Esto sí es una discusión de método

 



La diferencia entre un análisis de modo de producción está en que analiza el proceso de acumulación (acumulación no significa concentrar o acaparar muchos medios de producción, como se cree vulgarmente, sino que significa la inversión bruta característica de la reproducción ampliada), es decir, las relaciones de producción y reproducción basadas en la explotación de clase. Esto no como proselitismo, sino como un asunto estrictamente analítico: se trata de cómo se genera el valor, y cómo es apropiado ese valor. Por lo tanto, se sale del análisis casuístico de los procesos laborales o del análisis sectorial, y pasa a un análisis de la totalidad de la macroeconomía, entendida desde ese enfoque: una clase empresarial que explota a la otra a lo largo y ancho de todos los sectores (agrícola, comercial, industrial), una pequeña burguesía que representa el grado intermedio de esa explotación, y la mayoría de la sociedad que es la clase trabajadora. Para el análisis de modos de producción precapitalistas, no existe forma de aplicar un análisis moderno de plusvalías relativas o absolutas, o tasa de ganancia y de plusvalor, productividad del trabajo y tasa de explotación, etc, como vía de establecer cómo la sociedad genera y se apropia de valor. Además no opera a través de sobreproducción y subconsumo, sino a través de subproducción y sobreconsumo más bien, al ser sociedades mayoritariamente de subsistencia que pasan gradualmente al crecimiento del comercio y por último el capital industrial.

Nuestro análisis parte del capital comercial, pero no es un análisis sectorial, más bien, precisamente lo contrario: parte del comercio como método heurístico de hacer un análisis de totalidad en vez de sectorial, ya que el comercio entrelaza los demás sectores, tanto agrícola, como industrial, como servicios, finanzas, etc. En lugar de analizar formas de explotación y formas de trabajo (arriendo, aparecería, peonaje, etc), lo que analiza es la forma en que la totalidad de sectores sostienen sus relaciones de producción y reproducción en la generación y apropiación de valor, es decir, la relación empírica entre el capital comercial y los demás sectores, cómo se extrae el plusproducto o cómo se efectúa la diferencia entre trabajo necesario y excedente, ya no en el sentido de mediciones cuantitativas y matemáticas, ni tampoco a través del análisis del proceso de trabajo y explotación particular y casuístico, sino de la interrelación entre los sectores empresariales y explotadores, a la hora de sostener las relaciones de producción y reproducción de su modo de producción precapitalista.

Un análisis como el del profesor George García contenido en su último libro (solo para tomar un ejemplo cercano, no por nada en especial), y que hace una crítica del modo de producción asiático, no es un análisis de modo de producción. Es un análisis categorial y de fuentes textuales, que además de no comprender de modo preciso en qué consiste el modo asiático, aún asumiendo que así fuera, tampoco demuestra realmente que el modo asiático sea errado. Para esto se necesitaría un análisis cómo el que acabo de describir. Y si afirmar la existencia de algo necesita de pruebas, en el campo científico, la refutación de que algo es equivocado u errado también necesita demostración, para lo cual habría que analizar, como dijimos, las relaciones de producción y reproducción que componen el modo de producción precapitalista desde un punto de vista de explicar la totalidad del proceso de acumulación, generación y apropiación de valor. Mientras eso no suceda, no solo no hay análisis de modo de producción, sino que se trata de una afirmación o especulación sin asidero (cosa que puede cambiar: nadie niega que García pueda en efecto fundamentar su posición en el futuro).

