Review del último libro de George García -Karl Marx, historian of social times and spaces (Brill)

 


Queremos empezar por aclarar que nos vamos a centrar en la crítica que realiza García del modo de producción asiático, y no en los muchos otros temas que aborda el libro, donde nos parece mucho mejor. La publicación de este libro nos parece un excelente reconocimiento al trabajo de García, y el marxismo nacional, que debe ser aprovechada por todos como una oportunidad de avance para el por lo demás decadente marxismo tico. Sin duda esta es una gran y saludable excepción. Nos parece errado el transhistoricismo, la lectura categorial y ontológica, etc, cosas que ya algunos saben, pero no vamos a entrar en esos detalles. Tenemos que tomar como prioridad el comentario del autor acerca del modo asiático, y sus múltiples errores y equivocaciones a la hora de abordarlo. Como ejemplo de partida, tomamos la siguiente cita:





El fragmento que citamos arriba no tiene sentido alguno, ni teórico ni empírico. Por lo demás, autores como Banaji proponen la teoría del modo tributario, cuando en India, según los datos de la historia económica, no existían recolectores de impuestos en las zonas agrícolas. Lo mismo si investigamos la historia premoderna de Corea del Sur o China: hay cobradores taxativos de comercios y artesanías manufactureras, pero no del agro. La existencia de pequeños propietarios además del terrateniente general que es el estado, no es contradictorio en ningún sentido, a menos que uno crea que el modo asiático significa que solo existe una sola propiedad general de la tierra en todo el modo de producción, sin propiedades por parte de nadie más. Esto, por supuesto, se quita simplemente leyendo las Formaciones económicas precapitalistas, y la dialéctica de posesión y propiedad, y es confirmado por todo trabajo empírico historiográfico, etnográfico o económico de esa y otras regiones de Asia, donde los pequeños productores y propietarios gozan de la posesión incluso oficial de su propiedad, y al mismo tiempo, tienen limitaciones para alienarla, heredarla o comercializarla dictadas directamente desde el estado (muy similar también a las encomiendas, y no solo las encomiendas latinoamericanas, y el control de la corona sobre su producción, localización, etc -cosa que también elimina la posibilidad de feudalismo en América Latina, tanto como en el resto del "Tercer Mundo"-). No solo es falso empíricamente sobre la realidad India (sea Banaji o no el que lo diga), sino que también demuestra una completa incomprensión del modo de producción que se está criticando.

Tampoco son ciertas las muchas afirmaciones que, siendo justos, no son de García sino de otros autores que él recoge, pero que dicen cosas como que Marx no sabía nada de África, cuando Marx es de los primeros en cualquier antropología, en mencionar la mezcla contradictoria de etapas como el salvajismo y la barbarie, la cual se confirmaría una y otra vez a lo largo y ancho del siglo XX y precisamente en regiones como África y Oriente Medio: durante el siglo XXI se encontró producción agrícola de pan entre bandas en excavaciones turcas, y también relaciones de alianza en excavaciones israelíes, lo cual demuestra lo estipulado por Marx hace más de un siglo: la mezcla de salvajismo y barbarie, la imbricación de sus etapas, etc. Reproducir esos comentarios sin defender el trabajo de Marx también deja claro que no se tiene idea alguna de los trabajos etnológicos de Marx, y que es el primero en la antropología africana en establecer la mezcla de salvajismo y barbarie (contra el evolucionismo y contra todo etapismo de Morgan).

La solución al problema del modo asiático no se puede determinar filológica ni categorialmente ni bibliográficamente. Para saber si el “Tercer Mundo” tiene las características del modo asiático, no se puede recurrir a Marx, ni siquiera a la bibliografía completa de Marx, sino al estudio e investigación de las realidades del “Tercer Mundo”. García, en cambio, plantea que debido a que Marx escribe contradictoriamente en un texto sobre India que ahí existían “pequeños propietarios”, por lo tanto el modo asiático está mal. Marx se contradice al decir que es un modo sin propiedad, y después se contradice en decir que hay pequeños propietarios en un texto o carta de los 1800’s. Por lo tanto, rompe con el método histórico, y comete un error con el modo asiático. No resulta necesario investigar la economía India, no se necesita investigar la economía India de la época de Marx, o la historia pre-moderna de la economía India, no: simplemente hay una contradicción de redacción, y este simple error de redacción es lo que científicamente determina la existencia o no del modo asiático en cualquier latitud del “Tercer Mundo”. Del mismo modo, la temporalidad múltiple de la que trata todo el libro, no se encuentra en la realidad, o tan siquiera en alguna de las realidades históricas a las que pudo tener acceso Marx, sino a las nociones implícitas filológicamente, la cronología de textos, o la clasificación y tipología de documentos que hace García: entre las cartas y los noticieros están las temporalidades cortas, entre los libros y tratados autorales están las temporalidades largas. De nuevo: no se trata de temporalidades cortas o largas en los procesos agrícolas, comerciales o manufactureros de la India o el “Tercer Mundo” o de Europa como lo realizan Dobb o Brenner, no se trata de temporalidades cortas o largas en el desarrollo del pre-capitalismo europeo o el asiático, temporalidades cortas o largas de Asia o de África en comparación con Europa, siguiendo en verdad caminos múltiples de desarrollo, no: se trata de las temporalidades de los documentos y fuentes textuales, de las temporalidades implícitas en las palabras o de las temporalidades entre la cronología de una u otra redacción de alguno de los textos de Marx. En todo caso, el modo asiático no se define por ser comunitario como el comunismo primitivo, ni tampoco se define por los trabajos hidráulicos (esta parece una lectura más volcada al modo asiático como se entiende en la antropología más liberal tipo Wittfogel, y no como la entienden Krader, Godelier, etc). Se define por:

