Lectura de A Material Culture –Consumption and Materiality on the Coast of Precolonial East Africa
En la cultura Swahili, el proceso de la formación de la
sociedad de castas y de clases, parece darse a lo largo de un proceso
cronológica y temporalmente largo y enorme, que va desde el primer milenio,
hasta el siglo XI d.c., con la aparición de las ciudades de piedra. El mismo
proceso que va desde el neolítico hasta las economías de palacio y la
revolución urbana, en el sentido tradicional y extremadamente eurocéntrico, se
da a lo largo de este período enorme. Lo primero que habría que decir es que lo
que se conoce en la paleontología, arqueología y antropología como manufactura
e industria, no es para nada lo mismo que se entiende, por ejemplo, como taller
artesanal. Los talleres artesanales existen en Asia (por ejemplo China) desde
mucho antes de los primeros asentamientos griegos, y del mismo modo, las
aglomeraciones de coordinación y trabajo colectivo metalúrgico en la cultura
Swahili y el Este de África, no tienen nada que ver ni siquiera con un taller
artesanal rudimentario asiático o europeo.
El segundo punto, partiendo de ese, es que se habla del
carácter pastoral o no del neolítico de la cultura Swahili, como una de las
alternativas explicativas, en oposición o diferencia con respecto a la interpretación
basada en elementos comunes cerámicos, que van desde las regiones costeras a
las regiones internas del Este de África. Esta segunda alternativa habla de una
formación de las castas y de la sociedad de clases, independiente de la
formación de centros comerciales, aunque sí urbanos (a diferencia del demesne
feudal europeo), y habla también del carácter local de la metalurgia, insisto,
entendida como artesanía que no llega (ni tiene que llegar…) todavía a un
gremio o taller artesanal, ubicado más alrededor de las localidades y los
hogares sus ensambles de coordinación y división del trabajo, mucho más en el
sentido como el que sucede en la historia económica precolonial de Corea del
Sur, en lugar de regiones como China. Es decir, la revolución urbana no es la
culminación de un centro estatal, ni en la forma de una suzeranía europea que
detente la concentración de la comercialización del excedente agrícola, ni
tampoco al modo de Corea del Sur o China, de centros urbanos completamente
centralizados pero con la artesanía en el campo rural, y el comercio en la
urbe, sino una tercera vía más, que multiplica las temporalidades y espacios,
así como los caminos múltiples y la co-existencia de múltiples modos de
producción o formaciones sociales/socio-económicas, que sería la de una
formación de la sociedad de clases no por la vía de la distribución (no por vía
del apoderamiento de facto del poder militar y del monopolio de la violencia,
como en la lectura engelsiana de la fratria), sino a través de un proceso mucho
más gradual, mucho más aletargado y enorme, de diferenciación de clases.
Más aún: no se trata de un neolítico agrícola, una especie
de red de estructuras arqueológicas de cierto tipo de construcción (ya sean
monasterios, o como en el caso del Este de África, las construcciones de barro
y paja en oposición a las construcciones de piedra, que de hecho coinciden
también como los monasterios, con la aparición de mezquitas y la islamización),
que va a dar con la revolución urbana claramente dicha, como correspondencias
entre el salvajismo y la alianza, la confederación y luego la disolución de la
confederación a través de la sociedad de castas y el estado centralizado, sino
donde la diferenciación de clases gradual en el sentido de Godelier, es previa
a la formación de un estado centralizado, que además erosione por completo la confederación,
o la reunión de clanes, linajes y segmentos múltiples alrededor de un mismo
ecosistema arqueo-antropológico. Es decir: volvemos al problema planteado sobre
la protosuzeranía. En lugar de la urbe feudal europea de reuniones cíclicas
pero inconstantes, entre nobleza y realeza, y en lugar de la formación de un
centro estatal permanente y aristocrático (es decir, basado en el linaje
étnico), como en China, por ejemplo, una posibilidad en la que no deja de
existir la confederación, se empiezan a desarrollar las diferencias que
llevarán a la sociedad de castas y por lo tanto, lo que permitiría tan siquiera
comparar al Este de África con la suzeranía de demesnes delimitados de modo
fijo que reúnen a sus reyes y respectivos nobles de modo inconstante, a una
especie de alternativa histórica en el desarrollo de la cultura Swahili después
del siglo XI d.c., que sería la de crear una forma cercana al estado central
aristocrático que no rompe con las estructuras complejas de parentesco y
filiación, basada alrededor de la ciudad de piedra urbana propiamente dicha (es
decir, con herencia móvil de la tierra, y por lo tanto, muy diferente a la
herencia feudal del demesne), o una forma cercana a la americana, que sin estar
basada en un estado central del tipo chino o, por ejemplo, egipcio, pensando en
las dinastías imperiales egipcias, y con la co-existencia de aristocracias de
clanes, linajes y segmentos muy variados (por ejemplo en el Imperio Azteca),
pase de la alianza y la confederación, hacia esta propuesta de protosuzeranía,
que se decante por alguna de todas esas alternativas.
