Modo tributario o asiático en Uganda y el "Tercer Mundo": el marxismo contra sí mismo
El siguiente fragmento es acerca del caso de Uganda, y proviene en Land tenancy in Asia, Africa and Latin America: a look at the past, and a view to the future (1999) de Susana Lastarria Cornhiel y Jolyne Melmed-Sanjak (link). Todo este texto tiene como excusa este fragmento acerca de la agricultura familiar en esa región africana, tal y como tantos otros fragmentos que se encuentra uno en la lectura de informes o libros acerca de este tema, que retratan precisamente esta exacta realidad a lo largo y ancho del “Tercer Mundo”. Solo queríamos corregir que el Acuerdo de Uganda mencionado en el fragmento o cita, es de 1890, y no de 1990.
No partimos
del modo asiático para salir a investigar y confirmarlo en todas partes.
Nuestra tesis es que el marxismo es capaz de explicar una realidad como la
descrita en el texto, y que a la hora de describirla, sus características son
las del modo asiático: un líder tribal que concentra recursos tal y como un
terrateniente, que media entre los pequeños productores directos familiares y
el crédito, las materias primas, los mercados para colocar sus excedentes, etc.
Son estructuras complejas de parentesco y las relaciones tribales y
comunitarias, tal y como lo dice Marx en sus Formaciones económicas precapitalistas, las que definen esas
relaciones de propiedad y posesión. Más aún, no hay posibilidad alguna de modo
tributario. Al líder tribal que opera como terrateniente de facto y
consuetudinario, no se le dan tributos. Se le paga en especie como aparcería,
se le paga en dinero de acuerdo a la liquidez, se le paga con renta en trabajo
el trabajo no solo de las tierras propias, sino de las que forman parte de su
posesión directa, etc. El jefe tribal se encarga de la organización de los
trabajos, de la división del trabajo, de la mediación entre crédito, materias
primas y productores directos. Una vez que deja de ser terrateniente
consuetudinario y tribal, y se reconoce su propiedad, las relaciones en la
tribu o villa no cambian demasiado en términos de facto, pero todos los
poseedores o usufructuarios consuetudinarios pasan a convertirse en
arrendatarios del jefe de la villa, convirtiéndolo oficialmente en
terrateniente de jure. Esta mezcla entre propiedad y posesión, y el que las
mismas tierras sean propiedad de un terrateniente así como posesión de
familias, es también el modo asiático específico. ¿Porqué el marxismo corre
entonces a esconder el modo asiático, cuando claramente explica fenómenos
importantes del “Tercer Mundo”? ¿No debería ser un gran logro del marxismo, el
que su modo asiático o su comuna agrícola ancestral dé en el clavo, y en verdad
ayude a explicar estos fenómenos del mercado mundial como los que suceden en
África? Ponerse en contra del modo asiático es ponerse en contra de uno de los
mayores logros de Marx, y subvertirlo
hasta el punto de que no florezcan ninguno de sus frutos.
Es un hito
de la investigación científica el poder confirmar que el modo asiático explica
esas realidades como las que vemos en ese fragmento, y explica muchas más del “Tercer
Mundo”. El desconocimiento y la oposición de los propios marxistas al modo
asiático, demuestra también un profundo desconocimiento e ignorancia sobre los
propios pueblos latinoamericanos. La encomienda funciona de acuerdo al modo
asiático. Y será necesario investigar los patrones de división de las parcelas
y lotes a lo interno de las haciendas latinoamericanas, el carácter de ese
trabajo (si es por aparcería, arriendo, etc, mezclado con renta en trabajo), y la
composición homogénea o no, la organización compacta o no, del trabajo a lo
interno de las haciendas y la adjudicación de parcelas. Porque el colmo es tan
grande, que en Costa Rica y Centroamérica se denigra al modo asiático y se
ensalza el modo tributario, cuando es hasta el siglo XVIII que se generaliza el
pago de impuestos y tributos a la corona, cuando antes solo lo pagaban las
encomiendas, luego solo algunas haciendas, y luego la totalidad de la economía
con las Reformas Borbónicas. ¿Es de recibo que se diga que todo el sistema
precapitalista latinoamericano se sostenía sobre un tributo y unos impuestos
que ni siquiera existían? ¿Porqué la encomienda es un ejemplo perfecto de la
trasposición del modo asiático a la colonia, pero eso es desechado como una
bagatela, pero en cambio los tributos e impuestos que ni existen empíricamente,
son considerados como los “precisos”? ¿No es esto la peor vulgarización del
conocimiento que puede tener un pueblo sobre sí mismos y su historia? ¿No es
esto un insulto y un des-favor para los pueblos latinoamericanos, el promover
este tipo de comprensión, frente al hecho palpable de que las realidades
descritas por la investigación centroamericana sobre el período colonial y
precapitalista, coincidan casi el dedillo con las elaboraciones marxistas?
Incluso en
la Europa feudal es imposible el modo tributario: los reyes suzeranos son
señores feudales tanto como los demás lords o señores feudales que tiene debajo
de sí. No depende de impuestos para vivir ni para sostener el feudalismo clásico.
