Antropología marxista

 


Hay una pre-suzeranía o proto-suzeranía en el problema antropológico de las sociedades tribales. La aristocracia es móvil, impermanente e inconstante, y depende de las relaciones de parentesco gentilicias (como estructura compleja de parentesco –Levi Strauss-) para la concentración de decisiones, de tierras, de organización y división del trabajo, de la capacidad militar, etc. Los liderazgos dependen de la segmentación de relaciones de parentesco más allá de la banda o clan, a diferencia de las estructuras simples de parentesco donde un clan o conjunto de clanes (un segmento o linaje) lidera inmóvil pero impermanente e inconstante en su institucionalización, como un grado intermedio de pre-burocracia y como un grado intermedio de disolución de las relaciones tribales gentilicias: los procesos de segmentación producen que las relaciones e interacciones sociales dentro de la tribu estén basadas en relaciones de parentesco más allá de la familia extendida (no solo la nuclear: la banda o clan es una familia extendida), y por lo tanto, las relaciones de distribución o flujos de plusproducto agrícola y de otros tipos (artesanales) basadas también en esas segmentaciones y relaciones de parentesco complejas, por lo que no existe unidad: cada clan actúa y reactúa uno frente al otro en calidad de clan, segmento o linaje. Los líderes que hablan en las disputas o los ancianos líderes o jefes de villas en general, son solo los del conjunto de cada clan, segmento o linaje que se yuxtaponen entre sí. Por eso existe el principio de oposición complementaria. Solo cuando se trata de un enemigo exterior a la tribu, con la que los clanes organizados en tribus no practican exogamia, entonces la tribu se unifica en cuando a su institucionalidad, de modo similar a la suzeranía. El liderazgo se vuelve general debido a los principios de parentesco y totémicos mismos mismos que antes lo volvían fragmentario y segmentado, y así como esas relaciones de parentesco producen ese liderazgo o institucionalización central y unificada, con la misma facilidad lo disuelven: así ese liderazgo es móvil, flexible e inconstante. Lo que no existe es la figura del demesne o reino, que depende de la revolución urbana y la transición por las economías de palacio. El período de la revolución urbana se convierte en una revolución aún más importante que la neolítica. Es la forma en que un clan o linaje se apropia de la concentración de las decisiones, de los flujos y circulación del plusproducto, y de la autoridad estatal. Decimos “período” porque las etapas antropológicas no tienen un funcionamiento sincrónico, sino que son procesos periódicos temporales. El “salvajismo”, la “barbarie” y la “civilización” no existen en formas puras ni universales en ninguna tribu, pero es el proceso temporal empírico de múltiples formas locales: por eso la antropología cultural de Boas tiene razón, y es la falta de un patrón universal de cultura la que permite hablar del mismo proceso temporal sucediendo en múltiples localidades y formas de cultura; la relatividad cultural no es impedimento de la universalidad, sino que es su característica misma. No son sistemas describibles de modo acabado ni como una “estructura” ni “etapa” (en esto se equivocó el evolucionismo clásico de Tylor o Morgan), sino como unos estadios que forman parte de un proceso de movimiento temporal que es monstruoso, o que es multiforme, en vez de homogéneo o vacío. La sucesión exacta de los eventos, no forman un sistema o estructura: se entrelazan el “salvajismo” con las alianzas o la agricultura; se entrecruzan en desorden la evolución del clan con las revoluciones técnicas y periodizaciones arqueológicas, y estas con las de parentesco o filiales; no existe correspondencia entre domesticación y agricultura o los metales, no tienen etapas correspondientes entre sí, ni entre estas etapas hay correspondencia con la organización de las relaciones de parentesco: la alianza tribal y bárbara existe entre cazadores recolectores del mismo modo que hay agricultura antes de la domesticación, sin sucederse una a la otra. No existe un orden universal que las unifique, ni les dé ninguna correspondencia. Sin embargo sí existe un proceso temporal que se da en todas las culturas, basado en tres saltos cualitativos: 1) la animalidad o sociedades de bandas y clanes conocida como “salvajismo” (preponderantemente nómadas, pero no necesariamente solo nómadas, y coincidentes con la organización familiar animal), 2) la salida de la animalidad de bandas y clanes y la formación de hordas a través de la alianza exogámica y la formación de estructuras complejas de parentesco conocida como “barbarie”, y 3) la disolución de las relaciones tribales y gentilicias de estructuras complejas en pos de la fragmentación de nuevo en clanes y linajes sin parentesco alguno más allá de la familia extendida. Estos tres procesos se dan universalmente, pero no