Heterodoxia: suzeranía, formación de estado y acumulación originaria
Tengo plena fe en que la narrativa de la acumulación originaria de Marx está caduca. Una vez que uno se concentra en formas de subsunción formal y del capital comercial en lugar de la famosa tríada de artesanías-manufacturas-industria, se empieza a dar cuenta de lo insultante y casi intelectualmente deshonesto que es el relato de cómo se construyó el mundo, incluso el marxista. Las palabras de Meiksins Wood resuenan más que nunca. Incluso los sistemas mundo son incapaces de dar cuenta de este tipo de fenómenos como los descritos aquí. De llevarse hasta sus máximas consecuencias, esto implicaría una reescritura de la historia del globo. Usé principalmente los inmensos tomos de historia económica de Cambridge sobre Roma, India y China como estudio comparativo, pero tiene que quedar claro que comparativo no quiere decir que existan ni siquiera correlaciones, o que cada ejemplo sea simétrico con el otro, etc.
- El problema de la suzeranía traído a colación por Perry Anderson resuelve el problema de las formaciones de estado modernos, no simplemente los estados antiguos o conocidos como ‘patrimoniales’. Si el absolutismo europeo es considerado antecedente del estado-nación moderno, pero encontramos equivalentes de ese ‘absolutismo’, o incluso formas más avanzadas de estado en Oriente (es decir, incluso más ‘ilustrados’), entonces no es solo el absolutismo el antecedente del estado-nación moderno, sino la formación de estado misma la que antecede a la modernidad, y procesos de formación de estado en lugares como China antigua o la India anterior a la colonización inglesa, deben verse como formas de formación de estados-nación modernos. Un ejemplo claro: en el año 536 a.c., mientras se acaba de fundar la república de Roma sin comercio importante y se basa fundamentalmente en la extracción agrícola, un gobernante del imperio chino llamado Zichan, durante la recientemente desaparecida dinastía de Zhou, la cual existió desde la Era de Bronze tardía, con un desarrollo inusitado de la metalurgia (aunque sin caer en las exageraciones de Dussell que habla de una revolución industrial en la antigüedad), con carteras ministeriales de obras públicas, y con la posibilidad de sus ‘plebeyos’ de entrar en la nobleza sin esclavitud alguna y no por riqueza sino por concurso público secular, proponía que las leyes se anunciaran públicamente y fueran discutidas por los ciudadanos del imperio Chino sin discriminación alguna entre comunes y ciudadanos. Es una propuesta que ni siquiera se le ocurriría a Rousseau; una propuesta que no se le ocurriría ni a Pierre Bayle ni a Voltaire. Y estamos hablando del período que va desde el 1500 a.c. hasta el año 500 a.c, justo cuando continuarían la época de la Primavera y el Otoño y la disolución de los Estados en Guerra chinos, que llevarían a la dinastía Qin. A diferencia de Roma, que se equilibraba a través de una suzeranía (pronto iremos a esto), China ya poseía todas estas características y un estado unificado (aun siendo a través de la suzeranía también), sin pasar ni siquiera por el absolutismo ni por la época monárquica de la que estaba precisamente saliendo justo en ese momento la república romana. Pasaron directamente de la economía de palacios y la formación de ciudades-estado (la revolución urbana de Childe) a la unificación de un estado claramente iluminista, solo que antes de que existiera tan siquiera la división entre occidente y oriente.