El sistema feudal, digámoslo una y otra vez, no depende de tributos ni
impuestos para sostenerse. Es incluso posible que muchos reyes o incluso
vasallos sean perdonados del pago de tributos al suzerano. ¿Cómo es esto
posible si el modo tributario nos dice que el tributo o el impuesto es la forma
elemental sobre la cual se sostiene todo el edificio feudal europeo y feudal
afuera de Europa? ¿Cómo es posible que los publici romanos, o los comerciantes
coreanos precapitalistas, todos estén sometidos al estado a través de sus
tributos e impuestos, pero al mismo tiempo tienen la posibilidad de abrir
crédito con intereses a los propios aristócratas? ¿No se supone que están subyugados
por ese estado a través del pago de impuestos? Los feudos más poderosos
dependen del comercio, y de la venta de su producción excedente, además de la
compra del consumo de lujo que les permite esa producción incipiente de
mercancías comerciales. Al final de la jerarquía están los demesnes y tierras
señoriales que ni siquiera participan del comercio, y que viven del consumo en
especie, así como de la subsistencia. Más aún, ni en Corea ni en India
precapitalistas existen cobradores de impuestos del todo, como lo señala
cándidamente Marx en sus Cuadernos Etnológicos. Y la investigación actual sobre
el precapitalismo en esas regiones, reconfirma con investigación empírica, lo
que los “marxistas” mismos quieren borrar con el modo asiático: las zonas
agrícolas no tienen recaudación de impuestos, sino que la renta y el impuesto
son indisolubles. Los publici romanos sí pagan impuestos. En el feudalismo
clásico europeo si hay tres desembolsos diferentes: ganancia o excedente o
plusproducto agrícola, renta de la tierra con terrateniente ausente o presente,
e impuestos. Estos últimos llegan a la corona, pero no existe rey feudal
europeo alguno del período clásico que, más allá del impuesto, se apropie de la
producción de la tierra señorial o el demesne de sus lords o señores. El rey
suzerano gobierna a través de sus propias tierras señoriales y demesne, del
mismo modo que ese rey suzerano irá a dar con el monarca absoluto con el
advenimiento del absolutismo, para la mayor concentración de tierras y la
comercialización de su producción.
Volviendo a
África y el ejemplo de Uganda, el hecho de que el marxismo sea capaz de
explicar y describir esa realidad retratada ahí en ese informe, tiene una
importancia crucial para el mundo y para el “Tercer Mundo”. Nos pone frente a
la posibilidad de vislumbrar, por primera vez en la historia de nuestros
pueblos, la diferencia específica entre los sistemas de clases precapitalistas
europeos y “tercermundistas”, pero además nos permite rascar la superficie
apenas de toda una vía de investigación, que podría establecer también las
diferencias entre el colonialismo en Latinoamérica, el colonialismo en África y
el colonialismo en Asia, así como en sus subregiones. ¿Porqué? Porque
claramente el ejemplo de Uganda es la posibilidad misma del marxismo de
explicar el problema indígena que recorre todo el “Tercer Mundo”. Es algo que
unifica todas las experiencias de nuestros pueblos a lo largo y ancho del
planeta. La misma problemática de un jefe
tribal o consuetudinario que es terrateniente de tierras de las cuales son poseedores
o usufructuarios unidades familiares a través de la agricultura familiar,
podríamos decir que es el problema que recorre la totalidad del indigenismo en
el “Tercer Mundo”. En las villas del Mekong, en la villas de la India, en
las villas y tribus de Oriente Medio; en las villas del Mahgreb hasta África
Subsahariana; y en la transición desde los modelos precolombinos y la colonia
latinoamericana y el genocidio; en todas estas partes se da el mismo problema,
descrito en Formaciones económicas
precapitalistas. Pero esta vez hay un twist: el modo asiático ya no
significa la generalización de un mismo modo de producción a lo largo y ancho
de un territorio, así como el modo tributario implica subsumirlo todo, incluso
al feudalismo europeo, en tipos de modos tributarios enormes y homogéneos, etc,
no: el modo asiático aquí ayuda, ya no para abstraer lo general, sino para ir a
lo concreto y particular. A pesar de que el ejemplo ugandés se repite en todo
el “Tercer Mundo”, al mismo tiempo el modo asiático nos permite estudiar sus
diferencias con respecto a Latinoamérica y Asia: en Asia habrá artesanías y
manufacturas en el campo, habrá tipos de cosechas mayoritariamente de
irrigación que de rotación de campos, cosas que no hay en ese ejemplo de
Uganda. En Latinoamérica no habrá demasiada manufactura, y los jefes tribales
serán más mediadores con el comercio, que terratenientes, en vista de la
integración comercial completamente distinta en el colonialismo español y
portuguez en América, comparado con el asiático o el africano. La estructura
misma de dependencias entre jefes tribales y demás miembros tribales será
diferente de acuerdo a las estructuras complejas de parentesco en cada región.
De ahí que aquí el modo asiático se convierte en herramienta de investigación,
no de categorización filosófica. Permite discriminar características en el
terreno, desmenuzar, y no simplemente generalizar, por lo que el modo asiático
mismo, o el problema de la comuna agrícola ancestral, no se trata de cual
generalización abarca más territorio del “Tercer Mundo” y cual “calza en todo
lugar”, sino de sus mismas características no tienen porqué calzar en todas
partes de modo homogéneo, es decir, tal y como en el capítulo de método de los Grundrisse, pasamos de simplemente
identidad abstracta, a la diferencia
específica. El modo asiático se convierte en una herramienta tal y como la
subsunción formal y real, por decir solo un ejemplo, cuya utilización no
implica ninguna homogenización, y donde es una herramienta que sirve para
desmenuzar especificidades y diferencias de cada caso concreto. Como vemos, es la operación contraria del modo tributario de Amin o Haldon, donde impuestos, renta e ingresos todos son considerados indistintamente como 'tributarios', y como aspectos meramente superestructurales e indiferentes.