Sobre la economía neoclásica II: el problema de agregación y Sraffa

Sraffa, Keynes y Robertson



Continuación de este texto.

El problema de la agregación es el mismo problema que encuentra Sraffa contra el neoclasicismo: un mismo ingreso agregado puede llevar a consumos agregados desiguales dependiendo de su distribución, es decir, no se pueden simplemente sumar las curvas individuales para formar una gran curva general de consumo, porque determinar el consumo agregado a partir del ingreso agregado no coincide con el consumo agregado mismo; no es simplemente que no se pueden igualar casos individuales micro a un sujeto o representante único general, sino que la forma en que se da el consumo bajo las presunciones de la teoría del actor-racional y de la teoría del consumidor, con homogeneidad y constancia, gustos indiferentes e indiferencia de productos, producen un consumo agregado diferente del simple promedio general del ingreso agregado. Teniendo los ingresos totales de una sociedad, y sacando su media, no encontramos el consumo medio, y por lo tanto, no obtenemos la oferta y demanda promedio que afectaría la inflación o el nivel de precio general. Si cambia la distribución del ingreso, cambian los gustos y los patrones de consumo, y la distribución del ingreso puede cambiar no solo por medidas redistributivas, sino por cambios heterogéneos en el consumo de cada individuo (contra los supuestos del equilibrio general).

Es el mismo problema de la crítica de Sraffa porque la variación en la demanda de bienes de capital de una unidad productiva, produce el encarecimiento o subida de precios del factor productivo para las restantes unidades productivas, sin que estos últimos efectúen ningún tipo de aumento de su demanda. Esto quiere decir que para unidades productivas que no aumentan su consumo de determinado factor productivo, el precio de ese factor aún así sube gracias al efecto de la demanda de la otra unidad productiva. Su consumo incluso podría bajar, y no provocar una caída de precios (al revés de la ley de oferta y demanda), ya que el consumo de la otra unidad productiva podría ser mayor o compensar la baja del consumo de esta unidad. El consumo entonces no es individualista, independiente ni homogéneo, sino interdependiente y heterogéneo, provocando cambios en los precios que no obedecen a la oferta y la demanda, o que dependen de una demanda social general que actúa no como un representante general, sino como una multiplicidad de agentes y efectos; y esto no por negación de la oferta y la demanda o de la ecualización entre precios relativos, sino por el modo exacto en que actúa la oferta y demanda general de una economía: las relaciones inversas de la demanda y las directas de la oferta se mantienen, pero se complican con otras que violan la ley de la oferta y la demanda: la posibilidad de que baje la demanda y suban los precios (estanflación como la del 73/74), o la posibilidad de que suban los precios y suba la oferta (la producción basada en el sobreprecio) , etc. 

El consumo y los precios fluctuarán entre los individuos compradores del mismo modo que fluctúa en el ejemplo de Sraffa: no es solo el consumo propio individual y egoísta el que afecta la fluctuación de precios, sino el consumo propio de los demás individuos; mi curva de consumo microeconómicae individual no reproduce los efectos del consumo de otros en el precio, y por lo tanto, es inexistente; la curva macroeconómicaque se toma como consumo agregado a través del PIB y la inflación tampoco miden el consumo promedio, y por lo tanto, tampoco existe. No es solo el individualismo metodológico el que entra en problemas: es la toma del ingreso y el precio como señales tanto del consumo como de la oferta, y por lo tanto, de sus patrones, tal y como lo inicia Jevons; entra en problemas el status mismo de los modelos lineares y no-lineares, debido a que las propuestas de agregados consistentes demandan condiciones o axiomas que siguen sin cerrar la brecha entre ingreso agregado y consumo agregado, o vuelven a pedir condiciones o axiomas irreales (en Gorman, por ejemplo: que si los ingresos de un individuo bajan, estos correlativamente suban en el resto de estratos de ingresos, sean ricos o pobres); incluso entra en serios problemas la macroeconomía en general, y no solo la microeconomía, y entre ella, la macroeconomía que ha ido subsumiendo postulados neo-clásicos en vez de criticarlos. En general: si construimos modelos macroeconómicos no basados en agregados individuales, saltándose el problema de agregación, pero siempre utilizando axiomas y sistemas recursivos, estos axiomas son incapaces de reproducir la fluctuación real de la oferta y la demanda y el consumo agregado real: es decir, el consumo agregado de un modelo linear o no-linear basado no en agregación, sino en heterogeneidad del ingreso y del consumo, supuestamente teniendo en cuenta la heterogeneidad de ingreso y el consumo que es señalada por el problema de agregación, realmente no puede ser establecido por un sistema recursivo cuyos teoremas están contenidos en sus axiomas y se desprenden de él, sea estático o determinista o dinámico. La fluctuación de la oferta y la demanda y de los precios no está condicionada por el ingreso ni por los axiomas de la acción-racional del consumidor, del mismo modo que los teoremas y resultados no están condicionados por sus axiomas o por axiomas propios a un solo sistema: están condicionados por la oferta y demanda agregada misma, en su heterogeneidad e interdependencia. Los precios relativos se forman por una fluctuación contingente de la oferta y demanda agregadas. Otro problema y tema diferente sería el de la relación entre precios relativos, y precios de producción, la cual no está aclarada en Marx, porque Marx no está interesado en una teoría de formación de precios, sino de formación y apropiación de valor. Mientras los precios de producción se forman de acuerdo al promedio del trabajo socialmente necesario, los precios relativos de forman de acuerdo a un promedio en competencia y oferta y demanda contingente, que no puede ser explicado por modelos lineares y no-lineares. El problema no está en Marshall o Walras, sino en el propio Jevons: simplemente el ingreso no es igual al consumo, y el consumo del ingreso no es igual al movimiento de los precios. El que exista menos demanda y subidas de precios en la estanflación, o aumento de oferta y precios simultáneo en una producción basada en sobreprecios, está basado precisamente en el problema de agregación, precisamente porque destruye la relación entre ingreso y precios de las curvas de indiferencia de Jevons.

