Puntos


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La economía no es una máquina objetiva, es un objeto de amor. Quiero decir: es un objeto humano, una naturaleza humanizada, nunca un objeto independiente de los sujetos, etc.

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Alejémonos de las ortodoxias: la ley del valor de Marx es más avanzada que muchas corrientes nuevas de economía que repiten (básicamente son refritos de) errores de los economistas clásicos, volviéndolas más decimonónicas que la teoría del valor de Marx, y volviendo a este último (en términos históricos) más heterodoxo que cualquiera de todas estas escuelas (hoy por hoy hegemónicas).

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Usar un modelo input-output o la oferta y la demanda no tiene porqué ser ningún problema: lo que queremos es utilizar las herramientas de la economía (no solo la marxista) para solucionar problemas completamente únicos de la situación que estamos pasando. No caer en los problemas viejos, no darnos cuenta de que en busca de algo nuevo reprodujimos el error de Ricardo o el de Smith (¡o el de Marx!), sino aunque sea tropezarnos, pero con piedras nuevas.

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La ley del valor no es una eflorescencia de la cual nacen todos los demás procesos (monocausalismo), sino un complejo de tendencias y contratendencias, ni siquiera duales/polares (como en la dialéctica de Engels), sino múltiples.

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La ley del valor desarrolla su propia contradicción o inconsistencia lógico-formal (no una inconsistencia dialéctica, algo que no tiene mucho sentido), su propia abolición e insignificancia. Frente a nuestros ojos se abre la posibilidad (no-utópica, sino presente, ya) de una nueva ley de acumulación (sea del tipo que sea), y más modestamente, una nueva situación. El capitalismo puede que dure siglos, o no dure nada, pero no se va a quedar siendo el mismo.

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