Una propuesta de teoría monetaria




-         Los países clásicamente de la Tríada que poseen acumulación originaria y el desarrollo de un mercado interno propio, aunque ya no se encuentran solo en la Tríada (por lo menos en términos relativos: mercados tan amplios y mucho más poderosos que los occidentales, como el Chino, todavía no se desarrollan multinacionalmente más allá de la integración vertical regional, y lo mismo para el resto de superpotencias actuales en Asia que van desde Israel y Turquía hasta el Sureste Asiático), tienen la particularidad de desarrollar políticas monetarias repreciativas que rompen con su dependencia de la exportación y la competitividad de sus productos. Pero esto es solo la apariencia, y el problema es mucho más complejo. La construcción del mercado monetario mundial mismo permite que la competitividad de los productos en el comercio exterior se “apoye” sobre el mercado interno, y al mismo tiempo, la competitividad misma sea superior a países con modelos netamente exportadores. ¿Cómo?

-         La repreciación de un país es la depreciación de otro mercado, pero más aún, la predominancia de una moneda mundial o de una serie de monedas mundiales sobre otras, produce el efecto de una repreciación aún mayor en dichas potencias, y una depreciación potencialmente mucho más pesada en las periferias que, para todos los casos y a todas luces, están igualmente conectadas precisamente a los mismos capitales financieros multinacionales. Recordaremos el caso centroamericano donde casi el 100% de la producción industrial y comercial está prácticamente en manos de grandes trusts de fusiones internacionales (y ya no  trusts ni siquiera estatales o nacionales, que es precisamente lo que diferencia la fusión de la propia concentración de las finanzas y las monedas globales). Por lo tanto, insistimos: además de la repreciación propia a cada mercado interno propio (desarrollado o no, dependiente o no de la importación/exportación), existe la presión del dominio monetario y cambiario, lo cual no significa un detrimento basado en países “metropolitanos” y “periféricos”, sino un aprovechamiento global en todas las regiones por parte de las multinacionales de todos los tipos y que atraviesan todos los sectores.

-         Monetariamente, el mismo proceso de aumento de la capacidad de demanda agregada de las metrópolis, beneficia el negocio exportador y bancario en moneda extranjera en las colonias, y por lo tanto, su capacidad de concentrar procesos productivos en tanto capital financiero. Esto quiere decir que el proceso de depreciación que se padece por ejemplo en Centroamérica a través de flujos de capitales internacionales, se explica en parte también porque las finanzas de los países periféricos aumentan su interés y sus dividendos en tanto capital bancario a través de ese dominio comercial. En los países metropolitanos el capital bancario y financiera (que no son exactamente lo mismo) se nutren también del proceso porque son el mismo capital financiero tanto metropolitano como autóctono. Las dos variables anteriores (tanto la repreciación endógena y la depreciación exógena, como en segundo lugar el dominio de las monedas internacionales tanto en mercados endógenos como exógenos, quiere decir que existe una teoría monetaria que puede ser explicada completamente independiente de cualquier base o productividad (tal y como lo reniega la mayoría del marxismo hasta hoy en día –desde Bellofiore hasta Chesnais, o el mismo Lapavitsas, etc-). Esto quiere decir que el tipo de cambio nominal beneficia no solo a las potencias en tanto importadoras y exportadoras, sino también a las periferias pero de un modo radicalmente distinto: es solo el capital exportador y el bancario periférico el que se beneficia de los intercambios nominales entre los tipos de cambio (con un énfasis estricto en lo nominal, para no entrar en la discusión insípida contemporánea sobre la paridad de poder de compra y equivalentes o promedios imaginarios, etc). Las monedas locales o autóctonas se benefician del poder adquisitivo no cambiable, a diferencia de las potencias en donde el mercado interno y la competitividad vuelven esta variable algo indiferente en términos de intercambiabilidad, pero no en términos de poder adquisitivo. Por lo tanto, mientras las monedas de las potencias se benefician en ambos frentes: tanto en el poder adquisitivo como en el intercambio, las naciones periféricas o los mercados monetarios y financieros periféricos se benefician solamente del intercambio puramente. Esto hace explícito que el dominio del capital comercial sobre el mercado interno es también dominio del capital financiero.

