Nota breve a propósito de Harvey: post-colonialismo, el modo asiático, etc
En su Companion to Marx’s Capital Volume 2, Harvey señala con precisión cómo Marx establece la posibilidad de la instauración del capitalismo (en el caso del tomo II, el circuito del capital industrial, entendido como el ciclo reproductivo de todos los capitales individuales como conjunto) en medio de formaciones socio-económicas completamente diversas; Harvey cita a Marx: “El circuito del capital industrial aquí atraviesa las formas más variadas de producción social… ya sea que las mercancías sean productos de producción basada en el esclavismo, el producto de campesinos (los ryots de China o India), de una comunidad (como las Indias del Este Holandesas), de producción estatal (tal y como la que existió en épocas anteriores de Rusia, basadas en la servidumbre), o de pueblos mitad-salvajes y cazadores, etc –como mercancías y como dinero enfrentan al dinero y las mercancías producidas por el capital industrial.” Hacemos énfasis en la inclusión de “… pueblos mitad-salvajes y cazadores…”, definición que no es moralista u orientalista, claro está, sino basada en la definición antropológica de salvajismo (del evolucionismo de Morgan, tal cual dominaba la antropología en época de Marx). Esta cita es del mayor interés para África y Asia, así como para los desarrollos históricos latinoamericanos alrededor de las encomiendas y el indigenismo, además del campesinado, etc.
El planteamiento de Marx rescatado por Harvey es que aún con la existencia de cazadores y recolectores tribales, es posible hablar ahí de una penetración del capitalismo. Una forma de subsunción que, partiendo del capítulo 6 inédito sobre la subsunción formal y real, implicaría una mezcla de subsunciones: procesos de trabajo arcaicos y tribales, mezclados con la comercialización capitalista de sus excedentes agrícolas. Si consideramos todas las variables en su conjunto (el modo de producción mercantil simple, la subsunción formal y real, el régimen parcelero, la teoría de la renta de la tierra, y la acumulación originaria), son formas de penetración del capitalismo en la agricultura colonial que no dependen de la creación de una acumulación originaria o de un Tercer Estado (como lo señalaba Tony Cliff sobre el mundo árabe: un capitalismo sin Tercer Estado), y que aún así representa una penetración absoluta del capital en esas sociedades. Es decir, abre precisamente una vía alterna a la acumulación originaria, como forma de penetración del capitalismo en el mal llamado ‘Tercer Mundo’. El hecho de que estas sociedades no se desarrollen en el modo en que se desarrolla Europa Occidental, no quiere decir que sean ni siquiera “semi-feudales” (como todavía lo dicen algunos marxistas a las alturas de este siglo XXI –por ejemplo Harootunian-), sino que representan lisa y llanamente penetraciones del capitalismo.
Esta cita reivindica todo el trabajo que hemos realizado en el análisis no solo de la penetración del capitalismo en la agricultura, sino de la agricultura ‘tercermundista’ de Latinoamérica, Asia y África, y representa una reivindicación de las tesis post-coloniales, incluidas aquellas sobre la provincialización de Europa: en efecto es otra historia, o una línea otra de desarrollo alterno y heterodoxo del capitalismo, completamente diferente al desarrollo eurocéntrico. Marx entonces no plantea un desarrollo único, sino multipolar, del mismo modo que no es un monista, sino que las diferencias específicas de las sociedades, las formaciones socio-económicas y los modos de producción a lo largo y ancho del mercado mundial como totalidad, son diferencias esenciales (como lo dice en sus escritos de método económico-político de los Grundrisse), y no una simple identidad sincrónica (como lo plantea de modo facilista un Wallerstein, por ejemplo). Y es precisamente la gran mayoría de la agricultura africana y asiática la que trabaja de ese modo: mantiene sus relaciones comunales tradicionales y tribales, pero vende sus excedentes o participa de la aparcería (la cual se subsume fácilmente con las formas agroindustriales y monetiza la economía).
También quiere decir que el colonialismo fue un factor de iniciación del capitalismo dentro de sociedades “atrasadas” o, mejor dicho, con desarrollos históricos y socio-económicas divergentes de los europeos. Las sociedades coloniales, desde el punto de vista de la cita de Marx, serían sociedades capitalistas no por una exportación de los modos de producción metropolitanos sobre los periféricos, sino por la integración del capitalismo dentro de los modos de producción autóctonos de Asia, África y Latinoamérica. Aquí es donde empiezan las grandes variaciones: Latinoamérica tuvo una colonización que desapareció genocidamente a sus comunidades tradicionales, a diferencia de África o Asia donde el colonialismo trabaja indirectamente a través de las comunidades tradicionales e indígenas mismas; dicho de otro modo: en África todavía existen sus comunidades indígenas y autóctonas, mientras que en Latinoamérica son escazas y eclipsadas por la sociedad y la economía. Todo esto en sus distintos grados: diferente en Guatemala que en Costa Rica, y diferente en Centroamérica que en Sudamérica. Del mismo modo: muy diferente en los casos africanos donde hay colonos europeos en las tierras (como en Sudáfrica, por poner el ejemplo más conocido) en comparación a las regiones donde no los hay (como en el resto del África sub-sahariana). Y lo mismo en Asia. Ya hemos discutido estos grados en otras partes. El punto que es necesario hacer aquí es que todas estas gradaciones se instauran dentro del modo de producción existente en la región, y no es simplemente una imitación de los países centrales o metropolitanos.
Por lo tanto, esta persistencia de lo autóctono dentro de la penetración del capital, también habla de la rehabilitación del modo de producción asiático, en la medida que aceptemos (con Marx) que estas regiones (Latinoamérica, Asia y África) se desarrollan a través de ese modo de producción. Nuestras razones las hemos dado con anterioridad, pero no está de más insistir en el hecho de que Marx mencione a comunidades tribales tradicionales como co-existentes con el capitalismo, y el hecho de que el único modo de producción que explica relaciones de parentesco y filiación primitivas con respecto a su modo de producción, sea el modo de producción asiático. Esto, insistimos, abre un camino fecundo de relaciones entre la crítica post-colonial y el marxismo, en lugar de su enemistad.