Boceto de historia del movimiento de los pueblos costarricense e internacional de los últimos 30 años



Después de la crisis del 95 se crearon las condiciones para que madurara el Combo del ICE. En este lapso, lo que existe coyunturalmente, es la salida del modelo agrario desde inicios de los 80’s; la revolución de los supermercados de los años 90’s, donde Costa Rica es uno de los ejemplos más notorios de Reardon; el aumento del componente industrial en la apertura comercial y exportaciones durante los 90’s; la urbanización del campo, y luego la industrialización de Costa Rica en la actualidad. El movimiento vivo de la totalidad de las clases, tanto populares como empresariales, tiene frente a sí no la maduración de un conflicto de clases o de transformación violenta del sistema capitalista, sino la maduración de la vía prusiana en la mayoría del mercado mundial, incluido el “Tercer Mundista”, y la vía inglesa misma para la transformación del capitalismo en algún modo de mercado, que sin eliminar las diferencias de clase, logre la prosperidad (la Renta Básica Universal), como norte para todos los países débiles como Costa Rica.

En este período, se da el Combo del 2000, Harken 2001, Sardinal de 2008 y MRN del 2019/20 como los únicos hitos en los que el movimiento popular ha logrado rescatar a la misma clase empresarial tica, de sus propias contrareformas. Es decir, tal y como en 1892 o 95(X) el campesinado y la iglesia lograron la consolidación de las reformas liberales de Tomás Guardia mismo, el movimiento obrero no significa en nada una amenaza comunista ni anarquista en lo más mínimosino una súplica de la pobreza por no avanzar en contrareformas que dañen incluso al empresariado mismo; ¿porqué no comunista ni anarquista? Este es el mismo período post-muro de Berlín, donde los sindicatos pasan gradualmente a convertirse en miembros de juntas directivas de empresas públicas, reforzando la flexibilidad laboral desde ellas como única opción que les queda para su supervivencia como sindicatos, y es el mismo período de derechización de la consciencia con algunas excepciones espontáneas: el movimiento anti-globalización, las trágicas primaveras de color, los indignados, Occupy Wall Street, la Primavera Árabe y el movimiento de mujeres por consignas como vivienda, salud y demás, hasta por último, claramente, el movimiento contra la guerra y la violencia en Palestina e Israel. Todo este proceso ha sido el de la gradual desaparición de la izquierda ortodoxa, es decir, la derechización, y la soledad misma de los obreros frente a organizaciones sindicales inclusive (tanto los Chalecos Amarillos, como los africanos, como los haitianos). El movimiento obrero organizado en partidos ortodoxos comunistas o anarquistas, debe consistir en apenas 0,01% de la población de cada una de sus sociedades. Esto los ha obligado históricamente a ser movimiento de círculos, y no etapa de movimiento (al menos siempre espontáneamente). Los ha obligado a tácticas de minorías activas, reprobadas por los mismos cuadros del siglo XIX, ya hace más de dos siglos, pero revividas hoy en día por la desesperación de la pobreza y la exclusión.

El movimiento costarricense posterior al Combo del ICE del 2000 tenía músculo solo dentro del movimiento estudiantil, en el sentido de poder lanzar convocatorias y garantizar su organización. Esto fue desapareciendo con el triunfo de las tendencias sectarias y ortodoxas, así como con la expulsión o la huida de las mayorías de asambleas, coordinadoras, y demás, que se acercaban tan siquiera a este fenómeno social. Luego del desmembramiento de esa generación, lo que era la posibilidad de un movimiento planificado y organizado, es destruida por la táctica-proceso espontaneísta y seguidista además de ultraizquierdista (anti-empresarial), donde la izquierda pasa de ver al movimiento popular mismo, como un movimiento histórico de clamor de necesidades y derechos, que sirve de expresión incluso para la clase empresarial y sus administraciones, y pasa a ser considerado en una especie de sector explotable para ganancias políticas. Es el avance del sectarismo y la ortodoxia, de la mano del proceso internacional o cosmopolita de reducción de los partidos comunistas y anarquistas que mencionábamos antes, y su reclusión, abandonando a sí misma a la clase trabajadora, y abandonando la posibilidad misma de que este movimiento de modo estable, dialogado e institucional, lleve a buen término coyunturas espinosas, que no debieron serlo necesaria o axiomáticamente, sino que pudieron llegar a buen término. Por ejemplo: el TLC del 2006 entre Centroamérica y Estados Unidos. El movimiento de izquierda dividió las coordinadoras de comités patrióticos, en lucha contra el reformismo. No luchaban contra las contrareformas que ni los empresarios deberían querer a la hora de escuchar el clamor del pueblo, no: luchaban contra la posibilidad misma de derrotar el TLC. Esta división no tiene sentido en ningún tipo de correlación de fuerzas: paso número uno de la política de masas de derecha o izquierda: no dividirse, no filtrar sus simpatizantes, no filtrar hacia afuera su apoyo y neutralizarse, sino crecer en números y fuerza.