-         El dominio del dólar o el yuan o el euro o de cualquier otra moneda de las potencias mundiales como moneda mundial o moneda única sobre una sociedad (la famosa dolarización), es una presión repreciativa por sí misma. La necesidad de intercambiar por una moneda particular, es una necesidad que da ventaja de competitividad en la intercambiabilidad. Sería necesario poner en cuestión si el hecho mismo de lo mencionado en el punto anterior, implica una especie de concepto de competitividad similar al de las exportaciones en el comercio exterior, pero aplicado a las monedas y activos financieros. Esta relación entre monedas o activos financieros extranjeros o locales no puede ser equivalente a la banca extranjera o privada, o la banca nacional y pública respectivamente. El aprovechamiento de la moneda extranjera en suelo periférico, es también aprovechada por la propia banca autóctona y viceversa.

-         Por lo tanto, D1 – D2 en tanto reproducción simple o ampliada (es indiferente), como A1 y A2 en tanto capitales agrario e industrial respectivamente. Lo cual quiere decir, según lo dicho, que aunque hay un desarrollo equivalente entre estas variables, su funcionamiento varía de acuerdo a una vía no-revolucionaria o la vía prusiana del capítulo XX del tomo III. Este desarrollo por lo tanto, modifica los términos en tanto reproducción simple, no para D1 y D2, sino para A1 y A2, lo cual requiere la intervención de variables comerciales o financieras C1 o F1. Esto evidentemente rompe con la equivalencia anteriores en términos formales y concretos, y significa pura y simplemente que el desarrollo de la acumulación originaria o el mercado interno en las periferias ya no puede suceder en un modo clásico en absoluto, sino que requiere de una vía heterodoxa tal y como la explicada aquí.

-         Esto quiere decir que en Costa Rica el capital financiero no se traza en los términos de la famosa Dinastía de los conquistadores en lo más mínimo (que para nuestros propósitos, es completamente inservible para cualquier tipo de análisis económico serio), sino que ha existido desde la época del siglo XIX (a través de las disputas bancarias propias de la época, no entraremos en ello para no distorsionar en ningún modo la integridad de nuestra propuesta), y según los análisis de la última generación de historiadores como Jorge León Sáenz y que es posterior a Elizabeth Fonseca, se puede retrotraer en términos monetarios a la economía pecuaria y agrícola (desde la carne y el tabaco, etc) y comercial colonial, tal y como lo hemos establecido también aquí.

Anexo


-         La integración vertical de las multinacionales produce la segmentación o desintegración de las economías nacionales al nivel de su mercado interno. El superimperialismo es imposible porque es imposible un mercado de oferta única, tal y como lo establece Chesnais. Eso quiere decir que predomina el principio artesanal que rescataran Piore y Sabel y que no tiene que ver solamente con la producción flexibilizada. O en otros términos: Marx pierde frente a Bernstein en la medida de que no se extiende ni se homogeniza la gran industria (idea dieciochesca), sino que se extiende la industria al modo de la pequeña empresa y no solo de medios de producción o industriales, sino de comercio o servicios incluidas las empresas agropecuarias. Más aún: en términos financieros, el consumo mismo se extiende como parte del capital financiero (e.j.: fondos de pensiones). Esa desintegración produce obstáculos al comercio exterior, tarifas, o distorsiones varias del mercado. La solución no es la ofensiva de la multinacional por acapararlo todo ya no solo como oligopolio sino como monopolio, sino integrarse verticalmente dentro de la pequeña empresa campesina o urbana (industrial o comercial). Esto implicaría la reindustrialización o la reactivación de las zonas (incluso de las propias potencias) donde la fusión de los capitales y activos financieros inmateriales del mercado mundial, impiden u obstaculizan la producción de valor. Uno de esos medios podría ser precisamente el acceso al crédito.

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