Hay un dejo de historicismo en cómo los marxistas latinoamericanos manejan toda la discusión sobre modos de producción: insertan casos particulares de peonaje o de renta en trabajo o especie, y con esta casuística particular, pretenden demostrar que hay servidumbre y feudalismo en el pasado precapitalista de Latinoamérica. Pero lo cierto es que la encomienda funciona como el modo asiático y como todos los pueblos indígenas de África y Asia, que las haciendas no son feudos, que los ejidos contradicen el feudalismo también, y que no hay ningún lord del feudo en sus aposentos ordenando la producción y explotando de modo directo sus tierras, sino que la producción de las haciendas es in absentia, y los terratenientes de las haciendas latinoamericanas son la mayoría comerciantes que ni siquiera se encuentran en las tierras de las que son dueños. Esta característica ya marca un elemento del modo de producción: el sector comercial  y agrícola, se relacionan al modo del putting out (Takahashi), y lo mismo el comercio y el resto de la economía, por el énfasis en el comercio internacional y la inexistencia de “Tercer Estado” o de el paso de la artesanía a la manufactura y luego a la industria. De este modo, estamos haciendo una determinación conceptual del modo de producción: en este caso, la del capítulo XX del tomo III de El Capital de Marx, el paso al capitalismo a través del dominio del capital comercial, conocida como la vía prusiana (sin confundirla con la vía prusiana de Moore, me refiero a Lenin y Takahashi). Más aún, significa que podemos confirmar nuestra refutación sobre la no-existencia de relaciones feudales en el precapitalismo latinoamericano. Todos desde Agustín Cueva hasta Bagú y el propio Mariátegui, o desde el Cuaderno Pasado y Presente de Assadourian y compañía, todos pasan por esta lectura historicista que se encarga de presentar casuísticas de formas de explotación y formas de trabajo, en vez de procesos productivos y relaciones de producción y reproducción.

Pero el problema de afirmar este historicismo del marxismo latinoamericano, es que entonces se puede entender como una reivindicación del carácter “lógico”, como se conoce en el marxismo. Esto sería peor para dicho marxismo latinoamericano. Significaría pasar a un pseudo-análisis del modo de producción que en realidad es simplemente sincrónico, y fundamentado en la sistematicidad categorial de El Capital, la definición de las categorías, y una sistematicidad que tiene que ver con la redacción de El capital, y no con su contenido. Esto daría rienda suelta a la lectura de “leyes de movimiento” “ontológicas” que supuestamente aparece en El Capital. Si antes el historicismo era abstracto en su casuística empírica, ahora el análisis "lógico" es abstracto en su idealismo. El carácter sincrónico en vez de historicista debe ser defendido, pero como un carácter que solo se puede establecer con un análisis cuando menos similar al que hemos desarrollado aquí: el proceso de acumulación, generación y apropiación de valor, a lo largo y ancho de la totalidad de la macroeconomía, de las relaciones de producción y reproducción de la explotación de clase, y de la totalidad de los procesos productivos vistos como un todo (viendo la producción como un todo), y que retroactúa o se interrelaciona con la circulación. Esto implica una investigación de la historia económica, de la economía y de la historiografía, e incluso antropología, de esas relaciones en el terreno de las sociedades latinoamericanas, y en general africanas y asiáticas en el caso del “tercermundismo”. No hay una sola forma de realizar este proyecto investigativo.