como un promedio o media aritmética (White), sino como una evolución multilinear: un agregado de eventos sin principio ni final definido cuantitativamente, pero sí definido cualitativamente y en transición o imbricados unos con otros; sin elementos que sean cuantitativamente idénticos entre sí (en una región bronce, en otra región hierro; en una región tales reglas de parentesco, en otras sin prohibición del incesto; en una región tales o cuales tótems de plantas o animales, en la otra región tótems radicalmente diferentes; en una región una etnia, en otra región otra; etc), pero que a través de esa diversidad, desarrollan un proceso evolutivo semejante y singular: el nominalismo de semejanza dice que hay universales en la reunión de la identidad de varios particulares, pero no es una sustancia diferente del agregado de particulares mismo; es a través del agregado que se da la singularidad hegeliana, y se puede conectar lo particular con lo universal; son procesos que se dan en el modo de una recurrencia estadística de eventos agregados casuales y contingentes, pero que en conjunto desarrollan una tendencia. No se trata entonces del ‘ordenamiento’ de una serie de eventos, sino de la descripción de las recurrencias que se producen en su desorden y dispersión. Es un proceso cualitativo pero no inferencial ni semántico, sino formal-material. Es decir, es posible de ser establecido etnológicamente pero no a través de una inferencia o hermenéutica, sino a través de una lectura formal de los procesos etnográficos: es en los datos etnográficos que podemos comprobar esta lectura evolutiva multilinear, y no a la inversa. No buscamos implantarle a los datos etnográficos una lógica etnológica, sino al revés: partimos de los datos empíricos para realizar una síntesis del acervo científico etnográfico, y extraer de ello una descripción empírica de cambios cualitativos. No se trata de una descripción positivista y fenomenal, sino de una explicación de la causalidad interna a estos fenómenos y objetos, pero establecida al modo de una descripción, del mismo modo que la estadística inferencial se construye a través de una articulación con respecto a la estadística descriptiva, donde la estadística inferencial contiene a la descriptiva como uno de sus elementos constitutivos, pero es al mismo tiempo la superación de lo meramente descriptivo (por ejemplo, los grados entre análisis univariante y multivariante, representan ya una primera gradación entre lo descriptivo y lo inferencial, del mismo modo que la diferencia entre magnitudes absolutas y relativas, etc).

Por lo tanto, no existe el matrimonio por grupos de Engels, o dicho de otro modo: la salida del “salvajismo” de las bandas y clanes animales hacia las alianzas tribales “bárbaras” que harán subir la productividad (aun entre cazadores y recolectores), la complejización de la división del trabajo, etc, y que servirá para la adaptación y supervivencia de la especie, se basan no en relaciones filiales donde se relajan las relaciones de parentesco (como un matrimonio o filiación indiscriminada e indiferente entre clanes), sino al contrario: a través de la instauración progresiva de estructuras complejas de parentesco exogámicas. La familia nuclear moderna no nace con la propiedad individual del patriarca greco-romano, sino con la prohibición del incesto que promueve la alianza y la articulación de relaciones de parentesco más allá de la familia consanguínea, el clan o el linaje. Por eso mientras en Engels la monogamia es la que produce la propiedad privada, en los Cuadernos Etnológicos de Marx la propiedad privada también nace a través de la propiedad colectiva de la unidad familiar (afuera de Europa). La visión de Engels es demasiado centrada en Europa (de hecho es falso que la monogamia sea solo europea, cuando existe también en el Japón), pero por una razón particular: Europa sí es el origen de la propiedad individual moderna, precisamente por ser la forma más radical de disolución de las estructuras complejas de parentesco gentilicias y tribales. Pero la propiedad familiar o colectiva de la tierra afuera de Europa, por más que no sea monogámica ni una propiedad individual, sigue siendo propiedad privada, explotadora y con estado de clases (de lo contrario no habría explotación pre-capitalista afuera de Europa). La monogamia no es el único reducto de la propiedad y la explotación, lo cual se comprueba muy fácilmente viendo la poliginia Asiática o Africana y su co-existencia con formas de propiedad y explotación pre-capitalista (algo detallado por el propio Marx en esos Cuadernos Etnológicos). Es la propiedad privada del modo de producción asiático, o de los modos de producción pre-capitalistas afuera de Europa y característicos del “Tercer Mundo”: como la familia nuclear nace con la prohibición del incesto y las alianzas tribales exogámicas, afuera de Europa la formación del estado y la sociedad de clases no se