Luego de que las coordinadoras pasaran a ser dos, fue claro que no iba a haber victoria para el No al TLC. Era evidente que una división así de severa, deseada tanto por reformistas como por ácratas, no tenía sentido organizativo alguno en términos de correlación de fuerzas. Propusimos un desplegable con la totalidad de las tendencias, desde las oficiales hasta las ácratas, y propusimos hasta la saciedad la necesidad de no dejar dividir nuestro punto débil: la coordinadora contra el TLC. Pero esto no fue lo que resultó victorioso. Es ahí donde se decidió el destino del referéndum del TLC. Ahora solo quedaba advertir de la posibilidad de un subterfugio, o cuando menos, de una derrota. Nos habríamos ahorrado un conflicto estresante, no solo sin referendo, sino sin la necesidad de la división, y sin la necesidad de la movilización que no fuera para la información en conjunción con la institucionalidad. ¿Porqué? Porque no hay golpe más certero para quien sea que se quiera meter con Costa Rica, aún en términos antineocoloniales y de autonomía de los pueblos y liberación nacional, que fortalecer la unidad y la estructura política del país en paz y con estabilidad. ¿Qué habría significado para el TLC? El recuento completo. La derrota o el triunfo. Los comités patrióticos intactos en lugar de divididos y depredados por los partidos. Es decir: la creación de una etapa de movimiento, y no su involución hacia protestas espontáneas que no tienen orientación alguna.

Posteriormente el movimiento de izquierda se recluye más aún. Habían dos tendencias elementales en las organizaciones: la ortodoxa (o sin compromisos, purista, principista en el sentido de que cierto límite es innegociable) y la heterodoxa (no revisionista, ni diletante, ni relativista, sino realmente heterodoxa: incluso metódicamente heterodoxa, con principios pero sí claudicables y negociables, es decir, comprometidos. Unos principios que no se pueden comprometer, no son principios: son fundamentalismo). La búsqueda de la unidad de acción, la formación de una etapa de movimiento, el anti-sectarismo y la anti-burocracia anti-economicista (es decir, antiseguidista, antiespontánea, antitáctica-proceso, etc). La otra tendencia (que resultó triunfante) era más bien la destrucción de cualquier unidad de acción, la fragmentación, el entrismo, el sectarismo y la burocracia economicista (seguidista, espontánea, sin táctica-plan, solamente el seguidismo espontáneo de los procesos políticos). Esta última en verdad que es triunfante. Su triunfo es el retroceso del movimiento popular mismo, y las victorias desde Harken, pasando por Sardinal, y llegando al MRN, pasan a pesar suyo. Ésta tendencia no busca la formación de un movimiento, ni tampoco la formación de un partido ni su fortalecimiento, sino que busca simplemente esperar que las condiciones objetivas destruyan las conquistas del movimiento obrero, que esto por arte de magia vuelva radicales a las personas por el hambre y la miseria, y de algún modo de minoría activa, simplemente aparecer espontánea, seguidista y economicistamente, por la independencia de clase, y según ellos, con un apoyo popular y de masas que no tienen, precisamente, por ser una ultraminoría activa que todos y todas desconocemos tan siquiera su existencia. Mientras la ortodoxia cree en “situaciones revolucionarias” y en que el problema más importante es “la dirección”, la heterodoxia por el otro lado cree que el problema más importante de esta época es el sectarismo y la ortodoxia misma, por los cambios en las relaciones sociológicas desde el ¿Qué hacer? de Lenin. ¿Qué sucede con el empresariado? El empresariado triunfa, supuestamente, por derrotar a los sectores populares. En verdad que la riqueza aumenta, gracias al retroceso de los victoriosos “dirigentes” del movimiento marxista y anarquista. Casi se podría decir: la relación inversa y exacta entre el triunfo de los dirigentes marxistas, está en las arcas de la riqueza y la ganancia empresarial de la totalidad del empresariado de Costa Rica. Pero lo que triunfa realmente es el olvido de que los movimientos populares son el termómetro mismo del empresariado, para detener contrareformas, y apoyar reformas positivas. La izquierda pasa a no poder ni siquiera hablarse entre sí, después de poder garantizar movilizaciones, pasa a no poder movilizar ni una sola persona, y de la etapa de movimiento a la etapa de círculos, en involución. En el resto del mundo lo mismo, excepto los movimientos alejados de la izquierda ortodoxa: solo triunfa Indignados, Occupy, Women’s March, Primavera Árabe, etc, casi que en relación inversa al apoyo tardío de las CGT internacionales (como pasó con los chalecos amarillos). El empresariado del mundo no ve que su riqueza no proviene de quitársela al pobre, sino que la pobreza del pobre (Henry Ford) implica una depresión de su riqueza.