Nosotros optamos por el capital comercial como vía de entrada al sector agrícola principalmente, ya que era lo que conectaba los modos de producción de subsistencia precapitalistas con el desarrollo del modo de producción capitalista principalmente agroexportador de Latinoamérica y el “Tercer Mundo”. Optamos por analizar patrones de tenencia de la tierra, de radios minifundio-latifundio, “outgrown schemes” de explotación comercial y agrícola del estado o del capital comercial (plantaciones, latifundios, tierras estatales, etc), e incluso una tipología muy superficial de los tipos de trabajo, la integración comercial (medida por dispersiones de precios entre precios de productores y de consumidores, margen comercial, entre otras variables), etc, para establecer la subsunción formal y real. Una vez obtenida la relación de la subsunción, esto nos permite entonces establecer qué tanto hay de plusvalías relativas o absolutas, y en el caso del precapitalismo, nos permite ver hasta qué punto se extrae valor de la explotación de obreros a través de renta en trabajo o especie o dinero, qué tanto se extrae de la venta de excedentes manteniendo la pequeña y mediana propiedad del campesino (recordando que en el mundo colonial, no se da la acumulación originaria o primitiva), y como vemos, otros aspectos, como el ya mencionado caso de las haciendas in absentia, o las encomiendas, y así sucesivamente. Como vemos, no es un análisis sectorial ni historicista: cada una de esas variables habla del capital agrícola tanto como del comercial, tanto en su calidad de terrateniente, comerciante y financista de la agricultura, como en su calidad de mediador de materias primas y medios de producción, para otros sectores también como la artesanía y la manufactura. Todas estas variables reunidas juntas en un todo, nos permiten alcanzar un análisis de modo de producción o general de la producción y reproducción de las sociedades. No solo eso: nótese cómo la multiplicación de puntos intermediarios en la dispersión de precios agrícolas de Latinoamérica, África y Asia coincide con los márgenes comerciales agrícolas, y coincide también con la concentración y centralización de los capitales agrícolas y comerciales. Aunque Asia tenga mejor dispersión de precio de productor y consumidor, no tiene buena integración espacial en su territorio, revelando que la mayor integración comparativa con respecto a la integración de América Latina, aún así no cambia el hecho de que los capitales comerciales pertenecen a distintos propietarios, y por lo tanto, hay menos concentración y centralización (y esto en comparación incluso con Centroamérica). Si encima de eso avanzamos la noción de que esa diferencia no se debe al período retratado en los samples estadísticos, sino que es herencia del precapitalismo y de las formas de colonización diferentes entre América Latina y Asia, y por lo tanto, que los países asiáticos sostienen desde el precapitalismo una fragmentación mayor que en América Latina fue borrada con el genocidio amerindio.

No necesitamos saber la magnitud cuantitativa de ganancias que extraía el comercio a la agricultura, o los terratenientes a los campesinos, ni tampoco necesitamos recorrer el 100% de procesos de trabajo de todas las regiones de un país a través de trabajo de campo y etnográfico, para considerar que tenemos un análisis de la totalidad del modo de producción. Se nos puede reprochar que solo un análisis estadístico de todos los sectores laborales, y de cada región o provincia de un país, constituiría un análisis de modo de producción. Que solo si sabemos cuántos labradores son asalariados y cuantos no, entonces podemos determinar el modo de producción, por ejemplo. Que tenemos que detallar todas las regiones económicas de una nación, y cómo se ubican geográficamente, etc. Por supuesto, la crítica tiene su razón de ser: este análisis heurístico tiene que ver con la debilidad de las estadísticas precapitalistas, y tiene que ver con la ausencia de un análisis estadístico y comparativo que abarque regiones tan amplias como Latinoamérica, Asia y África como conjunto. En cierto modo, nuestra vía de análisis responde a esa debilidad histórica de las ciencias. Pero también el análisis demográfico, y los datos del 100% de los sectores, no necesariamente es analizar el modo de producción por sí mismo. Por más datos de salarios o de regiones diversificadas, por más tipologías de trabajo agrícola o datos de ingresos o ganancias, el análisis bien podría obviar completamente el modo de producción. De hecho, lo más común actualmente es confundir modo de producción con formación socio-económica. Se cree que analizar las distintas formaciones socio-económicas de una sociedad, y agregarlas, es un análisis de modo de producción. En realidad lleva a la vía contraria: lleva al historicismo y una forma abstracta de comprensión del modo de producción: el concepto mismo de formaciones socio-económicas es ambiguo, ya que se dice que un modo de producción está constituido por una multiplicidad de formaciones socio-económicas, teniendo a alguna de ellas como dominante. Esto lleva no a un análisis de la producción y la reproducción de la totalidad, sino un análisis sectorial y casuístico. 