da a través de la eliminación de las estructuras complejas de parentesco ni la monogamia ni la instauración de la propiedad individual, sino al revés: se da a través de las estructuras complejas mismas; tal y como lo dice Marx: el estado se erige en terrateniente general gracias a las relaciones de parentesco tribales y confederadas mismas. La propiedad es clánica, tal y como la propiedad privada monogámica, pero mientras que la propiedad privada monogámica involucra la disolución de relaciones filiales basadas en estructuras complejas de parentesco, la propiedad privada poligámica o colectiva afuera de Europa se instaura precisamente a través de ellas. Detrás de una vía u otra (y sus gradaciones), lo que hay es un proceso de diferenciación antropológico-económica donde la unidad tribal y confederada es desintegrada por la imposición de un clan o linaje. Pero la diferencia entre la vía europea y afuera de Europa es la misma diferencia por la que el esclavismo es solo Europeo, y la razón por la que el resto del mundo afuera de Europa no pasa por los modos de producción esclavista y feudal, sino que se mantienen en el modo asiático. Esto explica la supervivencia de estructuras complejas de parentesco en Asia o África, y el predominio de las estructuras simples como una característica occidentaloide: Europa se vio ante la realidad de producir el esclavismo, para lo cual fue necesario la disolución más radical de las estructuras complejas de parentesco, mientras que en Asia, África o entre amerindios, los estados y la explotación nacen de las estructuras complejas. Son vías radicalmente distintas del mismo proceso de disolución de las estructuras complejas, y la imposición de un clan o linaje con el monopolio del poder del estado y de la propiedad, en contra de la distribución del plusproducto o de la toma de decisiones de acuerdo a relaciones complejas de parentesco. Pero no se trata de dos vías duales, sino de diferencias concretas en gradaciones. En Europa misma no existe solo la propiedad individual monogámica greco-romana detallada por Engels, sino también La Marca germana y el modo de producción germano de Marx: en éste las estructuras complejas se mantienen (el trabajo agrícola y la propiedad colectiva de La Marca) pero mezcladas ya con la propiedad familiar individual. Las relaciones de filiación se vuelven entonces basadas en estructuras simples, al mismo tiempo que se mantienen ciertas relaciones de estructuras complejas para las tierras y trabajos colectivos. Esto del mismo modo que lo plantea Levi-Strauss acerca de la diferencia entre sociedades totémicas y de castas: más que dos tipos duales puros, se trata de extremos en una gradación. La exogamia basada en estructuras complejas empieza a retroceder, al mismo tiempo que las relaciones de parentesco complejas y más allá de la familia consanguínea se vuelven principalmente económicas y de intercambio, y ya no de filiación. Esto es cierto de las sociedades de castas. Pero lo que no ve Levi Strauss es que Asia, África y América no dejan de ser sociedades totémicas, y aún así es a través de las relaciones de parentesco complejas que fundan la diferenciación de clases y el estado, al revés de Europa. Esta divergencia entre las vías a tomar para los modos de producción de clases y la aparición del estado, uno europeo alrededor del esclavismo (con la disolución más radical de las estructuras complejas y tribales), y otro “tercermundista” para la creación del modo de producción asiático (con una explotación, propiedad y aparato estatal basado en las relaciones de parentesco complejas, y no en su disolución inmediata), marcan la gran diferencia entre la persistencia relativa y comparativa de estructuras complejas de parentesco en Asia y África hoy, y la formación de las estructuras simples de familia como el prototipo occidental y europeo. De aquí saldrá la figura del matrimonio y la libertad individual burguesa en occidente, a lo largo del desarrollo que va desde la sujeción personal esclava, pasando luego por la independencia relativa del siervo feudal atado a sus necesidades económicas de subsistencia, y por último, la independencia individual completa y burguesa de trabajos individuales y privados unidos por el intercambio mercantil equivalente al trabajo abstracto capitalista hoy. Europa necesitó de una disolución de las estructuras complejas de parentesco aún más brutal que la de Asia y África, del mismo modo que su aristocracia se vio ante la necesidad de suprimir con mucha mayor brutalidad el trabajo manual frente a las formas aristocráticas de cultura: se vio ante esa necesidad por la instauración del esclavismo como modo de producción. La formación del estado y de las sociedades de clase en África, Asia y América, en cambio, sucedió a través de las relaciones de parentesco mismas, pero aún así, disolviendo la unidad tribal y gentilicia y sustituyéndola por la imposición de un clan o linajes.

