Sobre el boom africano y Latinoamérica
Se ha hablado mucho hoy en día acerca de un repunte de la economía africana. Se escribe sobre el retorno de personas con trabajo calificado y educación extranjera hacia tierras africanas. Se habla en la Organización Mundial del Comercio con la agricultura africana teniendo el mayor crecimiento absoluto en términos de valor-agregado (y por lo tanto, de ganancia incluso marxista), además de ser el sector agrícola mundial el que tiene también el crecimiento más grande en términos de valor o ganancia absoluta durante la última década del siglo XXI. Tal vez un simple ejemplo nos ayude a dar entender de qué se trata este artículo: en Nigeria la Suzuki se encarga de producir automóviles a través de integración vertical internacional y para los propios consumidores africanos en su mercado interno; en Centroamérica, en cambio, es impensable todavía pensar en un tipo de producción de este tipo. Lo que queremos es tratar de dar una explicación comparativa entre la situación africana (específicamente el África Subsahariana) y la situación de los países latinoaméricanos con exclusión de países con altos ingresos (como México o Brasil), y señalar con el dedo en el aire una situación que está modificando por completo el mercado mundial.
Como vemos en los siguientes datos del Banco Mundial, el sector agrícola de países latinoamericanos y caribeños sin inclusión de países con alto ingreso, es mucho menor como porcentaje del PIB que la africana en comparación con la manufactura también considerada como porcentaje del PIB durante los últimos 15 años. En el 2002 por ejemplo, la diferencia entre agricultura y manufactura en Latinoamérica era de 6,5% del PIB en comparación con 16,7% del PIB respectivamente. En 2016, esa diferencia llegaría a 5,7% para el sector agrícola, y 14,4% para la manufactura. Ahora, en el caso del áfrica sub-sahariana, los números dicen lo siguiente: en el 2002 es 25,4% de agricultura y 12,1% de manufactura, y en el 2016 pasa a ser 17,8% y 10,4% respectivamente (fuente). Mientras que la manufactura es mucho mayor en comparación al agro en Latinoamérica, y en términos nominales y absolutos es mayor que en África, la diferencia a lo interno de la manufactura misma entre ambas regiones se ha mantenido en 4 puntos porcentuales, mientras que la diferencia agrícola es abismalmente provechosa para la región africana sub-sahariana. En Latinoamérica en términos absolutos el valor agregado industrial se duplica entre 1998 y 2017, pero en África se triplica. Esto quiere decir que no solo en términos sectoriales, sino globalmente ambas variables, son un aprovechamiento absoluto para el sector africano, con caídas de la manufactura porcentualmente mayores en Latinoamérica.
Por lo tanto, si la caída del valor agrícola latinoamericano es mucho menor que su caída manufacturera, y en el caso africano vemos un cuadro completamente diferente gracias a un repunte mundial y regional agrícola, el problema se debe al papel de la reproducción ampliada en la creación de la acumulación originaria o, lo que es lo mismo, el desarrollo del mercado interno. La interrelación entre el sector agrícola e industrial ha sido entendida de un modo mucho mejor en África que en la Latinoamérica de ingresos bajos, y eso está creando una desigualdad entre ambas regiones y mercados que superan por mucho a las regiones pobres de Latinoamérica en términos productivos macro-económicos, y no simplemente sectoriales. Esto explica la existencia de Sur África como potencia, las visas electrónicas internacionales que recorren todo el continente africano, su boom cinematográfico, etc.
Lo que tiene que quedar particularmente claro es el peso mucho mayor en términos de valor que tiene el agro africano. 2015 fue el año donde por primera vez el valor agregado o la ganancia final de la agricultura sub-sahariana superó en términos absolutos a la agricultura latinoamericana, con 276 mil millones de dólares frente a 274 mil latinoamericanos. Pasaron de una diferencia abismal en 1998 (65 millones frente a 129 millones) donde había una diferencia del doble o triple entre una región y otra, para ser superados por el continente africano. Por supuesto, en África se han alzado muchas voces críticas en oposición al endiosamiento de dicho boom africano. Señalan las falencias y los elementos todavía críticos y dolorosos que vive una región como esta. Pero estos datos dejan claro que sí existe un desequilibrio o, mejor aún, un reacomodo de las placas tectónicas continentales del mercado mundial. Ahora, esto está indisolublemente relacionado con el tema BRICS o con el tema que hemos tratado aquí mismo en nuestro blog una y otra vez sobre la nueva situación del mercado mundial.
Lo que encontramos es, entonces, no la sociedad de la información, tampoco la sociedad post-industrial, ni mucho menos algo tan grandioso como McLuhan, sino algo mucho más modesto y banal: una forma de subsunción formal y real completamente distinta de la ortodoxia marxista, pero que nos permite como método heurístico de interpretación desencajar lo que está sucediéndole al mercado. Esta subsunción formal y real, insistimos, tal y como en nuestros trabajos pasados acerca de la agricultura africana en general, tiene que ver con el capital comercial en especial, y más trillado aún, lo sabemos, el capital financiero, claro está, que es el que recibe la mayoría de los análisis actuales, mientras el capital comercial propiamente dicho queda relegado en la oscuridad precisamente de una apariencia que esconde sus efectos.