Notas sobre Costa Rica IV



Edelberto Torres-Rivas


A partir de esteo estetexto, podemos elaborar una síntesis de las Notas sobre Costa Rica que hemos hecho hasta ahora en el blog (aquí, aquío aquí). La intención de estas notas es retar el postulado de la historiografía, la economía o la sociología costarricense, acerca del capitalismo apareciendo gradualmente a finales del siglo XIX, especialmente con el régimen cafetalero. Todas las interpretaciones de la penetración del capitalismo en Costa Rica, asumen esta entrada gradual y progresiva del capitalismo en la sociedad agraria costarricense, pero la ven como un proceso que está en proceso de darse (ya sea en los años 1840’s del régimen cafetalero, o ya sea décadas después durante los regímenes liberales), como una gradación que ya está dándose en efecto, y que no tiene un origen histórico claro. Y en especial, queremos retar el interminable e insufrible debate sobre la formación del estado-nación costarricense, frente al cual todos los investigadores o académicos, incluso los más radicales y ácratas, se arrodillan y hacen clemencia para participar en su discusión. Creemos que el debate sobre la formación de la nación costarricense existe en proporción inversa a la inexistencia de un debate adecuado sobre la penetración del capitalismo en Costa Rica. Creemos que así como se ha dejado en el aire cuando realmente inicia la penetración del capitalismo en Costa Rica, esto produce la mistificación de que el estado-nación está en formación, de que no está del todo acabado, y por esto la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX se ha tomado como la de un proceso de formación de algo que no existía antes, y para lo cual se ocupaba, precisamente, su formación. Como vemos, es una situación equiparable a la del debate sobre el capitalismo: el capitalismo empieza a penetrar gradualmente, definitivamente a partir del régimen cafetalero en algunos autores, tal vez más tarde para otros, pero no se sabe a ciencia cierta cómo, y por lo tanto, como un proceso de formación de algo que no existía antes, pero que queda abierto su inicio o no, de acuerdo a cuales determinaciones históricas y económicas reales o no, etc. La posición gradualista posterga hacia atrás el inicio del capitalismo, y por eso parece volverse necesario el hablar de la formación de un estado-nación que no estaba ahí, tal y como esa misma gradualidad.


Nosotros postulamos que la creación del estado-nación costarricense se comprende muy bien una vez que dejamos de lado estas ambigüedades: el caso de la independencia costarricense es un caso típico de la vía prusiana en el sentido marxista (no en el sentido de Moore, que es a quien critica Gudmundson), o de la segunda vía no-revolucionaria de paso del pre-capitalismo al capitalismo (Takahashi). Recordemos que Marx es quien habla del dominio del capital comercial sobre la productividad de la economía en su capítulo XX del tomo III como característicos de todo el sistema colonial del "Tercer Mundo": "En este caso el capital comercial es puro, estando separado de los extremos, de las esferas de producción entre las cuales intermedia. Ésta es una fuente principal de su formación. Pero este monopolio del comercio intermediario decae, y con ello ese mismo comercio, en la misma proporción en que avanza el desarrollo económico de los pueblos que explotaba en ambos sentidos, y cuya falta de desarrollo constituía la base de la existencia de ese capital. En el caso del comercio intermediario, esto aparece no sólo como la decadencia de un ramo particular del comercio, sino también como la decadencia de la supremacía de los pueblos puramente comerciales y de su riqueza comercial en general, que se fundaba en este comercio intermediario. Ésta es sólo una forma particular en la cual se expresa la subordinación del capital comercial al capital industrial a medida que avanza el desarrollo de la producción capitalista. Por lo demás, acerca de la manera en que depreda, el capital comercial allí donde domina directamente la producción, nos ofrece un ejemplo convincente no sólo la economía colonial en general (lo que ha dado en denominarse el sistema colonial), sino muy especialmente la economía de la antigua Compañía Holandesa de las Indias Orientales." (negritas nuestras) El estado-nación no fue formado o no hubo necesidad de formarlo en ningún modo, porque era el paso del estado colonial al estado capitalista: los terratenientes, comerciantes y financistas se alzan contra la corona a lo largo de Latinoamérica. Nueva España (México) con una acumulación económica mayor, tiene un mayor peso de decisión sus terratenientes y comerciantes/financistas. Es por eso que la rebelión armada es fácilmente sellada y negociada con la independencia de Nueva España. Este mismo proceso lleva a los satélites del imperio mexicano como los centroamericanos, a llevar a cabo la independencia. Nueva Granada (Colombia), con una acumulación mucho menor en términos relativos, se ve obligada a tomar las armas, aunque siempre ‘por arriba’, etc. Creemos que de los datos de Samper y de Gudmundson no se han sacado las conclusiones pertinentes, y tampoco acerca de los datos provistos por Viales Hurtado. La contribución de estos tres historiadores es clave en la comprensión de la penetración del capitalismo en Costa Rica.