Por lo tanto, la aparición de la civilización de clases se puede ver como un retorno a la fragmentación del “salvajismo”, con la supeditación o disolución de las relaciones tribales frente al poder del dominio clánico o concentrado en clanes y linajes en vez de en la confederación tribal. Desde la salida de la animalidad hacia la alianza, la sociedad vuelve a disolver sus relaciones de alianza y retorna a una animalidad o “salvajismo”, pero siempre interno a una integración social que permite formas de productividad, acumulación, división del trabajo y demás, impensables desde la fragmentación en bandas y clanes animales anteriores. Las clases no son más que una casta. Lo cual explica la estrecha relación entre la formación de clases y el estado con el antropocentrismo y el antropomorfismo religioso, el racismo (no solo europeo, sino también endémico de Asia y África con guerras de civilizaciones y supremacismos racistas corriendo en todas direcciones étnicas, como el genocidio Rohynga en Myanmar, la discriminación contra africanos subsaharianos en Sudáfrica, y el supremacismo hindú en la India de Modi), o la misoginia (solo que ya no solo monógama, sino poligínica: las sociedades poligámicas no son menos patriarcales y misóginas que las monogámicas, y centrarse en la monogamia como crítica de la sujeción sexual y económica pasa por alto las realidades afuera de Europa), etc. Por último, el paso desde esta pre-suzeranía hacia la suzeranía feudal europea o hacia formas de burocracia estatal asiática, africana o amerindia hablan de la ausencia de un equivalente del demesne o de las tierras reales durante este período previo, y por lo tanto, hablan de éste como un proceso de transición entre las economías de palacio y la revolución urbana de Childe. La diferencia es que mientras en Europa se pasa del esclavismo al feudalismo, y en el resto del mundo se mantiene el mismo modo de producción, Europa necesita de una disolución de las relaciones complejas de parentesco todavía más gradual que la unificación de imperios como el chino: los estados afuera de Europa se fundan a través de las relaciones de parentesco, y la explotación a través del estado como terrateniente general y líder tribal; en Europa se disuelven las estructuras complejas para la explotación familiar o clánica llevada a cabo básicamente como un negocio privado, y los estados se fundan no para la explotación y extracción de rentas directamente, sino para el sostenimiento del orden de clases (el estado romano no pasaba de la taxación, era casi inexistente la burocracia –toda su administración era personalista- y no se explotaba renta de la tierra a través de las instituciones estatales, sino que el comercio y la explotación era un asunto privado –completamente en las antípodas de los regímenes asiáticos o amerindios precolombinos-). De ahí que afuera de Europa los centros urbanos de poder estatal sean móviles y quasi-federales, cambiando la unidad territorial de los reinos de acuerdo a las transformaciones en las disputas entre un reino u otro, mientras que en Europa la forma medieval sea la suzeranía: los imperios asiáticos llegan más rápido a la unificación y la burocracia, pero a través de un quasi-federalismo debido a la forma asiática de explotación de la renta de la tierra: explotan de acuerdo a relaciones complejas de parentesco cambiantes de acuerdo a sus alianzas y sometimiento a un reino u otro, mientras que los europeos tienen la figura eminentemente inmóvil de la propiedad de la tierra, cuyo centro urbano se traduce en el demesne, y la suzeranía pasa a ser móvil e inconstante pero a partir del sostenimiento del poderío del centro urbano y del clan o linaje aristocrático dominante en la forma de la propiedad individual basada mayoritariamente en estructuras simples de parentesco. De este modo, la revolución urbana en Europa y fuera de Europa es completamente heterogénea y diferente, del mismo modo que son diferentes sus formas de suzeranía: en Asia y África el centro urbano estatal es más móvil debido a que extrae renta de la tierra a partir de estructuras complejas de parentesco, pero al mismo tiempo concentra más las decisiones y la formación de una burocracia, mientras que en Europa la extracción de renta de la tierra se basa en la propiedad de la tierra en sustitución de las estructuras complejas de parentesco, y las decisiones son más mediadas. La caída gradual y aletargada del esclavismo y su transición hacia el feudalismo va a significar un retroceso para las formas de unificación e insitucionalización burocrática europeas, del mismo modo que la pugna entre la aristocracia y la iglesia y entre el demesne real y los centros rurales y urbanos distintos del demesne real (lo cual llevará a la pugna entre la contrareforma y el absolutismo). Y por esa misma razón el estado secular y la división de poderes no existe primero en Europa, sino en el califato árabe del siglo X, del mismo modo que las primeras universidades son árabes, y el ya mencionado imperio chino tenía burocracia ministerial mucho antes que Roma. Desde otro enfoque, es la misma razón que vuelve más absolutista a los imperios asiáticos, y la razón por la que se da la “extraña” contradicción entre la democracia greco-romana y su co-existencia con el esclavismo: el esclavismo solo podía existir bajo la más radical disolución de las estructuras complejas de parentesco como formas de mediación del plusproducto o de las decisiones políticas, y esa misma disolución obligaba a la organización de las distintas facciones de clases alrededor del estado y no a través de liderazgos tribales.

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