Guerras mundiales
Las guerras mundiales son extensiones de la exportación de capitales. Por eso el imperialismo y la exportación de capitales aparecen al mismo tiempo. Y por eso las dos guerras mundiales anteriores fueron intentos expansionistas de Alemania: no tiene que ver con nada étnico de los pueblos germanos, ni con la maldad de Hitler, sino simplemente con que Alemania se estaba convirtiendo en competidor del Imperio Británico y los Estados Unidos, con la pequeña excepción de tener muy pocas colonias. Eso obligaba a Alemania a salir en búsqueda de sus áreas de inversión para su creciente exceso de capitales sin acumulación (proceso de origen de la exportación de capitales a diferencia de la simple exportación mercantil). Estados Unidos tampoco tenía colonias comparables, y se puede decir que Alemania se adelantó a Estados Unidos en esa búsqueda, con el resultado completamente paradójico de que las guerras destruyeron a Europa y convirtieron a Estados Unidos en su acreedor y nuevo colonizador. Esto también explica por qué las guerras mundiales clásicas no han vuelto a suceder: la exportación de capitales de la época monopolista se caracteriza principalmente por la integración horizontal y la dependencia de la nación: aunque ya las fuentes de energía eran más móviles a lo interno de cada nación (la electricidad, el petróleo, etc), se necesitaba asegurar la producción de esas regiones como forma de suplir de materias primas para las distintas ramas, además de pasar a producir bienes de consumo para el mercado mundial, etc. Había una gran concentración internacional de capitales, pero la centralización no pasaba de la mera cartelización de capitales financieros nacionales.
Con la aparición de los carteles y trusts internacionales, y el predominio de la integración vertical (que pasaría a ser tercerización), el aseguramiento de materias primas o la producción de bienes de consumo para el mercado mundial no necesita la apropiación regional y territorial del capital, sino simplemente su apropiación financiera: en lugar de invadir Europa para fundar procesos productivos en todos sus territorios (como lo buscó hacer la Alemania nazi), puedo aprovechar los conflictos internos de manera indirecta (guerras proxy) y apropiarme de medios de producción a través de la centralización financiera internacional. Más aún: al existir carteles y trusts internacionales (multinacionales) el conflicto deja de ser entre naciones, y los ejércitos de varios países diferentes en conjunto se encargan de apropiarse de las zonas de influencias coloniales sin entrar en conflicto entre sí: precisamente porque representan a carteles y trusts de múltiples países. Por eso un conflicto como el sirio o el yemení presenta todas las características de una guerra mundial, y al mismo tiempo, es incomparable: todas las potencias del mundo participan del conflicto, pero al mismo tiempo se reparten el mundo de manera coordinada. Los Estados Unidos podrían enviar tropas a luchar a Siria contra los rusos, ¿pero para qué hacerlo, si pueden simplemente negociar la ‘transición democrática’ de Assad en conjunto con los capitales rusos, y dejarse una porción de los activos financieros de los capitales sirios? Lo mismo se puede decir del despliegue de bases militares y tropas de todas las potencias del mundo alrededor del globo: justo a finales del año pasado China anunció su primera base militar afuera de territorio chino, en Yibuti, África. ¿Saben cual otro país tiene una base en ese mismo país africano?: Estados Unidos. Y se habla incluso de cooperación entre Estados Unidos y China en esa zona. El mundo está literalmente militarizado, pero no hay necesidad alguna de que estalle un conflicto mundial. Eso, claro, puede cambiar dependiendo de la necesidad de aumentar la acumulación a través de la exportación de capitales.
Pero como la exportación de capitales ya no responde a centralizaciones nacionales, sino internacionales, la contradicción para una guerra posible se vuelve radicalmente distinta: ya no se trata de trusts nacionales que a través del Estado (militar) buscan sus zonas de inversión (como en el colonialismo, y con la Segunda Guerra Mundial como la última gran expresión de esa forma de exportación de capital), y por lo tanto, compiten y chocan entre sí en una conflagración mundial, sino que se trataría de trusts internacionales (verdades clases burguesas internacionales) que agrupan a distintos Estados (precisamente por su carácter internacional), y por lo tanto, agrupan también a los trusts con los cuales compiten, haciendo que la extensión militar de sus zonas de inversión esté también internacionalizada. No estaríamos hablando entonces de un ultra-imperialismo a lo Kautsky: las contradicciones entre los distintos capitales y sus procesos de acumulación no se elimina, pero ya no tiene un carácter nacional. El Estado-Nación no desaparece, pero en la medida que representa la defensa y la depredación de los trusts (la unión entre el capital financiero y el Estado entendido también como un trust, o el paso del capital financiero al gobierno directo del Estado en sustitución de sus políticos tradicionales, etc), y en la medida que estos trusts se han vuelto internacionales a través de la fusión y centralización internacional inédita de los capitales, entonces cada Estado pasa a defender bloques de capitales financieros internacionales completos. El Estado-Nación no muere: se internacionaliza. Cada vez que un Estado se lanza a una aventura militar internacional, está defendiendo el interés ya no solo de un trust nacional, sino de un trust compuesto por los capitales y los intereses de distintos capitales financieros del globo.
