe tribal (esta supuesta subsunción real y plusvalía relativa con la que nos encontramos) se basa predominantemente en la organización de la división del trabajo de la villa o el aporte de materias primas y capital fijo para los agricultores directos, los cuales siguen trabajando en tierras separadas por la tenencia de familias extendidas diversas, o coordinan la división del trabajo más allá de las familias extendidas pero siempre dentro del patrón de tenencia de la tierra (cosa que no es posible en el régimen parcelero desarrollado por Marx), o rompen con este patrón e insertan métodos productivos y división del trabajo más amplia, etc. Así como tiene características similares con la plusvalía absoluta y relativa (por ser propietario relativo), tiene características similares con el sistema de putting-out del comerciante, el cual se define porque todavía no desarrolla una producción ni capitalista, ni agro-industrial, ni burguesa. En este sentido contradictorio, no hay plusvalía absoluta ni relativa alguna: todo lo que hemos dicho hasta aquí se desploma. El jefe de una villa tribal simplemente explota al campesino en la misma medida que un comerciante se encarga de sacar una ganancia comercial a partir de excedentes en el régimen parcelero clásico de Occidente. Lo único que diferencia esta subsunción de un régimen mercantil simple, es el hecho de que la mercantilización generalizada permite al campesino modificar su proceso productivo (diferencia que resuelve la ambigüedad del Capítulo 6 sobre la subsunción formal). Así como esta relación parece ser más avanzada incluso que el régimen parcelero clásico debido a la propiedad limitada (dándole características aparentes de plusvalía absoluta o relativa), también puede verse como más atrasada ya que el régimen comunal y tribal multiplica los intermediarios que por definición no pueden salir del sistema putting-out: mientras una serie de parcelas pueden relacionarse directamente con un número menor de comerciantes que, además, se encargan de vender al por mayor, las parcelas comunales tienen que relacionarse necesariamente con un comercio limitado para tan siquiera acceder al comercio al por mayor (de ahí que el margen comercial africano o asiático sea en su conjunto mucho mayor que el de las ‘metrópolis’). Esto promueve, precisamente, las gradaciones en el predominio de la aparcería en África y Asia en comparación con Latinoamérica y los países ‘metropolitanos’, lo cual reduce la monetarización de la economía, etc. Si bien la aparcería puede pasar directamente al capitalismo en cuanto trabajo asalariado, el pago en especie también es mayoritariamente una comercialización de excedentes en Latinoamérica (y por lo tanto deja de ser una renta y pasa a ser una apropiación de ganancia comercial entre campesino y comerciante), mientras en África y Asia se percibe mayoritariamente como renta. Mientras existen renta en dinero, renta en especie y comercio de excedente en Latinoamérica, en Asia y África el comercio excedente que representa una ganancia se subsume dentro de una renta (todo esto en términos relativos). Pero como esta renta africana y asiática se basa en una mediación comercial en especie, y aquel pago latinoamericano en especie se basa en una mediación comercial retribuida con dinero, y la primera es limitada en cuanto al control del proceso productivo, mientras la segunda se basa en un comercio general, se confunde el carácter de plusvalía relativa (tal y como lo planteábamos en nuestro primer texto sobre colonialismo y periferias). En efecto, la innovación y la modificación del proceso productivo en Oriente Medio y África es muy reducida, debido a que el terrateniente se apropia “desde afuera” de la producción sin que haya incentivo para el desarrollo productivo. Esto, y no el Corán, es lo que explica la falta de inversión productiva y el predomino del comercio en la agricultura de Oriente Medio y África.