Recordemos que vamos desde el primer milenio hasta el siglo XI d.c., con la aparición de las ciudades, tumbas y mezquitas de piedra Swahili a partir de dicho siglo. Recordemos que ya antes planteamos la co-existencia del paso gradual del modo asiático al germano, y de este al feudal, siguiendo las tesis de Marx. Pero ahora, podríamos sumar a esta imagen, la vía amerindia de la formación de una casta y un estado, pero de clanes, segmentos y linajes diversos y múltiples, así como la vía del Este de África, donde esta posibilidad quedaría en ciernes, debido a no consistir en una sociedad de castas y de clases o estatal en ninguno de esos otros sentidos, sino mantenerse en el proceso aletargado y enorme, que va del primer milenio d.c. hasta el siglo XI d.c. en adelante. Es decir, un siglo XI d.c. en adelante en la cultura Swahili, que significa la revolución urbana, pero no la centralización. Aquí tiene que influir el tema de la protosuzeranía, precisamente en la organización de la artesanía metalúrgica en la localidad, y por lo tanto, ya no solo la ausencia de una suzeranía que, como veríamos, es simple y provincianamente europea, y donde las relaciones entre linajes y segmentos sean dominantes por encima de las relaciones confederativas unidas entre todo el ecosistema Swahili.
Por último, y volviendo al tema de los modos de producción, el tema de la protosuzeranía entendida como una agregación móvil basada en clanes, linajes y segmentos, pero también en la confederación general tribal, y el hecho de que la suzeranía europea propiamente hablando, se base en un aparato central esporádico y no-permanente, refuerza la diferencia entre el feudalismo europeo y la existencia del modo asiático, por un lado, y la cercanía del problema de la protosuzeranía, con la de formas de centralización diversas, tal y como lo reza la antropología política, y además el caso Swahili inclinado más a ser un eslabón intermedio y general entre todas estas formas de centralización alrededor de modos de producción. El caso amerindio sería claramente otro refuerzo más de la tesis del modo asiático, tal y como lo rescata Marx en sus Cuadernos Etnológicos, ya que es una centralización aristocrática que explota la renta de la tierra, pero de nuevo, con la característica a diferencia del modo feudal, que es precisamente el de pasar de la protosuzeranía o su problemática, hacia una forma de aparato aritstocrático permanente, a diferencia del feudalismo y el modo germano, que instauran formas periódicas de administración (La Marca y la reunión inconstante de los dueños individuales de las tierras alrededor de las tierras colectivas), y abren el fenómeno propiamente suzerano europeo. Insistimos entonces: la problemática protosuzerana no se trata de un fenómeno que lleva a la suzeranía europea, sino que es la problemática del paso de la confederación y la alianza, a la formación del estado y la diferenciación de clases, la explotación de clases, o en términos de Levi Strauss la sociedad de castas, pero abriéndose a múltiples alternativas. Ese eslabón intermedio, que ya sea se consolide como estado central de distintos linajes y clanes aristocráticos como en América, ya sea se consolide como estado unificado como en China, o ya sea que pase desde esos casos de modo asiático hacia el modo germano y posteriormente al feudal en Europa inaugurando la suzeranía propiamente inconstante y periódica, serían la multiplicidad misma que se presenta en las regiones continentales hasta ahora vistas; tendrían como eslabón la cultura Swahili, donde empieza la formación de la sociedad de castas, pero no aún la resolución de acuerdo a esas alternativas que planteamos justo antes. Esto también plantearía la posibilidad de que, ya que las tierras amerindias estaban divididas de acuerdo a los clanes, distintos tótems y funciones dentro de la sociedad general, pero sin convocar más que linajes y segmentos particulares para diferendos particulares, y la confederación para la unidad general de todos los segmentos y linajes (especialmente para la guerra, se dice hasta ahora…), con explotación de la renta de la tierra por parte de un estado centralizado pero no en la forma del absolutismo en ningún modo, ni tampoco en la forma china o las dinastías egipcias, sino en la forma de la problemática protosuzerana que mencionamos: es decir, que la suzeranía misma solo pueda suceder o solo haya sucedido (que no es lo mismo que sea la única forma que sea posible) a través del demesne, la propiedad de la tierra y la fijación de la renta de la tierra basada en la tierra misma, y no en la explotación o tasación de los habitantes de las respectivas tierras (Formaciones Precapitalistas), con la movilidad de las fronteras de los reinos, con la movilidad de los centros de poder múltiples de las regiones (otro ejemplo podría serlo la India antes del Moghul). Es decir, que sea un fenómeno provinciano del feudalismo europeo.
Esto lleva a los proponentes del modo asiático, a admitir o
la necesidad de admitir otra cuestión: el estado central aristocrático del modo
asiático, entonces, si cubre América, si cubre en ciernes África, y si cubre
China tanto como cubre India, etc, entonces no puede ser el mismo tipo de estado,
ni el mismo tipo de centralización, ni el mismo tipo de problemática que
llamamos protosuzerana, es decir, la de la composición de los clanes, linajes y
segmentos en esa forma de estado aristocrático.