- El estudio de la suzeranía antigua desde un enfoque económico, permite aclarar perfectamente la existencia del modo de producción ‘asiático’, y el hecho de que Europa sea la única región marginal del mundo que no desarrolla el modo de producción asiático, sino el esclavismo, la familia nuclear y la propiedad privada. La suzeranía se basa en una especie de sujeción de un reino frente a otro (Babilonia frente a Asiria en Mesopotamia, por ejemplo), pero sin perder su propia soberanía. Esta suzeranía permite grados de movilidad o aleatoriedad en donde no es necesaria una estructura permanente de administración al modo del absolutismo. En todo caso, es posible fundar (como en el imperio Chino) una suzeranía permanente y monárquica, pero que al mismo tiempo opere no a través de la administración directa de las ciudades-estado, sino a través del respeto de su soberanía. Existen entonces grados que van desde la administración directa y soberana del tipo romano y sus provincias italianas (no así sus protectorados internacionales), un grado de suzeranía del tipo chino donde es posible la centralización permanente, y un grado más aleatorio y móvil como el que caracteriza a la India antes del reino Moghul, y que caracteriza también la fragmentación estereotípica de las sociedades de Oriente Medio, donde no es necesaria ni siquiera una estructura permanente o central de tipo judicial o administrativa en ningún sentido. El reino suzerano administra el comercio exterior y recibe, por supuesto, la renta y/o taxación, además de basarse en una alianza militar de apoyo. Si tomamos esta estructura institucional, y analizamos los flujos de valor con respecto al sector agrícola antiguo, en seguida notamos claramente las definiciones de Marx en sus Formaciones económicas precapitalistas acerca de la diferencia romana y la ‘asiática’: en la Roma anterior a las guerras púnicas y el establecimiento del senado o el imperium, en ningún momento la estructura de instituciones del estado se encargó de cobrar ninguna renta de la tierra, sino solo impuestos. En cambio, China o India eran regiones donde el respectivo reino suzerano que unificaba el imperio, cobraba la renta indistintamente como taxación. Esto explica el porqué los ‘estados feudales’ europeos son fijos y se basan en la propiedad de la tierra, y los asiáticos son móviles, con la posibilidad de cambiar de locación tanto deudores como acreedores de la renta y el impuesto, etc, tal y como lo señala Issawi. De ahí que la gran ocupación de la administración romana sea la guerra y la política, dejando que la economía y la plutocracia se manejen a través de la propiedad privada de la tierra, y en cambio la administración asiática del estado se encarga explícitamente de la economía a través de la extracción de su renta y tributo público, con el estado mismo como gran terrateniente comunitario. En otro modo: el estado romano se encarga del “capital humano”, dejan que el capital productivo propiamente dicho se relaciones a través de relaciones de acreedores-deudores y compras-ventas basadas en la propiedad privada individual, familiar, co-sanguínea y demás. El estado asiático, en cambio, se encarga no del capital humano, sino del capital económico propiamente dicho: la renta de la tierra y el tributo son indistinguibles y toda la extracción terrateniente y latifundista de la renta es a través del estado. Hay que recordar las especificaciones de las Formaciones, especialmente la diferencia entre el modo romano y griego y el modo germano: Roma es propietaria individual y privada de la tierra, y su única necesidad de articulación está en la salvaguarda de las relaciones económicas basadas en la propiedad privada y la guerra. El modo germano (ejemplificado excelentemente por el texto de Engels sobre La marca) es un modo donde parte de la tierra es propiedad privada, y otra parte es comunal sin la existencia de estados. En Asia las villas tribales se ven ante una disyuntiva diferente, ya que en lugar de romper con las ‘estructuras complejas’ de las relaciones filiales y cosanguíneas, deciden construir un estado como representante comunitario de dicha comunidad tal y como lo describe Marx en sus Formaciones. Tanto en Roma como en China será el monopolio de la violencia el que permita establecer la necesidad de sus tipos de propiedad y del estado romano o del estado tributario chino: en Roma a través del período monárquico desde el siglo VII a.c. y en China a través del desarrollo de la metalurgia que señala Needham que permite la monopolización de las armas en cierto sector y el nacimiento del estado antiguo en dicha región.