1)      la renta de la tierra no se extrae de un territorio específico, convirtiendo en súbditos o siervos a los habitantes de ese territorio (como un feudo europeo), sino que la renta se extrae de los habitantes del territorio por vía étnica, y es gracias a esa extracción que se extrae renta de la tierra. En pocas palabras: el feudalismo va de la tierra hacia el trabajador, define primero la tierra que explotará para así proceder a la explotación de sus trabajadores, mientras que el modo asiático define los habitantes y trabajadores a quienes extraerá renta, y gracias a ello extrae renta de sus tierras. Es uno de los primeros puntos y de los más básicos que toca Issawi a la hora de introducir su célebre historia económica del norte de África: no hay feudos demarcados, sino comunidades étnicas móviles, y los terratenientes no están fijos en su lugar como los señores feudales, sino moviéndose (incluso nomádicamente, como bandas y clanes) para recolectar la tasación; de ahí que los reinos asiáticos y africanos sean móviles, tal y como la forma de estado-nación asiática y africana, y esto explique nuestra impresión de inestabilidad y fragmentación de los estados-nación africanos o asiáticos.

 

2)      la renta y los impuestos son indisolubles. Los propietarios terratenientes o comerciantes asiáticos o africanos no pagan un ‘tributo’ por un lado, y recibiendo una renta de la tierra por el otro, recibiendo al mismo tiempo una tasación y su renta, como dos desembolsos heterogéneos y diferentes en el espacio y el tiempo. No pagan un tributo al estado, y luego la ganancia privada del terrateniente, sino que son ellos mismos el aparato estatal y la ganancia de la tierra, nombrados en calidad de representantes por el terrateniente general aristocrático. Los propietarios son propietarios y pueden tan siquiera cobrar la renta a través de tax farming, solo en nombre o designación del rey, y el mismo desembolso es ya tributo y renta de la tierra simultáneos e indivisibles. No se encuentran registros de tres tipos de desembolsos (ganancia agrícola, renta y tributo) en ninguna parte de la historia económica pre-moderna y pre-capitalista asiática o africana. Empíricamente solo existe la indisolubilidad del impuesto y la renta de la tierra como un solo flujo de valor. Es imposible verificar la veracidad científica de esto a través de cualquier redacción del puño y letra de Marx, y solo puede ser establecido a través de la investigación.

 

3)      propiedad y posesión: el aristócrata es dueño de la tierra, y por eso tampoco cobra un impuesto o ‘tributo’, sino que cobra su propiedad, pero mediada por su posición dentro de las estructuras complejas de parentesco y filiales. Recordemos que es en calidad de representante de estructuras complejas de filiación y parentesco, que este déspota adquiere la propiedad de toda la tierra. Es también el modo en que el campesino o trabajador agrícola asiático o africano se relaciona con los distintos sub-representantes de linajes y segmentaciones, que tienen también capacidad y poder de decisión sobre las propiedades campesinas, en calidad de representantes étnicos. De hecho son los líderes étnicos los que concentran más capital comercial o terrateniente. Los campesinos obreros tienen lo que llamaríamos posesión mezclada a veces con propiedad privada, pero familiar. Esta palabra no debe ser confundida con unidad de producción familiar o algo por el estilo. Es agricultura familiar la que predomina en África y Asia, del mismo modo que predomina la aparcería, el contract farming y el tax farming (a diferencia de Latinoamérica). Es decir, basada en la familia extendida, o simplemente donde la tierra se reparte o se moviliza (es capaz de ser vendida o no, etc), y de acuerdo a lo cual también se heredará la tierra. Las relaciones de parentesco y filiación más allá de la familia extendida, o las estructuras complejas, son el seno de esta relación entre posesión y propiedad.


4)      - El terrateniente general lo hará en calidad étnica, y por lo tanto, su red de terratenientes a través de tax farming serán terratenientes también basados en las estructuras complejas y las relaciones más allá de la familia consanguínea o extendida. Esto también se confirma en toda la literatura de casos, como en la estadística, historia económica, etc, por todas las zonas indígenas y consuetudinarias de África o Asia.


Ahora, ¿qué hacemos cuando estas definiciones de Marx, las vemos reproducirse, y somos capaces de reproducirlas a través de la investigación de la historia económica, del trabajo de  campo contemporáneo, de la estadística, etc, sobre África y Asia? ¿No es sobre ese terreno que se debería discutir si existen o no científicamente el modo asiático, o si es un error?

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