Notas sobre Modos de producción en América Latina de Pasado y Presente







-        No hay feudalismo en América Latina porque no existen feudos ni señores feudales que controlen la producción de su estado, y que tributen a un poder central suzerano. La producción es controlada por el estado central de la corona, tanto en la era de la encomienda, como en la era de las mercedes reales y las haciendas, sean el ciclo productivo del producto que sea.

-        La era de la encomienda habla de características propias del modo asiático: en lugar de recibir tierras, reciben trabajadores; agrupados por relaciones étnicas de parentesco y filiación. Incluso es así al punto de que los terratenientes se mueven de unas tierras a otras con los trabajadores y poblaciones indígenas asignadas por la corona, sin importar la posesión o propiedad de la tierra tal cual (como en un estado feudal –un “estate” en inglés-), sino que importa la propiedad de los trabajadores, y solo en cuanto se tiene la propiedad de estos, es que se extrae la renta de la tierra donde laboran. Esta es, precisamente, la definición del propio Marx en las Formaciones.

-        La subsunción formal no es específicamente capitalista ni sigue la lógica del capital industrial, pero es capitalista en general o abstractamente capitalista. Es, se quiera o no, plusvalía absoluta y renta absoluta. Esto está claramente definido en el capítulo sobre subsunción formal y real inédito del tomo I. Además, los capítulos sobre renta de la tierra y el modo parcelero o de parcelas, hablan también de la simple venta de excedentes, liberalización del intercambio mercantil, trabajo asalariado (aunque con características propias), etc, dentro de una subsunción formal, como un paso gradual y creciente hacia el capitalismo. Es tipificado como capitalismo.

-        Sí existe una vía de penetración del capitalismo a través del capital comercial, pero hay que tener cuidado: Laclau y Frank se refieren a la interpretación smithiana (en palabras de Brenner) del comercio internacional o el comercio interno. En este sentido, la crítica de Laclau y demás autores del volumen es correcta. Pero en el sentido del capítulo XX del tomo III, sí que hay una penetración del capitalismo. Además, en el tomo II, como lo rescata Harvey, se habla de esta misma penetración del capital comercial en contextos que van desde cazadores-recolectores, hasta el campesinado “patriarcal”, etc. Es decir, todas las formas precapitalistas pueden ser subsumidas o en vías de penetración del capitalismo a través del capital comercial.

-        Es falso que el estado simplemente reciba un tributo, en la medida de que se encarga de la producción como terrateniente general. Lo mismo se puede decir del resto del Tercer Mundo, pero en el caso de América Latina, al menos, lo que extraen es renta de la tierra. El debate se encaminaría más hacia la divergencia entre modo tributario y asiático, que hacia el debate de feudalismo y semi-feudalismo.

-        América Latina tiene un contexto particular o específico que es el del absolutismo español, como primera forma o germen del absolutismo. Por eso no hay feudalismo clásico ni siquiera en España, mucho menos en América Latina. Y encima de esto, esto le da características asiáticas o, cuando menos, tributarias (de aceptarse encaminarse hacia ese debate o disyuntiva). Además de tener una centralización propia del absolutismo, la gran diferencia está obviamente en que no se desarrolla un "tercer estado" (Cliff). Ahí sí es correcta la señalización de la introducción acerca del dominio del capital comercial en particular. Porque no hay un paso de la artesanía hacia la manufactura y luego a la industria, sino que existe un desarrollo de las formas embrionarias del capital industrial: la usura y el comercio, el capital bancario y el comercial. Es decir, volvemos y coincide plenamente de nuevo con lo que decíamos al inicio acerca de la subsunción formal, y es la explicación misma de esa subsunción formal: es una subsunción y penetración que no avanza hacia la lógica del capital industrial ni a la forma específica del capital, hasta mucho después en su historia.

-                La independencia, podríamos decir, es “por arriba”. No se trata de un “tercer estado” en revolución, sino de aristócratas comerciales y mestizos e incluso criollos, que se encargan de dar el salto a la propiedad alienable, la subsunción formal mezclada con la subsunción real, etc. No se puede olvidar el momento propiamente político, del paso del pre-capitalismo al capitalismo, tal y como no puede olvidarse el antes y después de la Revolución Francesa y la instauración del Código Civil napoleónico para los países centrales, etc. La acumulación de Nueva España (México) es tal, que permite un alto a la revolución armada y la negociación siempre "por arriba" de la revolución y el paso al capitalismo. En Centroamérica, como satélite de Nueva España, se da el mismo proceso aún todavía más similar a la vía no-revolucionaria del capítulo XX del tomo III (o vía prusiana, llamada así porque es la vía de los países del Sur-Este europeo, teniendo como ejemplos de este tipo de penetraciones del capital o transiciones del pre-capitalismo al capitalismo a la unificación de Prusia, o la guerra revolucionaria de Garibaldi en Italia, etc). Suramérica, con una acumulación relativa más débil que Nueva España, se ve ante el enfrentamiento armado de los aristócratas y comerciantes mestizos y españoles que conocemos, etc. A excepción de Haití, que tiene características más francesas (aunque no hay que olvidar que los líderes incluso esclavos, retornaron al esclavismo o no crearon una liberalización mercantil del tipo clásico, tanto en las zonas españolas como las francesas donde se extendió la revolución haitiana), en América Latina el proceso es siempre "por arriba", aunque no hay ninguna revolución "por arriba" que no tenga apoyo de capas campesinas o indígenas. La independencia permite la instauración de la subsunción formal y real: permite a los terratenientes tomar el control de su producción sin los dictados de la corona, tal y como una subsunción real y plusvalías relativas, así como permite la comercialización libre de excedente agrícola de los minifundios o parcelas (todo esto siguiendo la teoría de la renta capitalista del tomo III), mezclando la subsunción real de los pequeños campesinos o labradores, con la subsunción formal de ser una simple venta de excedentes y no una acumulación primitiva.