- Hay que tener en cuenta que además del paso por la formación de la ciudad-estado que dará pie a las primeras formas de suzeranía y luego a la formación de un estado unificado, existe una etapa previa que se llama de modo laxo ‘economías de palacios’ y que, en cierto modo, corresponde también a lo que en historiografía se ha venido a llamar ‘estados patrimoniales’. Estas categorizaciones son confusas, y creemos que son parte de un desarrollo relativamente simple de describir si se parte no solo de Marx sino del análisis de la suzeranía. En todo caso, esto está en Childe a la hora de demarcar su revolución urbana, como parte de la revolución neolítica. Las economías de palacios son por lo general villas tribales agrícolas que están unificadas de un modo disperso o unificado sin que ninguna resalte como un ‘centro’ de concentración de la riqueza o del plusproducto, aunque es posible que exista: recordemos los trabajos sobre formación de estado de Godelier donde habla de economías donde se distribuye la riqueza de acuerdo a lazos consanguíneos y distintos méritos comunales de las tribus, y se crea no solo una desigualdad (la desigualdad no es el problema), sino una concentración que después por vía de la fuerza es monopolizada y se construye tal cual el estado. Las economías de palacios podríamos decir que son una forma más avanzada posterior a las complicaciones del cazador recolector, sus relaciones de adhesión o alianza (en terminología de Meillassoux), la salida de las bandas/clanes hacia la formación de tribus, y a partir de aquí, ahí sí, el tema de los palacios como primeras formas de concentración de la producción. Otra característica importante de las economías de palacios es que están ligados a la mitología religiosa, mística o totémica, lo cual se ejemplifica bastante bien en India y la época de la disputa entre los reinos Rajput o reinos medios entre el siglo III a.c. y la fundación del Sultanato de Delhi en el siglo XII d.c. Más importante aún: la economía de palacio permite una parcelación que aumenta “márgenes comerciales” pero provoca integración, la ciudad-estado permite un latifundismo que elimina la integración pero reduce el “margen comercial”. No solo esto, sino que la suzeranía asiática logra mayor concentración de riqueza por integración de su aparato administrativo en cuanto extractor de renta e impuesto. La suzeranía romana en cambio es una institución que media la administración de la guerra y de la política, pero esto hace que el margen comercial suba porque va directamente a los terratenientes en lugar de que las rentas y los tributos se queden en el estado. Se puede decir que Roma y Asia se vieron ante disyuntivas completamente distintas que tienen que ver también con la organización tribal de sus villas en el período de las economías de palacios o templos antes de la diferenciación de sus ciudades-estado: Roma básicamente funda la ‘estructura elemental’ de parentesco moderna (usando la terminología de Levi Strauss), donde se delimita la familia consanguínea, pero las relaciones filiales se dejan al libre albedrío de la economía y el traspaso de propiedad. Asia y el modelo asiático en general se desarrolla, en cambio, a través de ‘estructuras complejas’ de consanguineidad, y no ‘simples’ (también en terminología de Levi Strauss). Esto en cierto modo ayuda a la configuración de un latifundismo mucho más amplio en Europa, que seguramente servirá como base para la acumulación originaria del capitalismo, o por lo menos lo hará de no encontrarse con el parcelamiento de la tierra y el arrendatario. En cambio, los efectos que tiene para el modo asiático son la fragmentación de la tierra pero que se ve contrarrestada por una alta división del trabajo comunal y tribal de las villas. China logrará consolidar mejor su posición agrícola precisamente por consolidar la unidad de su estado y salir de las relaciones de suzeranía. El subcontinente indio, en cambio, se atrasará en lograr una unificación que se salga de las relaciones de suzeranía, aún bajo la gran unificación del Moghul en el siglo XV d.c. Por último: las concentraciones de tierra o de plusproducto alrededor de reinos basados en economías de palacio, no implican que las ciudades-estado sean automáticamente regiones de capital comercial propiamente dicho o mercados de intercambio. De hecho el caso de Roma es precisamente el contrario y el más atrasado en comparación con China: las ciudades-estado son ciudades de terratenientes y grandes latifundios que empiezan a urbanizar pero a través de la agricultura y la división incipiente del trabajo (división del trabajo artesanal que también es mucho más atrasada en Roma que en China). Las zonas de palacios son fundamentalmente zonas rurales y campesinas, pero eso no quiere decir que las ciudades-estado no sean agrícolas. Son simplemente zonas aristocráticas de latifundistas. De ahí que la expansión del imperio romano se pueda ver no como una expansión comercial (a pesar de los publici), sino como una expansión netamente agrícola.