-         Pero si decimos que Latinoamérica se caracteriza mayoritariamente por una producción dominada por el capital comercial basado precisamente en su intermediación con respecto al productor agrícola, y al mismo tiempo, decimos que África y Oriente Medio tienen esa misma supeditación de la producción al capital comercial, ¿en qué se diferencian estas tres grandes regiones de Latinoamérica, África/Oriente Medio y Asia del Sur? Escribíamos antes:Esto nos ayuda a ser más exactos acerca de por qué hablamos de grados divergentes de transición entre la subsunción formal y la real: en Latinoamérica el terrateniente es propietario directo de la tierra (renta absoluta y plusvalías relativas propias de la subsunción real), pero predomina la pequeña y mediana parcela agrícola (comercializando excedentes tal y como en la subsunción formal), mientras que en África y Medio Oriente el terrateniente recibe su renta pero sin transformar el proceso productivo comunal (una renta absoluta sin plusvalías relativas), y se encarga también de comercializar excedentes (tal y como en la subsunción formal).” Con la inclusión del Sureste y el Sur de Asia, vemos que tenemos que afinar algunas cosas: la definición sobre Latinoamérica puede mantenerse tal y como está (siempre recordando que estamos hablando de un plano muy general, y que existen grados internos y excepciones a todo esto), pero se ve alterada por el hecho de que la renta asiática y africana acerca de manera relativa al terrateniente al proceso de modificación de la producción, lo cual además de acercarlo ambiguamente a la plusvalía absoluta (en tanto propietario parcial), lo acerca también a la plusvalía relativa (en tanto organizador de la división del trabajo o proveedor de materias primas y capital fijo). Por esta misma ambigüedad y acercamiento relativo, esa misma renta por la cual podemos compararla con una plusvalía absoluta y relativa, se convierte precisamente en la razón por la que es todo lo contrario: ese suministro de materias primas y capital fijo no es plusvalía relativa. La respuesta a todo esto es la diferencia entre margen comercial y la integración, o la diferencia que hacíamos precisamente entre la fragmentación de la tenencia de la tierra en un régimen parcelero comunal tribal, y uno basado en la propiedad individual o la ‘unidad familiar’ nuclear: la divergencia entre el margen comercial que va del precio de productor al precio final de venta, y la dispersión estadística basada en el espacio regional: el terrateniente del Este y Sur de Asia tiene una mayor integración entre terratenientes comerciantes al detalle y el comercio al por mayor a pesar de la multiplicación de la intermediación del terrateniente mismo en tanto comerciante. La fragmentación de la tenencia africana o asiática en comparación con Latinoamérica produce un aumento del margen comercial, y la mayor integración del Este y Sur de Asia a través del entramado de comercios detallistas y mayoristas produce la diferencia a su favor con respecto a sus homólogos de Medio Oriente y África. Por lo tanto, el terrateniente-comerciante africano y asiático sigue teniendo la posición de un intermediario de la producción de manera similar al sistema de putting-out, solo que en India o Filipinas la reducción del margen comercial permite una mayor apropiación y concentración de capital comercial, fomentando la renta en dinero, etc. La fragmentación de la tenencia comunal y tribal multiplica las relaciones de propiedad de la tierra (y por lo tanto esa apariencia de plusvalía absoluta y relativa): entre una serie de tierras cultivadas por productores directos latinoamericanos y su comercialización, hay menos intermediarios, y estos concentran más capital comercial. El porcentaje de comercios detallistas o es probable que sea mucho menor, o puede existir una proporción similar a la asiática pero con comercios detallistas pertenecientes a capitales comunes, en lugar de ser propiedad individual de dueños minoritarios, etc (algo que se vuelve necesario investigar). Mientras tanto, en la tenencia comunal y tribal independientemente de la mayor o menor integración entre comercios detallistas y mayoristas, la comercialización del excedente se percibe como una renta mayoritariamente en especie. Es el exceso de relaciones de propiedad lo que produce el aumento del margen comercial, y la posibilidad de comparar las rentas africanas y asiáticas con plusvalías absolutas y relativas: en lugar de que la villa se comunique directamente con el punto de venta siguiente, tiene que mediar con un intermediario inexistente en una localidad occidental. Y al mismo tiempo, esto produce el deterioro de la integración misma: ni el capital comercial ni el Estado pueden invertir en la reducción del margen comercial. Esta es la tendencia contraria a cualquier forma de plusvalía absoluta o relativa (aun a sabiendas de que es simplemente la apariencia formal de una plusvalía tal): además de que representa una comercialización mucho más limitada a valores de uso y mucho menos formal o general,  es el carácter de renta precisamente el que limita al comerciante de mediar en una manera distinta del putting-out. La supeditación de la producción al capital comercial en Latinoamérica al menos implica la posibilidad del productor directo de producir y comprar en general, y del capital comercial de comprar y vender en general. En Asia y África hay una producción y compra general, pero el capital comercial compra específicamente de la villa comunal, se encarga de vender específicamente de esa producción comunal, y de comprar y vender materia prima/capital fijo específicamente para su villa comunal (no en general). El Este o el Sur de Asia lograron un nivel intermedio de esta relación: el productor directo y el capital comercial venden y compran en general, pero todavía siguen siendo un eslabón intermedio entre la materia prima/capital fijo y el output de su villa comunal y el comercio (especialmente al por mayor). Lo que un productor directo podría comprar directamente en un mercado formal central, lo tiene que hacer a través del mercado formal local: esto permite un ahorro para el productor directo, pero un encarecimiento para el comercio.