Viales escribe: “En Costa Rica la tendencia fue similar, siendo el motor la producción cafetalera. En primer término, tres "...procesos caracterizan...la formación de la base territorial para la expansión cafetalera: 1. la apropiación de terrenos baldíos; 2. la compra-venta de tierras apropiadas anteriormente [y] 3. la disolución de las formas comunales de propiedad". La compra-venta de tierras se propició desde el gobierno de manera ordenada desde 1824. Los "baldíos" denunciados debían ser medidos por agrimensores oficiales y vendidos en una subasta pública. Este mecanismo permitía generar ingresos para la caja naciente del Estado. Hacia 1839 ya estaba consolidado un mercado de tierras con precios diferenciados: las tierras de legua -situadas en el interior de un círculo cuyo radio era de tres leguas alrededor del centro de cada población de 3.000 habitantes, y en 1846 extendido a 5 leguas en San José y a 4 leguas en Heredia, Alajuela y Cartago- tenían un valor de tres pesos por manzana; mientras que las tierras de caballería -situadas más allá de la "legua"- tenían un valor de 50 pesos por caballería." Y tal y como escribe Marx al respecto de estos fenómenos en el tomo III en su teoría de la renta de la tierra: “El hecho de que el precio de la tierra desempeñe semejante papel, el que la compra y venta del suelo, la circulación de la tierra como una mercancía se desarrolle hasta este volumen, es prácticamente consecuencia del desarrollo del modo capitalista de producción, en la medida en que en él la mercancía se convierte en la forma general de todo producto y de todos los instrumentos de producción. Por otra parte, este desenvolvimiento sólo acontece allí donde el modo capitalista de producción no se desarrolla más que en forma restringida, sin desplegar todas sus peculiaridades; precisamente porque se basa en el hecho de que la agricultura ya no está sometida o aún no lo está al modo capitalista de producción, sino a un modo de producción proveniente de formas sociales caducas.”

Como vemos, Marx de nuevo reproduce la misma contradicción entre subsunción formal y real, donde la primera es una forma general abstracta del capitalismo, y la segunda es específicamente capitalista. No se trata de una ambigüedad inconsistente, sino del desarrollo gradual(!), precisamente, del capitalismo. Marx insiste en desarrollar estos procesos como una agregación de eventos fortuitos o esporádicos que empiezan a repetirse in crescendo, al punto de formar constantes o necesidades productivas e históricas, precisamente como el gradualismo en el debate costarricense:

“Con la renta dineraria se transforma necesariamente la relación tradicional del derecho consuetudinario entre el campesino sujeto a prestaciones, que posee y labora una parte de la tierra, y el terrateniente, en una relación dineraria pura, contractual, determinada según reglas fijamente establecidas del derecho positivo. En consecuencia, el poseedor que cultiva se convierte, en la práctica, en mero arrendatario. Esta transformación se utiliza, por una parte, y bajo condiciones generales de producción apropiadas por lo demás, para expropiar poco a poco a los antiguos poseedores campesinos y reemplazarlos por un arrendatario capitalista; de otra parte, conduce a la redención del poseedor de hasta este momento respecto a su obligación de tributar renta y a su transformación en campesino independiente, con plena propiedad de la tierra que cultiva. La transformación de la renta en especie en la renta dineraria, además, no sólo es necesariamente acompañada, sino incluso precedida por la formación de una clase de jornaleros desposeídos que se alquilan por dinero. Durante su período de surgimiento, en el cual esta nueva clase aparece tan sólo en forma esporádica, se habrá desarrollado por ello, de manera necesaria, entre los campesinos sujetos al pago de rentas y que se hallan en mejor situación, el hábito de explotar jornaleros agrícolas por cuenta propia, exactamente de la misma manera como, ya en la época feudal, los campesinos siervos más acaudalados tenían, a su vez, siervos. Así se desarrolla paso a paso entre ellos la posibilidad de acumular cierto patrimonio y de transformarse ellos mismos en futuros capitalistas. Entre los propios antiguos poseedores del suelo, que lo cultivaban personalmente, se genera así un semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo está condicionado por el desenvolvimiento general de la producción capitalista fuera del campo mismo y que crece con especial celeridad si, tal como ocurrió en Inglaterra en el siglo XVI, acuden en su auxilio circunstancias particularmente favorables como la progresiva desvalorización del dinero, que se operó por aquel entonces, la cual, en el caso de los tradicionales contratos de arrendamiento a largo plazo, hizo que los arrendatarios se enriqueciesen a expensas de los terratenientes.” (negritas nuestras)

