Capitalismo de managers de Duménil y Lévy
El nuevo libro de Duménil y Lévy, Managerial capitalism, confirma nuestra tesis acerca de la absorción de las burguesías capitalistas mundiales en una sola fracción internacional, a partir de la internacionalización de la división del trabajo de la tercera revolución industrial, y que esto le da tanto características mezcladas de fascismo y democracia republicana a los movimientos nacionalistas populistas que azotan Occidente. Nosotros mencionábamos la industrialización del ‘tercer mundo’ por parte de multinacionales como el factor más importante en la desaparición de las luchas anti-coloniales y nacionalistas de las burguesías ‘periféricas’, y su inclusión dentro del capital internacional (aquí). Duménil y Lévy aportan ahora la información y los datos sobre la concentración, el control y el manejo “managerial” que ha convertido a las burguesías del mundo no solo en socios capitalistas minoritarios (como en la antigua y obsoleta teoría ‘imperialista’), sino en verdaderos miembros de las compañías multinacionales tanto como con control accionario y de activos financieros, como en el sentido del manejo de las compañías y el salario de manager correlativo a la ganancia, y no al capital variable.
Empezamos por el hecho de que Estados Unidos e Inglaterra controlan una mayor cantidad de corporaciones y tienen más conexiones en términos de acciones sobre otras corporaciones multinacionales. 737 corporaciones (mayoritariamente de Estados Unidos y Europa) controlan el 80% del valor total de las corporaciones transnacionales, y solo 147 corporaciones financieras (mayoritariamente estadounidenses) controlan el 40% de ese mismo valor. En el top 50 de controladores de corporaciones multinacionales 24 son corporaciones estadounidenses, y 8 del Reino Unido. Pero el centro (según lo definen Duménil y Lévy) de esas corporaciones principalmente financieras solo controla el 18,7% de las ganancias, mientras que el siguiente nivel de conexiones y control corporativo afuera de este centro, controla el 59,8% de las ganancias. No solo el control de las corporaciones basado en acciones está más desigualmente compartido que las ganancias mismas, sino que son los dueños y controladores de corporaciones multinacionales en el siguiente nivel más alejado del centro anglo-europeo, quienes controlan la mayoría de las ganancias mundiales. Asimismo, los managers provenientes de zonas del mundo diferentes, aunque son una minoría, son precisamente los que ingresan en esta clase de managers que se posiciona por debajo de los grandes multi-billonarios financieros del mundo. La división de esos dos estratos se hace, según Roberts, entre los billonarios que pueden vivir de dividendos, intereses y renta, y los managers que además perciben un salario como managers (salario correlativo a la ganancia, y no al capital variable).
Por otro lado, la composición internacional de los capitales más grandes es menor, y sus managers y agentes financieros son mayoritariamente de una sola nación, especialmente entre corporaciones estadounidenses, alemanas y japonesas. Esto explica el hecho de que a pesar de la internacionalización de las relaciones financieras y de control/manejo, exista un auge de políticas nacionalistas frente a los desarrollos del mercado mundial. Un desarrollo además enfocado en el comercio exterior de mercancías y su competitividad (precisamente porque son las multinacionales que compiten a ese nivel). El aislacionaismo estadounidense mismo es una traducción de su propio dominio al nivel del control managerial de las corporaciones multinacionales. Mandel había hecho precisamente esa previsión en su Capitalismo tardío: el escenario del mercado mundial se divide entre corporaciones con un alto componente nacional (como las de Estados Unidos), corporaciones basadas en la fusión y por lo tanto sin que ninguna nación opere o tenga la hegemonía dentro de la administración de la corporación multinacional (las corporaciones europeas), y por último, corporaciones a las que les es indiferente un posicionamiento o el otro. Podemos mencionar hoy en día una modificación o añadido: el auge de las multinacionales emergentes, las cuales están compuestas de muchos capitales internacionales y no de una sola nacionalidad, y que componen de manera creciente la capa inferior de managers que controlan en conjunto con las grandes multinacionales de la Tríada, el valor y la producción de las multinacionales corporativas mundiales. El movimiento correlativo por el cual se industrializa el ‘tercer mundo’ y se abren sus capas burguesas al manejo/control de multinacionales, es el mismo movimiento a través del cual surge la posibilidad de la multinacional emergente. Es precisamente este proceso el que hizo desaparecer al burgués reformista, social-demócrata o industrialista, y convirtió a toda la burguesía en una sola fracción liberal-libertaria alrededor del mundo. De ser socios-minoritarios relacionados con la concentración del capital, se convirtieron en managers relacionados con el control de los medios de producción a través de acciones y salarios manageriales corporativos.