- La acumulación originaria es un fenómeno sumamente marginal en la historia del desarrollo del estado y del capitalismo. La mayoría del mundo ha sido penetrado por el capitalismo sin necesidad alguna de ninguna acumulación originaria, y más aún, la creación del estado moderno mismo tampoco necesita de la acumulación originaria del absolutismo europeo para formar estados unificados, lo cual puede que implique formas de subsunción formal y real completamente heterogéneas con respecto a la acumulación originaria. El mejor ejemplo es la historia de la India: la unificación del Moghul se dio sobre la base de la invasión árabe e islámica que fundó el Sultanato de Delhi. Antes de dicha invasión, y durante la época de reinos medios indios, el capital comercial era casi inexistente fuera de las zonas de ciudades-estado que cosechaban con irrigación o que se concentraban en los puertos marítimos para el comercio exterior. Las zonas del norte indio eran fundamentalmente reinos tribales que se mezclaban con los nómadas en concentraciones de riqueza no mayores a las economías de palacio. Después había un sustrato intermedio de pequeña-producción agrícola, pero siempre dentro del marco de relaciones tribales o de ‘estructuras complejas’. La llegada del sultanato y del islam produjo una gran revolución a través de la creación de estructuras de cobros de renta de la tierra y taxación indistintamente (tal y como en el modo asiático). Se adaptó la estructura gubernamental islámica a la situación existente de villas y líderes tribales, y al mismo tiempo se creó toda una estructura nueva sobre ella, que ayudó a crear una especie de gran subsunción formal del capital comercial sobre la economía agrícola india. Lo increíble de este período del medioevo (la primera parte o los primeros siglos del segundo milenio) es que al mismo tiempo que esto sucedía, Europa vivía subsumida en el atraso también de la fragmentación feudal clásica, la desintegración del imperio romano de occidente, y la completa o casi completa desaparición del comercio que sirve de antesala histórica (como ley del valor) para la acumulación originaria. Esto sucederá de manos de los capitales especialmente venecianos, como es bien sabido. Lo increíble es que esta ley del valor estuviera operan también de un modo radicalmente distinto en India, y por vías que no tuvieron nada que ver ni con Roma ni con Venecia, sino con el Islam. Más aún: la supuesta entrada India al capitalismo a partir dela colonización de varios siglos después por parte de los británicos, tampoco hizo ninguna disolución de las villas tribales ni ninguna acumulación originaria. Tenemos entonces en la India un caso de una superpotencia capitalista hoy en día, que durante toda su historia de subsunción formal (del capital comercial y usurario) y real (del capital productivo a través de rentas relativas) no ha tenido un desarrollo más que completamente desconectado de la acumulación originaria europea, de cualquier influencia romana, e incluso más bien impulsada por el desarrollo de las invasiones árabes. Sin las invasiones árabes, como bien se sabe, será imposible que exista el Moghul, e India será uno de los pocos estados-nación de sur-este de Asia (incluyendo a Vietnam) que tendrá un estado unificado sin la necesidad de intervenciones occidentales e ‘ilustradas’. Por lo tanto, hay toda otra vía de formación de estado-nación moderno y de subsunción formal y real que no tiene que ver con la acumulación originaria ni con occidente en general.