-        El no-desarrollo de una lógica específica e industrial del capitalismo, o lo que es lo mismo, el no-desarrollo del paso gradual desde la artesanía hasta la manufactura y luego la industria (la formación de un “tercer estado” burgués), es exactamente la misma razón que explica esta mezcla de subsunción formal y real, y al mismo tiempo, y simultánea y recíprocamente, la transición a través del capital comercial “por arriba” y no el de una revolución burguesa “por abajo”. Los tres elementos vemos que están entrelazados entre sí, y se explican recíprocamente. Explican también el desarrollo de un capitalismo no-industrial, y además, no-latifundista, lo cual no es casual, sino que es absolutamente recíproco: la alta fragmentación de la tierra y el modelo parcelero típico de América Latina en comparación con Europa (y aún más en Centroamérica que en el resto de América Latina, por ejemplo), la persistencia de la pequeña propiedad campesina, la ausencia de una acumulación primitiva generalizada, formas de trabajo asalariado campesino distintas del salario en un latifundio (desde el jornal hasta la aparcería, desde el trabajo en temporadas hasta el pago por la realización de una obra particular, etc), es al mismo tiempo la razón por la que no existe la formación de un mercado interno que sostenga el desarrollo industrial. Y al mismo tiempo, la independencia permite en el latifundio la subsunción real que sí es específica del capitalismo, y permite al mediano y pequeño campesino modificar su proceso productivo y extraer plusvalías relativas tal y como en una forma específica de capitalismo. Son de hecho los conceptos de subsunción formal y real los que permiten hablar de una lógica específica del capital, pero ya no de la industria, sino aplicada a las formas embrionarias del capital industrial (el comercio y la usura) y su acaparamiento del sector agrícola. De ahí que los ejemplos de Marx en el capítulo sobre subsunción formal y real incluyan ejemplos agrícolas, así como el capítulo XX del tomo III sobre la penetración del capitalismo a través del capital comercial también los contenga, y que la teoría de la renta de la tierra del mismo tomo III también contenga y tipificada como capitalismo ya no solo la acumulación primitiva y el latifundismo, sino la venta de excedentes de la pequeña parcela, el arriendo, etc.

-        Por lo tanto, hay que entender que por la lógica del capitalismo y del capital industrial, en oposición al aspecto histórico, se incluyen al capital comercial o al capital agrícola. “De lo expuesto hasta aquí se desprende por sí solo que nada puede ser más absurdo que considerar el capital comercial, sea en la forma de capital dedicado al tráfico de mercancías o en la de capital dedicado al tráfico de dinero, como un tipo particular de capital industrial, en forma similar a como, por ejemplo, la minería, la agricultura, la ganadería, la manufactura, la industria del trasporte etc., constituyen ramificaciones del capital industrial determinadas por la división social del trabajo, y en consecuencia esferas particulares de inversión del capital industrial.” (Marx, capítulo XX, tomo III). Esto coincide con la aseveración de Harvey acerca del uso del término ‘industrial’ en el tomo II: no significa la industria en un sentido sectorial, sino que significa todos los capitales productivos e improductivos como conjunto. En este sentido, tanto la agricultura como el comercio son capital industrial. Lo mismo elabora actualmenteJairus Banaji. Esto tiene un gran significado para América Latina: quiere decir que la ausencia de un desarrollo industrial sectorial, no impide el análisis de una lógica del capital industrial y específicamente capitalista. Es por esto que Lenin insiste en considerar el arrendamiento agrícola o la aparcería, como ejemplos de capitalismo industrial agrícola, o industria capitalista. La mezcla de subsunción formal y real en América Latina es una mezcla de un capitalismo abstracto o general, y de un capitalismo específico. Es decir: si decimos que co-existe la subsunción formal con la real, no es porque co-exista un pre-capitalismo con un capitalismo, sino porque co-existe la plusvalía absoluta con la relativa, ambas capitalistas. En lugar del paso del industrialista que se vuelve comerciante (es decir, de la manufactura que empieza a producir para el mercado en general, y no para encomiendas particulares o individuales –es decir, ya no para valores de uso, sino para el valor de cambio-), es el comerciante que se vuelve industrial; pero ‘industrial’ ya no en el sentido del sector industrial, sino en el sentido del capital industrial de Marx, donde se incluye desde lo agrícola hasta lo propiamente comercial.

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