¿Cómo se explica el auge de las economías emergentes, con esta aparente dominio clásico de la Tríada? Es muy claro que las economías emergentes tienen un predominio productivo, de producción de bienes de capital, de alta tecnología, de formación bruta de capital, de reducción de pobreza extrema y de aumento de la fuerza laboral mundial, etc. El predominio de la Tríada está de la mano de las acciones y activos financieros que le permiten este control y manejo corporativo multinacional. Pero hay que tener en cuenta que las conexiones entre la capa financiera capitalista y la capa managerial es una conexión que sale de las fronteras de las naciones, aunque en algunos países en mayor o menor grado. Es decir, el control y el manejo de las empresas en términos de acciones para una nación, puede también ser el control y manejo de dividendos, intereses y rentas para burguesías de múltiples zonas del mundo. El predominio financiero de Estados Unidos e Inglaterra se debe a su pasado como potencias, y al mercado propiamente financiero, donde tienen la característica de anteceder muchos desarrollos financieros del siglo XX (como la moneda mundial –el dólar o la libra esterlina- como medio de cambio en el mercado mundial, por ejemplo). Como decíamos aquí: “Y en ese sentido, parece posible que otro de los factores más importantes del mercado mundial contemporáneo y que influye en lo desarrollado antes, es precisamente que la capacidad de control sobre los activos inmateriales de las finanzas a través de la tercera revolución industrial permiten el desbalance geopolítico entre la hegemonía de la guerra fría post-Bretton Woods y la nueva multipolaridad traída a colación por el tema de los BRICS, pero que tiene como telón de fondo, más bien, las nuevas multinacionales globales y regionales del Sur o del Este del mundo. La centralización y el control de los medios de producción y las finanzas antes de la tercera revolución industrial y la fusión multinacional de capitales, no tenía relación alguna con ninguna casa matriz de modo formal, y esto se debía al tipo de integración horizontal prevaleciente. Esto impedía que los países lejos de las colonias y la Tríada tuvieran ningún tipo de participación dentro del mercado financiero clásico y del siglo XX. Irónicamente, ese mismo posicionamiento volvía los flujos financieros del Sur y el Este en capitales precisamente regionales en lugar de tener la capacidad de competir en el mercado mundial como un todo…” Este antecedente de los grandes flujos de capital financiero inglés y estadounidense que fluyeron alrededor del mundo para controlar medios de producción, les da esa ventaja histórica pero en términos financieros, que es la misma razón por la cual la capa managerial (que controla la mayoría de las ganancias) cada vez está más compuesta por miembros de países emergentes.
Existe entonces una situación donde hay una fracción minoritaria con un gran poder económico y especialmente de control (la capa capitalista financiera), y una fracción burguesa mayoritaria con un gran poder de control pero especialmente económico (la capa managerial). Es precisamente lo que se traduce en un auge de formas fascistoides y su co-existencia con formas republicanas, tal y como lo vemos en países como Turquía, Egipto o Filipinas, y por supuesto, también en el auge populista europeo y occidental en general. Esta, de nuevo, era precisamente la perspectiva que avanzábamos y que son también confirmadas por el trabajo de Duménil y Lévy.