- ¿Cuál es la diferencia de la cohesión china y la desintegración o desestabilización de regiones como la del subcontinente indio, o incluso del Oriente Medio? La diferencia está en que luego de las tres dinatías de Xi, Zhou y Qi, el estado deja de tener relaciones de suzeranía propiamente dichas. Lo mismo pasará en Roma una vez que se centraliza el senado, se recogen impuestos y empieza el expansionismo y la colonización de protectorados. Ni siquiera el Moghul dejará del lado completamente las relaciones móviles y ambivalentes de la suzeranía, donde era posible cambiar los flujos de valor de las rentas y los impuestos a placer, desde zonas lejanas y con poca integración, además de alta fragmentación de la tierra. En todo caso, esta misma realidad es la que permitió a regiones como la India la tolerancia de distintas versiones religiosas que ya durante la época de la república tardía en Roma eran imposible de darse (como la cacería de los rituales paganos dedicados a Baco). El funcionamiento mismo de la suzeranía es la sujeción, pero manteniendo siempre la soberanía de la región, lo que permitía que las zonas budistas co-existieran con la hinduistas, y las distintas denominaciones entre sí también, etc. Lo mismo sucede en Oriente Medio y en el Asia Pacífico. Pero la diferencia está también en lo que decíamos antes y citaremos de nuevo: “la economía de palacio permite una parcelación que aumenta “márgenes comerciales” pero provoca integración, la ciudad-estado permite un latifundismo que elimina la integración pero reduce el “margen comercial”. No solo esto, sino que la suzeranía asiática logra mayor concentración de riqueza por integración de su aparato administrativo en cuanto extractor de renta e impuesto. La suzeranía romana en cambio es una institución que media la administración de la guerra y de la política, dejando la economía al ámbito privado, pero esto hace que el margen comercial suba porque va directamente a los terratenientes en lugar de que las rentas y los tributos se queden en el estado.” La formación de ciudades-estado en Roma por esto toma un perfil muy diferente al de China: en Roma antes de que exísta la esclavitud como modo de producción, existe el latifundio, el pequeño productor campesino y una gran masa de campesinado obrero. De hecho el período temprano de la república romana ve un proceso muy similar al de la “acumulación originaria” solo que en la antigüedad, y en un modo estrictamente agrícola. Se despoja al campesinado de su tierra a través de las extensiones del latifundio aristocrático, y esta masa campesina será la futura mano de obra esclava. En el imperio Chino, incluso antes de la Era de Hierro se da otro modo de lidiar con el mismo proceso de formación de ciudades-estado: además de que el estado se encarga directamente de la producción económica y su organización, el estado chino provee tierra y parcelas campesinas siempre de la mano de la renta/taxación. Es el camino completamente inverso. De ahí que el estado chino se convierta en terrateniente y productor absoluto de la economía, al contrario de las instituciones romanas por las cuales apenas si pasarán impuestos. Más aún, si bien la ciudad-estado es una forma de desintegración de la sociedad gentilicia y su integración en la villa, la multiplicación de ciudades-estado sirve también como un modo alterno de integración de la economía (en el sentido de “integración comercial”, donde la mayor unión entre distintos puntos comerciales o productivos produce una mayor apropiación y concentración de la riqueza y el valor). En Roma las ciudades-estado son simples unidades administrativas, que se multiplicarán sin ningún sentido económico. En China el estado imperial se encargará de hacer de esas ciudades-estado centros de producción y comecialización dirigidos por el estado imperial mismo. De ahí que el caso chino parezca realmente un caso de ‘vía prusiana’ donde el comercio y la artesanía e incluso los talleres manufactureros aparecen de modo increíblemente temprano en la historia de sus países y economías, como una vía completamente desconectada y alterna a occidente y la famosa acumulación originaria que obsesiona a los marxistas ortodoxos.
- Las instituciones administrativas romanas en la época augustiniana empiezan a cobrar impuestos directos sin intervención de los publici privados, incluidos impuestos en especie, además de realizar mayores gastos para la curia a través de las instituciones municipales y monásticas. Esto sirve de transición para la fragmentación posterior a la caída del imperio romano: el papel económico del estado se traduce en una fragmentación de la tierra y el latifundio aristocrático que dará paso a los "demesnes" y estados señoriales feudales, y además se basará en el tributo. Pero esto no hay que confundirlo con el cobro de impuesto y renta de la tierra que operan las instituciones estatales del modo de producción ‘asiático’, y que es lo que confunde a Haldon o Amin al calificarlos de ‘tributarios’: el impuesto directo romano no es la renta absoluta o relativa de la tierra. Parte de la renta no va al “estado tributario”, sino a la aristocracia terrateniente. Mientras que en China o India el impuesto y la renta son lo mismo, y se dirige hacia el mismo terrateniente general que es el estado. Esto explica las fricciones entre el estado tributario feudal y la aristocracia terrateniente que desarrollará la ‘acumulación originaria’ contra las tierras señoriales. También explica porqué la fragmentación de la tierra en el modo de producción asiático es de otro modo ventajosa: el flujo de valor no se descompone en impuesto y renta, lo que hace que la cantidad relativa de valor que se concentra en las suzeranías del modo de producción asiático sean comparativamente mayores.