Es como si los valores numéricos de las variables, tuvieran una relación entre sí, pero no de correlación ni de conmensurabilidad. Por ejemplo: un número mayor o menos de margen comercial e integración, señalan indirectamente grados de concentración y centralización, lo cual nos ayuda a conectar el capital agrícola y el comercial con los sectores industriales o financieros. Entre menor margen, mayor concentración y centralización: las dispersiones de precios espaciales conectan muchos o pocos puntos, pero están relacionados con los mismos capitales, y por lo tanto, implican un mayor capital bancario en términos de concentración y centralización, lo que implica también un mayor poder con relación a la industria y la finanza. Un margen mayor implica más mediadores que toman una tajada en el intercambio, y por lo tanto, en la sociedad hay menor concentración y centralización de capital comercial y financiero, etc. Una región como Asia tiene mejor integración que América Latina, pero los nodos de puntos o focos de comercio están más conectados a los mismos capitales concentrados y centralizados, y la sobreabundancia de puntos o centros de comercio de Asia sobre América Latina, se diluye en un aumento del margen, lo que implica grados más amplios y múltiples de concentración y centralización de capital, y por lo tanto, grados más amplios y múltiples de poder y capital bancario y financiero. Eso implica una subsunción formal y real también en grados, y por lo tanto, una capacidad de aumento de plusvalías relativas o absolutas en la agricultura, en el comercio mismo, y debido a la ausencia de industria propiamente dicha en el "Tercer Mundo", también de la mediación o relación de putting out que tiene el capital comercial con la industria y demás sectores. Por lo tanto, no tiene sentido comparar los datos numéricos en términos de correlaciones,  coeficientes, o analizar sus oscilaciones o desvíos standard, ni mucho menos construir un modelo, ya que aunque las magnitudes y valores no sean conmensurables o no tengan la misma escala invariante, sus valores y los cambios en sus magnitudes, sí repercuten o señalan de modo directo o indirecto, las características cuantitativas de las otras variables. De hecho, ni siquiera es posible: sería como juntar observaciones y valores de márgenes comerciales, y correlacionarlos con magnitudes de capital bancario. Y si tuviéramos una unidad de medida común, tampoco se podría: no habría correlación entre el mondo monetario del margen de ganancia, y el monto monetario de capital bancario y activos financieros. ¿Porqué? Porque entre el precio de productor y el de consumo, no está la tasa de ganancia, sino una proporción entre precios: no se puede convertir el margen comercial en monto monetario de ganancia, porque es un valor porcentual que equivale a magnitudes de precios unitarios. 10% de margen comercial equivalente en expresión monetaria de valor-agregado comercial en términos corrientes o constantes, como se desee, no sería igual al equivalente en dinero del margen comercial, sino un disparate. Y además, no podemos esperar que ni el margen comercial, ni su equivalente en monto monetario, equivalga a ningún monto monetario del capital bancario o financiero tampoco, aún si los obtuviéramos. El margen aumenta o baja, y eso aumenta o baja los grados de concentración y centralización de capital y riqueza, pero la concentración incluye la masa de capitales productivos, y la centralización el control a través de la apropiación de acciones. Veríamos aumentar y bajar un porcentaje de unos precios, con respecto al aumento o reducción de la masa de acumulación y el control de acciones, y por lo tanto, de riqueza y ganancia por dividendos. Pero el capital bancario correspondiente al capital comercial, no crece o desciende de acuerdo al margen comercial, sino de acuerdo a la composición de capital (constante y variable) de los procesos productivos del comercio, no a través de la oscilación del margen comercial. Además oscilaría así su tasa de ganancia, no su masa. De ahí que el margen comercial lo