Esto habla de cómo la consistencia formal no necesariamente tiene asidero en la realidad, tal y como lo ha demostrado el escenario post-Gödel en la lógica simbólica, precisamente alrededor de sistemas recursivos o axiomáticos en general. No es solo la competencia perfecta la que entra en problemas, sino también la imperfecta de Kalecki y otros: incluso la ecualización de los precios relativos y la tasa de ganancia en Marx no permite hablar de un equilibrio walrasiano alrededor de un precio ideal o medio, sino la fluctuación (relativa pero no basada en oferta y demanda) alrededor de la tasa de ganancia, y por lo tanto, alrededor del promedio  general de la composición orgánica de los distintos capitales puestos en competencia; es decir: no por efecto de la oferta y demanda al nivel del consumo, sino del trabajo socialmente necesario al nivel de la producción; luego un nivel ya no exclusivamente alrededor de los precios de producción, sino de los precios relativos tanto en el consumo como en la producción (que es el nivel al que llega la crítica de Sraffa, en total coincidencia con la de Marx, pero aún sin analizar la producción por el trabajo socialmente necesario, sino por la oferta y la demanda smithiana tal y como sucedió con Ricardo), que según vimos fluctúan también en contra de la oferta y la demanda, y por último el nivel donde actúa la oferta y demanda, existente, pero demasiado marginal. La oferta y la demanda no es que no exista, es que existen tendencias que contradicen completamente la “ley” de la oferta y la demanda al punto de que no tiene sentido alguno como “ley”; tendencias que aparecen precisamente siguiendo la oferta y la demanda hasta sus últimas consecuencias, y que llevan a su contradicción. La relación entre precios relativos y precios de producción, y una teoría que conjugue todos estos niveles para la formación de precios, sigue inacabada.


La teoría neoclásica, microeconómica o macroeconómica, queda en el lugar de poder explicar fenómenos de oferta y demanda contingentes, que se salen de la ley de oferta y demanda misma en modos inconsistentes, y que restringen al neoclasicismo y al marginalismo al análisis a posteriori: es decir, los modelos lineares o no-lineares no son completamente inútiles, si son utilizados de acuerdo a la comprobación y revisión empírica de sus resultados, o si se usan y construyen de acuerdo a datos econométricos e históricos. En biología, por ejemplo, nadie tomaría un modelo como sustituto de la comprobación empírica e histórica. Lo mismo pasa con los modelos en todas las ciencias. La economía es la única ciencia que, desde la crítica de Lucas, toma los modelos formales independientes de la realidad empírica como realidades. Ese curso la han vuelto una verdadera metafísica, solo que cuantitativa en vez de filosófica, del mismo modo que la estadística ha infiltrado las ciencias exactas y de laboratorio, volviéndolas metafísicas alrededor de resultados estadísticos que no podemos criticar aquí porque sería muy extenso y nos desvaría del tema, pero que representan exactamente la misma enfermedad sobre las ciencias: la inserción de métodos formales matemáticos como sustitutos y reflejos exactos de la realidad empírica, en sustitución de la observación, el testeo, la adecuación y la revisión de los datos cuantitativos frente a la realidad empírica, propias de la reproducción experimental. Esto ocurre por la toma de lo matemático y cuantitativo como idéntico a lo empírico y factual, cosa que ni siquiera un matemático teórico haría. Problemas como el problema de agregación o el de Sraffa son importantes porque demuestran este desfase o divergencia, y lo hacen desde la disciplina económica, que es donde más se reifica y se sostiene esta confusión anti-científica.
 


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