Si sumamos este fenómeno con los datos de Gudmundson acerca de la mayoría de jornaleros y labradores, podemos entender que ya antes del ciclo cafetalero se está dando el desarrollo del capitalismo en Costa Rica. La independencia “transforma necesariamente la relación tradicional del derecho consuetudinario entre el campesino sujeto a prestaciones, que posee y labora una parte de la tierra, y el terrateniente, en una relación dineraria pura, contractual, determinada según reglas fijamente establecidas del derecho positivo.”, suelta las amarras de la propiedad capitalista de la tierra, transformándolos precisamente en labradores tal y como lo detallan los datos de Gudmundson, “Esta transformación se utiliza, por una parte, y bajo condiciones generales de producción apropiadas por lo demás, para expropiar poco a poco a los antiguos poseedores campesinos y reemplazarlos por un arrendatario capitalista; de otra parte, conduce a la redención del poseedor de hasta este momento respecto a su obligación de tributar renta y a su transformación en campesino independiente, con plena propiedad de la tierra que cultiva.”, es decir, no se trata solo de intercambio de mercancías en un sentido pequeño-burgués y comercial, como de una sociedad de consumo de masas o alguna irreverencia por el estilo, sino de la capacidad de operar de acuerdo al valor-de-cambio frente al valor-de-uso: la independencia permite al terrateniente comprar y vender en general, de modo indistinto, en un proceso de valorización; lo mismo el comercio y lo mismo las finanzas. Ya no tienen que rendir tributo a la corona, ni seguir las postulaciones de la corona, y pueden regirse por el simple derecho positivo, con libre alienación de la tierra, con decisiones de inversión y por lo tanto de verdadera acumulación capitalista y no meramente modo mercantil simple, etc.

Por lo tanto, tenemos aquí la verdadera construcción o formación del estado-nación costarricense: no es más que el paso ‘por arriba’ de mestizos y criollos en su proceso de acumulación y generación de riqueza, desde el pre-capítalismo hacia el capitalismo. Esto al mismo tiempo explicará el porqué del carácter anti-democrático y bonapartista del estado costarricense hasta ya entrado el siglo XX: no tiene que ver con imaginarios, ni con discursividades, ni con identidades solamente, como se acostumbraría a recalcar hoy desde una perspectiva culturalista (y también válida, por qué no), sino con el hecho de que todo el nacimiento del capitalismo costarricense está en función de esta clase que avanza en sus intereses de acumulación ‘desde arriba’, sin Tercer Estado, sin revolución. Por último, si Costa Rica tiene más fragmentación y pequeña propiedad campesina en comparación con el gran latifundio de Guatemala, eso no se debe solo a "paz social", en el sentido de permitirles a los campesinos tener tierra y evitar revueltas, no: lo que significa es que el capital comercial es más grande que el capital agrario entendido específicamente como terratenientes. Es decir, independientemente de que en muchos casos los mismos terratenientes sean o no los comerciantes, o viceversa (los comerciantes sean terratenientes), el punto es que si hay grandes latifundios y un radio mayor de latifundio-minifundio, entonces los terratenientes tienen mayor peso económico y político en su calidad de terratenientes, y no de comerciantes. En caso contrario, no es el latifundio el que otorga el poder a la oligarquía en su calidad de terrateniente, sino en su calidad de sector comercial. Esto tiene una importancia vital incluso para entender la actualidad de nuestra región centroamericana: explica el desarrollo industrial y hasta multinacional más avanzado de Guatemala en comparación a Costa Rica, y al mismo tiempo, explica la independencia relativa mayor del capital comercial con respecto a la agricultura o la industria en Costa Rica, y su reforzamiento de características de vía prusiana.

