Sobre cesarismo y pseudo-bonapartismos

 

Es evidente que si la vía prusiana es dominante alrededor del mundo, el concepto de bonapartismo fue pervertido por el trotskismo. El bonapartismo mismo del siglo XIX no sería más lo mismo que Gramsci llama cesarismo: es decir, no un recrudecimiento de la supuesta “dictadura” de la democracia, sino la posibilidad de adaptación histórica y móvil (a pesar de Anderson y Callinicos) del capitalismo mismo. Esto es eliminado de las filas del trotskismo del mismo modo que el texto de Félix Morrow (específicamente éste), que argumentaba, ya en sus últimos años, no un recrudecimiento de las “guerras y revoluciones” del trotskismo y demás miembros de la 4 internacional, sino la adaptación continua y el suavizar de las contradicciones que el ultra-izquierdismo más bien intentaba provocar sin éxito, y que provocó sin éxito durante todo el siglo XX. El siglo XX mismo, en concreto, material y empíricamente, demostró que el capitalismo no estaba en ningún colapso permanente, sino que se adaptaba democráticamente, tal y como Morrow. Y tal y como él, lo desarrollado por Hobsbawm acerca del acrecentamiento de las democracias, así como la continua y progresiva independencia de las naciones del “Tercer Mundo” a partir de 1960 (gracias al evento chino, pero también gracias a las ondas de choque del final de la Segunda Guerra Mundial). Es entonces claro a todas luces de cualquiera con lucidez, que el experimento ruso, influenciado más por Kautsky, era tan imposible como el de Pannekoek y la ultraizquierda ácrata (España): el capitalismo y el mercado se adapta de tal modo, que la vía histórica de cambio de modo de producción y de superación de contradicciones del capital, no pasaba por la destrucción del mercado, no pasaba por ningún tipo de filisteo crescendo, climax y explosión utópica como telos o final, filisteísmo especialmente agudo en las filas de la historiografía de izquierda (con excepción de los primeros historiadores de la Revolución Francesa, o incluso, porqué no, de la transición entre feudalismo y capitalismo, etc), pero que a la hora de aplicar ese conocimiento a la realidad, subvertían el conocimiento científico de las realidades económicas, y de las correlaciones de fuerzas, con una salida fácil que buscaba simplemente el autojustificar su ultraizquierdismo.

De este modo, la vía propuesta por Morrow fue forcluida por parte de la 4 internacional. Morrow se retiró voluntariamente de la luz pública y la política. Mattick también. Lo mismo se podría decir de Mandel durante los 80’s y 90’s. Este fracaso se debió no solo a no poder enfrentar el hecho de que las revoluciones fracasaban en sus fines utópicos desde Rusia misma hasta Irán y Nicaragua a finales del siglo XX. Lo que el marxismo y la ultraizquierda obstruyeron trágicamente (Maximilien Rubel) del trabajo de Marx, fue la vía inglesa y el aufhebaung de una superación contenida en sí misma del modo de producción, y especialmente del mercado mismo por parte del propio Marx: pervirtieron la posibilidad de que el desarrollo de la vía prusiana como mayoritaria en la inexistente teoría del mercado mundial, fuera coincidente entonces con la vía inglesa, claramente: la vía no-revolucionaria, a todas luces, es la vía pacífica e inglesa del mismo Marx, y que todo el marxismo guerrerista y ultraizquierdista, reprodujo a lo largo del siglo XX fracaso tras fracaso (incluyendo el fracaso de la Unión Soviético, pero no el fracaso de las órbitas China, vietnamita y Cubana, por ejemplo: especialmente la cubana, que sería un mercado interno prodigioso al mismo nivel que Vietnam y China lo son para el este de Asia, y que ha sido un derroche de oportunidades perdidas en Occidente y en Estados Unidos mismo; si no hubiera bloqueo y el mercado interno cubano afluyera de inversión extranjera directa de cualquier parte del mundo, incluso multinacional, serviría de hub precisamente para el desarrollo de esta vía inglesa, y del desarrollo de los intereses del mercado multinacional mismo -recordemos que fue Lenin en el año de 1924 quien finiquitó la inversión extranjera directa y multinacional en la Unión Soviética para esa misma década, incluyendo 12 multinacionales diferentes, incluida la Ford). Asimismo, entonces, el marxismo fijó (mucho antes que el Stalinismo mismo, y no por responsabilidad de Stalin), la posibilidad de vías alternas al desarrollo o transición deun nuevo modo de producción, y los fijó en contra de la posibilidad de un contener sobre sí y en sí mismo del sistema capitalista, de elementos que pudieran servir ya frente a nuestros ojos, incluido el mercado mismo como forma-valor, para la eliminación no solo de esas contradicciones, sino para el paso completo a un nuevo modo de producción.

Solo los capitalistas de estado forcluirían esta posibilidad. Quienes la consideran como posible y necesaria, son los socialistas de mercado. Esta es la explicación argumentada y desarrollada de nuestro anterior despedida (sic). Es evidente que la forclusión del mercado, es dañina no solo a los intereses socialistas, sino a los intereses de un desarrollo inglés y farmer-prusiano de los mercados internos y la acumulación originaria de las naciones. De lo contrario de forcluiría a Morrow mismo, y su batalla contra la 4 internacional, y su desastroso siglo XX.

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