que mide es los grados a través de los cuales aparece o no un punto intermediario que saca ganancia privada por su participación en la circulación de esa mercancía, y por lo tanto, entre menos margen las ganancias de esos nodos van hacia un mismo capital, y entre más margen hay más nodos intermedios que se apropian de ganancia fragmentando la concentración y la centralización de la ganancia, sin que esto se vea reflejado en los montos monetarios sectoriales o de ramas. Incluso magnitudes de ganancia y plusvalor comercial comparadas con la ganancia y plusvalor agrícola o industrial, etc, con cuentas privadas de las empresas completas, etc, no nos dan información ni arrojan ninguna luz sobre esta relación que sí recalca y resalta nuestro uso de las variables: la relación y diferencia entre el carácter mediador o de putting out, y su relación con la subsunción formal y real. Es decir, no una relación entre valores numéricos, sino una relación substantiva (Polanyi). Los puntos de intermediarios entre márgenes comerciales de precios, y los puntos de intermediarios entre márgenes comerciales espaciales de precios, sumados al radio minifundio-latifundio, todas son un conjunto de variables que no tienen comensurabildiad ni una escala invariante que les permite tan siquiera entrar en un tipo de análisis formalista. Pero si hay menos margen comercial y un radio minufundio-latifundio alto, esto significa que aumenta la subsunción real del capital comercial a lo interno como sector y hacia afuera con relación al agro y la producción industrial. Hay menos venta de excedentes y más renta diferencial y plusvalías relativas. Por el otro lado, si hay más margen y un radio bajo, hay más subsunción formal que real, y la relación entre comercio de excedentes y extracción de renta diferencial, cambia. Del mismo modo, en el primer escenario la renta diferencial se mezcla más con renta absoluta y renta diferencial II (la renta propiamente dicha), mientras que en el segundo escenario la renta diferencial no se mezcla tanto con la renta absoluta y la plusvalía absoluta, pero sí con la renta diferencial (aunque más la I que la II): los campesinos son arrendatarios (pagan renta), pero perciben la ganancia agrícola de su propiedad, y dicha renta consiste en la renta diferencial del comerciante, además de la ganancia comercial de comerciar los excedentes de plusproducto. O los campesinos perciben la ganancia, sin pagar la renta diferencial II. En el primer caso, más subsunción real que formal, y en el segundo caso, más subsunción formal que real. Pero también al revés: los primeros tienen que pagar una renta, lo que quiere decir que son en parte obreros quasi-arrendatarios o quasi-aparceros. Los segundos son propietarios, por lo que sacan una renta diferencial propia como ganancia agrícola, solo venden excedentes. Eso quiere decir que la multiplicación de intermediarios no solo aumenta el margen comercial y aumenta las partes en las que se tiene que dividir la ganancia comercial (fragmentando), sino que reduce la renta diferencial II: la renta diferencial del primer escenario, sería más cercana a la renta diferencial I, mientras que la renta diferencial del segundo escenario más cercana a la dos. En este sentido, entonces, la subsunción formal tiene más peso que la subsunción real, ya que se monetiza menos la economía, se frena la concentración y la centralización, y es más probable que hayan formas no-asalariadas de trabajo agrícola. Esto explica el alto porcentaje de agricultura por contrato en África y Asia en comparación con América Latina, y explica la cantidad mayor de arrendamientos en América Latina, comparado con la aparcería africana o asiática. También explica porqué América Latina tiene un valor-agregado agrícola más alto que Oriente Medio, pero Oriente Medio tiene mayor productividad agrícola, o porqué la integración asiática es mejor a la latinoamericana, pero no la concentración y centralización de ese capital. Estas relaciones substantivas no pueden establecerse a través de ningún método que no sea histórico y cualitativo.