Esto explicará a su vez la forma ‘por arriba’ con la que Costa Rica enfrenta el reto de su industrialización (que se decide alrededor de la Guerra Civil del 48 y el ascenso de Figueres), y la forma en que se vive ese mismo proceso en un lugar como Guatemala: a través del fallido gobierno de Arbenz y la instauración de otro bonapartismo-dictadura. En Guatemala, al ser el capital comercial más débil y más supeditado a las ramas productivas, son los productores quienes tienen el interés de pasar a la industrialización, mientras que en Costa Rica son los comerciantes; siendo más exactos, son ambos procesos donde el capital comercial es el dominante, e intenta dar el paso a la industria, pero en Guatemala el capital comercial está más supeditado a los productores, quienes lo toman como una extensión de su propia inversión y acumulación de capital, mientras que en Costa Rica goza de una independencia relativa mayor de entre los sectores de los cuales es mediador. Por ejemplo, como lo dicen Torres Rivas y Ramírez Boza en su genial Modalidades de la transición al capitalismo agrario en Costa Rica, la mayoría de terratenientes costarricenses ni siquiera extraían la mayoría de su riqueza de sus propios latifundios o tierras, sino del beneficiado y exportación en calidad de comerciantes, al punto de que la mayoría de su riqueza provenía de las tierras de otros para los cuales comerciaban sus excedentes agrícolas. En Guatemala, con un radio minifundio-latifundio mucho mayor, es probable que la situación sea radicalmente distinta: el capital comercial está en función de circulación propiamente dicha, como una extensión de la inversión productiva del terrateniente. La única vía para la industrialización guatemalteca se va a cocinar entonces entre productores, y no en interés hegemónico del capital comercial en lo más mínimo, teniendo como resultado la intentona de Arbenz y su destrucción por parte de esa hegemonía menos interesada en la industrialización (especialmente en el contexto del neo-colonialismo yanqui). Costa Rica, a diferencia de Guatemala, no lucha por la industrialización desde los productores en calidad de productores, sino desde el capital comercial como comerciante y mediador de las ramas productivas, y por lo tanto, Costa Rica se vuelve escenario de una industrialización ‘por arriba’ inusitada para el contexto centroamericano, pero muy corriente en el decolonialismo africano o asiático (Nehru, Suharto, Nasser, Assad, el pan-africanismo, etc). En todo caso, volvemos a la fortaleza o no de los procesos de acumulación, tal y como lo dijimos para Nueva España y Nueva Granada: la sociedad con una acumulación más desenvuelta y mayor, le permite pasar sin muchos tropiezos a la independencia; en el caso más reciente de Guatemala y Costa Rica y sus intentos de industrialización, la mayor acumulación del capital comercial costarricense les permitió ser el grupo  interesado en dar el salto a la industrialización, mientras que en Guatemala se tornaba en una causa de pequeños productores, incluidos los obreros campesinos: será hasta la industrialización tardía (neo-fordista o taylorista primitiva, en términos de Lipietz) donde el intento de ese capital comercial guatemalteco repunte, y precisamente por sus características, se adueñe del paso de transición a la industrialización en el modo en que lo ha hecho hasta hoy.

Para ser más conciliadores, vemos aquí un ejemplo de cómo abordar el debate de formación de estado-nación, pero en un sentido productivo que permita realmente entrever los efectos históricos en los procesos políticos recientes e incluso contemporáneos, el cual era el objetivo original en la formulación histórica del debate sobre formación de estado-nación centroamericano. Pero como vimos al inicio, y a través de este desarrollo, en lugar de una formación de algo que no existía, como una especie de invención de caudillos y las ‘grandes figuras históricas individuales’, el debate de la formación de estado-nación centroamericano no es más que el debate sobre la transición del pre-capitalismo al capitalismo. Pero no podemos ser dogmáticos: si la insitucionaldiad y el discurso oficial hoy en día promueven la explicación cualitativa a través de imaginarios, discursividades e identidades étnicas, sexuales, etc, esto se debe también al dogmatismo del determinismo económico. Es frente a este determinismo económico (incluido en las filas del marxismo), contra el cual nace el culturalismo mismo. Creemos que este enfoque en la transición al capitalismo en Costa Rica, puede complementarse y mezclarse con cualquiera de esas otras rutas y metodologías del debate de formación del estado-nación, y serle útil, siempre teniendo en cuenta la necesidad de perfilarlo desde otro modo completamente diferente a la de una ‘formación de estado’. Todo el resto de características, desde el paternalismo hasta el caudillismo, desde la blanquitud y el indigenismo, desde los sexos hasta las clases medias, tal vez no es explicado como causa eficiente, pero sí apoyado por esta interpretación, con la cual esperamos contribuir a la muerte del debate de formación de estado-nación, y pasar a la construcción (incluso culturalista, si se quiere) del enfoque presentado aquí.

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