-         Volvemos a Meiksins Wood y Brenner: lo que estamos planteando aquí (que no deja de ser solo una hipótesis cualquiera) implica no solo que el subdesarrollo es creado por el desarrollo, o que el capitalismo impide por sí mismo el propio capitalismo, o que las neocolonias viven un capitalismo ‘impuro’ o ‘atrofiado’: las ‘metrópolis’ del mundo habrían desarrollado el capitalismo, las potencias en llegar tardíamente (Alemania o Estados Unidos) habrían logrado industrializarse, desarrollar su propio mercado interno y una especie de acumulación originaria diversa, pero las ‘periferias’ parecían nunca alcanzar al capitalismo. Ahora vemos que más bien se trata de un desarrollo perfectamente capitalista: no se trata de un capitalismo que detiene o impide el capitalismo en sus neocolonias, sino de un capitalismo que se difunde y avanza de manera insaciable por los países sub-desarrollados. No sufren de ‘sub-desarrollo’, sino del desarrollo mismo. No están atrás, sino que nunca dejan de avanzar. Por esta misma razón los jefes tribales de Sudán o Somalia, o de Iraq o Siria, no ponen en cuestión a sus Estados-Nación por ser ‘arcaicos’ o ‘pre-capitalistas’, sino precisamente por buscar aumentar su acumulación y desplegar con todas sus fuerzas el poder del capital moderno. Y me temo (o por lo menos eso pienso) que la teoría de la dependencia o los sistemas-mundo (o el decolonialismo o el postcolonialismo) no llegan a desentrañar este tipo de hipótesis, precisamente en la misma medida que se quedan en el smithianismo y el ricardianismo, como lo señala acertadamente Brenner. Ni el intercambio mercantil alrededor del mercado mundial, ni el proceso productivo o factores de producción vistos como oferta y demanda mercantil, pueden resolver en lo más mínimo ninguno de estos temas, o cuando menos planteárselos. Chris Harman tiene razón frente a Brenner: se centra solamente en la agricultura, y no en la múltiple variedad de elementos tratados por el magnífico trabajo de Dobb. Debemos decir que si nosotros nos centramos en lo agrícola, lo hacemos no por darle ningún peso o prioridad: no es un centro ni un eje de determinación, ni siquiera una clave de lectura. Lo que nos permite es interpretar el desarrollo histórico del “Tercer Mundo”, entendiendo que la característica de estas regiones es la falta de desarrollo de la acumulación originaria en la transición del pre-capitalismo al capitalismo, y por lo tanto, la ausencia de un mercado interno y una industria autosuficiente; o sea: la salida de la economía agrícola natural o de subsistencia (la salida del modo de producción asiático) y cómo más o menos configuró la forma en la que se decidió desarrollar el capitalismo en nuestras regiones. Las oposiciones entre burguesía y terratenientes/aristócratas feudales, o entre proletariado industrial/campesino y burguesía industrial, no tienen el menor sentido para entender las experiencias capitalistas de nuestro continente o del resto de neocolonias del mundo.


-         Latinoamérica: este planteamiento abre la posibilidad de estudiar las comunidades indígenas latinoamericanas en su propia forma. Por ejemplo, comparar la relación entre la encomienda y mercedes reales en Costa Rica, y su comparación con países como Guatemala (a lo Sol Tax), donde además existe un radio minifundio-latifundio radicalmente diferente: ¿cómo es posible un predominio del latifundio y una mayor presencia de regímenes parceleros comunales? ¿Será que así como la aparcería en especie puede pasar directamente al salario o jornal capitalista (y sus distintas modalidades), entonces el tributo del modo de producción asiático pre-colombino en Centroamérica pasó directamente al trabajo asalariado?

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