Por último, aplicamos el método comparativo, tanto entre los objetos de estudio (las regiones de Latinoamérica, Asia y África), como entre las variables que usamos para analizar esos objetos de estudio. Una aplicación del método comparativo que no solo busca diferencias, sino también aspectos comunes, y que por lo tanto, no es tampoco una agregación cualquiera, sino una agregación en el sentido de la totalidad formada por producción y reproducción, o por la acumulación macroeconómica de la totalidad de sectores en movimiento. No es una agregación extensiva de la totalidad de las variables económicas o demográficas (un informe oficial e institucional puede cubrir la totalidad del país, por ejemplo el proyecto Estado de la Nación de Costa Rica, y no ser un análisis del modo de producción capitalista en lo más mínimo. Lo que se necesita no es simplemente agregar (historicistamente), sino el aspecto sincrónico de esa agregación. Por razones hegelianas, creo que el modelo hegeliano de forma y contenido socio-histórico es el que mejor explica la interrelación entre producción y reproducción/circulación: la división entre nuestros intercambios individuales e inmediatos micro, y nuestras relaciones colectivas y sociales macro: este modelo es tan dual precisamente por su carácter sincrónico, y por describir un movimiento de retroalimentación recíproco entre producción (contenido) y circulación (forma), que realmente tiene una temporalidad vertical o transversal, y no diacrónica ni lineal-histórica. Pero lo hace sin caer en la tesis estructural. Esta retroalimentación entre producción y circulación, al ser sincrónica, no quiere decir que sea permanente y fija como un sustrato de permanencia inmóvil, o como las 'formas de sustancia' a diferencia de las 'formas accidentales', que dividirían producción y circulación en un modo erróneo. La retroalimentación misma de producción y circulación, o de los intercambios mercantiles individuales y cotidianos en las relaciones entre individuos con respecto a la producción colectiva y la organización colectiva del trabajo, o entre sustancia y forma-valor, cambia ella misma, de modo espontáneo y luego necesario (recordemos que en Marx toda necesidad histórica se forma a través de la espontaneidad, que después va esparciéndose in crescendo, y se convierte en una nueva necesidad -tal y como en su tesis doctoral dice que lo necesario solo se puede determinar a través de lo posible-). En este sentido específico, la totalidad es más que un agregado y es más que historicismo, pero eso no lo vuelve una estructura ni un modelo lógico-ideal: la vuelve un aspecto cualitativamente diferente del agregado mismo, algo más que simplemente una suma de partes, y que tiene que ver además con la historia a diferencia de la naturaleza: la entropía de los fenómenos histórico-sociales siendo más alta y cualitativamente distintiva, del mismo modo que un materialismo no solo mecánico, sino de movimientos y dinámicas ajenos a la mecánica. Además de la mezcla entre causas proximales y distales. La totalidad es más que un agregado porque es un movimiento mucho más complejo: no se puede pensar en 'agregado' como unas partes que se unen en un todo, sino como unas partes móviles que se unen en un todo también móvil.