Esto explica todo el proceso que va desde las guerras proxy justamente después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, y la gran diferencia entre el proyecto fascista estadounidense y el alemán (basado uno en la ocupación directa y el otro en la indirecta), hasta llegar a la actual militarización coordinada que vemos en el caso sirio o africano que apuntábamos antes (impensable durante la Guerra Fría). Mientras que la Alemania nazi busca la exportación de capitales propia del capitalismo monopolista a través de la apropiación de territorios para establecer abastecimiento de materias primas, procesos productivos, etc, los Estados Unidos logra una exportación de capitales que tiene ese mismo propósito, pero está basada en el método indirecto de la centralización financiera que permite la tercera revolución industrial y el capitalismo tardío: de ahí que el imperio estadounidense esté involucrado virtualmente en todo asunto político que sucede alrededor del mundo, sin necesidad expresa de involucrar sus fuerzas armadas. A lo largo del siglo XX irán desapareciendo las intervenciones militares explícitas y directas, y serán reemplazadas por las guerras proxy que caracterizaron tanto de la relación entre Estados Unidos y el ‘bloque socialista’ mundial durante la guerra fría, hasta los conflictos post-muro de Berlín, etc. La guerra directa de Vietnam será la gran derrota del siglo XX, y la guerra proxy de la formación del Estado de Israel será la gran victoria. No es una desaparición de la militarización: los últimos 30 años los Estados Unidos han estado en guerra permanente alrededor del mundo, pero ya no basados en la gran colonización y ocupación directa (tal y como lo intentaron los fascistas alemanes e italianos, etc), sino a través de intervenciones que tienen como fin asegurar la apropiación del control o centralización del capital financiero estadounidense e internacional sobre la producción de los distintos países neo-colonizados del globo. Insistimos: a diferencia de la exportación de capitales basada en la interdependencia de distintas ramas de capitales en una integración horizontal, se basa en las condiciones permitidas por la internacionalización del capital financiero, y la posibilidad de apropiarse de procesos productivos completos (verticales) alrededor del mundo a través del control de la finanza.
Y explica, como ya dijimos, el porqué de la ausencia de guerras mundiales clásicas, y cual es la posibilidad o no de que vuelvan a darse: el factor que detiene a los trusts de lanzarse en una (búsqueda de) exportación de capitales tal y como lo hizo la Alemania nazi (o como lo hizo todo el colonialismo europeo clásico), es que la financiarización internacional (que va más allá de la desregulación de activos bancarios, y tiene que ver con la producción industrial misma) permite esa exportación sin necesidad de asegurarse materias primas o mercados específicos: se pasa de la internacionalización de la realizacióndel plusvalor, a la internacionalización de su producción. A diferencia de la integración horizontal que requiere la búsqueda de mercados de materias primas, de trabajo y de consumo específicos separados entre sí, la integración vertical permite la internacionalización de procesos completos e indiferentes de ser producidos o consumidos en cualquier parte del globo (se produce para el mercado mundial). Esto quiere decir que cualquier guerra mundial posible (o no) solo puede darse sobre la base de la competencia entre distintas fracciones del capital financiero mundial, y no sobre la base de la contradicción entre Estados-Nación: cualquier triunfo militar de cualquier Estado-Nación alrededor del mundo hoy, representa el triunfo de capitales internacionales. La única posibilidad de que estalle una guerra es por una pugna entre trusts internacionales que se reproduce como una contradicción a lo interno del Estado-Nación mismo: alguno de los trusts internacionales será más fuerte que el otro, y éste tomará las riendas del Estado-Nación en oposición a cualquier otro trust. A diferencia del trust nacional representado políticamente por su respectivo Estado nacional, y la subsecuente contradicción y fricción con los demás trusts nacionales y Estados nacionales (tal y como se dio en las guerras mundiales del capitalismo monopolista), hoy el trust internacional representado por un conjunto internacional de distintos Estados entrarían en contradicción con otros conjuntos de trusts y Estados, etc. En vista de que un trust internacional puede estar representado por un conjunto internacional de Estados que conforman su propio trust, esto frena la posibilidad de agresiones (guerras proxy), y hace que la única posibilidad de agresión se lleve a cabo sobre bloques o conjuntos regionales que no entren en esta contradicción. La explicación para una coordinación militar china y estadounidense en África, o una rusa y occidental en Siria, está en la compenetración de los capitales chinos y estadounidenses, orientales y occidentales, lo que hace que cualquier contradicción se resuelva sobre la base de una fracción mayoritaria.
Esto puede que explique el fenómeno fascistoide que viven los gobiernos del mundo hoy en día: a diferencia de la Segunda Guerra Mundial, hoy por hoy no existe ninguna potencia que no tenga rasgos bonapartistas o abiertamente fascistoides. Estados Unidos, China, Israel, Rusia, Alemania, Francia, Inglaterra, además de Ucrania, Polonia, Hungría, España, México, Colombia, Guatemala, Honduras, etc, entre muchos otros países, representan una avanzada de esos rasgos fascistas, pero que todavía no rompen del todo con la democracia: mantienen sus parlamentos y sus elecciones, pero con características sistemáticamente dictatoriales o de Estados de excepción. Si seguimos a Marx y sus definiciones en el 18 brumario, recordaremos que la diferencia entre la democracia y el bonapartismo (recordando con Trotsky que el fascismo es simplemente un tipo de bonapartismo) es que en la república democrática gobierna la clase, mientras que en el bonapartismo gobierna la fracción más reaccionaria de esa clase. La fracción reaccionaria se despoja de sus políticos de turno (del parlamento, por ejemplo) y de sus órganos públicos (los medios de comunicación) y pasa a la dictadura. En la medida que pasamos del trust nacional al trust internacional, se da entonces una mezcla de distintas fracciones internacionales en un mismo Estado (como en la república), y la superioridad de una fracción (internacional) por encima de todas las otras (como en el bonapartismo), que es precisamente la mezcla que estamos señalando.