Aún así, nosotros mismos afirmamos que no deseamos limitarnos a este método heurístico que nos vimos en necesidad de aplicar, sino que desearíamos trabajos comparativos internacionales y mundiales que abarquen el mercado mundial como un todo de un modo conmensurable. La conmensurabilidad que encontramos nosotros fue las dispersiones de precios: con ellas podíamos analizar el margen comercial (la tasa de ganancia agrícola y comercial), y la integración (qué tantos mediadores o puntos de intermediarios existen en la economía desde el ámbito agrícola y comercial). Con esto podíamos atravesar análisis comparativos internacionales divergentes, y ponerlos dentro de un marco comparable, medible y analizable. Y como ya dijimos, así analizar la subsunción formal y real, y a través de esta, la existencia de plusvalías absolutas o relativas, o de renta absoluta y diferencial. Esperamos que sirva de puente para futuros aportes metodológicos científicos y marxistas, ya que nosotros mismos esperamos la superación de esta vía de investigación propuesta hasta aquí.

 

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Consideramos que esta es una discusión de método dialéctico. En lugar de la discusión filosófica de la dualidad mente-cuerpo, que no sirve a ningún propósito científico ni de entendimiento ni de dialéctica, consideramos que las discusiones de método científico contenidas aquí son dialécticas, o cuando menos, que expresan ellas una dialéctica que es objetiva, en lugar de selectiva o “aplicacionista”. Creemos además que con tanto que se escribe acerca de método dialéctico, que consiste en una de las primeras discusiones de método dialéctico y marxista científico que conozca en general. Ni siquiera considero que sean cuestiones de método económico o de la disciplina científica de la economía o la economía política, sino que son cuestiones de método dialéctico-marxista de cabo a rabo. Consideramos que una cosa es analizar El Capital y el trabajo de Marx, y otra cosa es analizar la realidad concreta a través de las herramientas de análisis de El Capital y el trabajo de Marx. Tenemos toda la intención de que el texto sirva para compartir y plantear vías de investigación realmente metodológica, no como las discusiones de dualidad mente-cuerpo filosóficas que se hacen pasar por “discusiones de método dialéctico”. El deductivismo ni siquiera es un método realmente, es la ausencia de método.

Como verán, esta propuesta es una aplicación de la dialéctica de lo concreto-abstracto-concreto fundamentado en la diferencia específica o esencial: una multiplicación de determinaciones particulares que forman un todo múltiple y, además, móvil en vez de mecanicista. También comparte el ser un método de investigación que realiza determinaciones conceptuales, y no simplemente empíricas, con la participación de la idea y el entendimiento, pero siempre apegada a la materia de su objeto. Es un análisis de síntesis y etnológico más que etnográfico. Es decir, no es una especie de pragmatismo técnico aplicado, sino todo lo contrario: un método de síntesis del acervo de una serie de variables que, no simplemente son agregadas y listo, sino que pasan de sus ámbitos generales y abstractos, a la multiplicación de determinaciones que permiten pasar a su carácter concreto. No es un proceso inferencial o semántico. Es un proceso de análisis formal, es decir, material y cósico. No se deduce nada de los datos o de los eventos históricos investigados, sino que se sintetiza o concluye una síntesis con una serie de determinaciones conceptuales, a partir de la revisión del dato cuantitativo económico o el evento o proceso factual historiográfico, etc. Esto lo vuelve aún más conceptual y analítico que empírico, pero insisto, sin que el concepto o la idea se separe nunca de la materia de su objeto.

Si la ciencia es poco dialéctica en la actualidad (cosa con lo cual concuerdo), es necesario aún más acercarse a los métodos científicos, precisamente para reivindicar su carácter dialéctico. La diferencia entre mecanicismo y dialéctica, es que cada nuevo hallazgo o implementación del método científico, contradice o cuestiona a lo que considerábamos como verdadero, o si no lo contradice ni cuestiona, al menos lo complejiza y profundiza. Esto además no para el interés neófito del conocimiento y entendimiento masturbatorio, sino para la transformación de la realidad. La ciencia cada vez retrocede más en esto, precisamente por olvidar su aspecto inductivo, y la expansión de formalismos y coherentismos deductivos en vez de inductivos. La ciencia no es consciente de su carácter dialéctico, pero su carácter dialéctico está presente ya mismo en sus elaboraciones, y se tiene que construir con sus elaboraciones existentes, so pena de construir una dialéctica frígida y paralizada. En los hallazgos y elaboraciones de la ciencia está en potencia la unidad de todas las ciencias, y está en potencia la elaboración de su carácter dialéctico. Es más, incluso hay tendencias (no absolutas) ya existentes en las ciencias que se inclinan hacia la dialéctica o hacia la unión de las ciencias o hacia Hegel, así como hay tendencias contrarias y que la alejan de ello. Es sobre la base de esas tendencias que se hace la dialéctica. En este caso, en lugar del análisis estacionario de la vida de Marx y del libro de El Capital en el siglo XIX, por eso planteamos el análisis de Marx y El Capital, pero para la puesta en actividad de la comprensión del mundo real y concreto. En lugar de pensar sobre pensar, y no pensar sobre cosas o sobre realidades; y en lugar de analizar lo que piensan o no piensan los científicos (si son de tal tendencia o tal otra), cuando deberían de pensar sobre los objetos de análisis de los científicos, que los mismos científicos o el establishment científico no logra percibir o no determina, proponemos pasar a determinar conceptos sobre el movimiento de cosas reales.

 

 

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