Un ejemplo de esa debilidad, son las tomas del 2011 en el sistema universitario de Costa Rica y el mundo. Fue un movimiento idéntico al del 68, pero que además de ser tapado por los medios, sufrió de una característica completamente distinta al 68: el sectarismo. Las tomas empezaron para mí espontáneamente, pero existió un acuerdo entre sindicatos y organizaciones, de modo coordinado, para realizar una toma en defensa del presupuesto universitario. El problema es que ese acuerdo jamás tomó en consideración las condiciones que llevaron a un movimiento verdaderamente nacional e internacional (al menos en el sentido de la movilización, cosa que no promuevo necesariamente actualmente, a pesar de su defensa, con la inteción no solo de no ser esquirol nunca, sino de que este mismo ejemplo histórico sirva de modelo sobre qué no hacer). El acuerdo fue tomar rectoría y la antigua facultad de ciencias sociales. Los estudiantes fueron motivados a tomarse sus lugares de estudio. Pero a la hora de la hora, no existió coordinación alguna, y se dividió entre una coordinación anarquista, una marxista y otra reformista. Lo que optaron todas las direcciones fueron en detener el movimiento debido al aislamiento de los medios y la policía. El error táctico además del sectarismo entre la coordinación, fue el filtrar a los simpatizantes una vez logradas las tomas. Es decir: se llamó al estudiantado a tomarse sus facilidades, y esto provocó un efecto en cadena simultáneo en el planeta. Pero una vez dado esto, se cancelaron las lecciones, y el movimiento quedó aislado. Evidentemente, lo que había que hacer, era no sostener las tomas, sino pasar del fisicalismo al trabajo político: que las facilidades tomadas y en vísperas de ser clausuradas y cerradas sus facilidades, más bien se convirtieran en posiciones desde donde las cuales se brindara información, y subsumir o acercar a los interesados, en lugar de filtrarlos. La idea de esto es que sirva de experiencia científica para saber qué no hacer, especialmente no tomas ni bloqueos, sino la prioridad de la coordinación para la información. Ninguna de las tres tendencias optó por salir a informar. Detrás del mantra de que desaparecería la izquierda, y de que se debían pelear entre sí (anarquistas versus marxistas versus reformistas), con excepción del reformismo, que también asumía que el movimiento era equivocado a pesar del apoyo incluso internacional, el movimiento mismo se paralizó, y se aisló.

Es decir, el movimiento obrero no puede seguir tácticas-proceso, sino tácticas-plan pacíficas y para hacer oír a su empresariado, que son una expresión de una necesidad en contra de contrareformas, que a la sociedad misma no le sirven de provecho. Significa que los documentos internos de las organizaciones políticas de izquierda, deberían ser completamente públicos, en lugar de un periódico que es evidentemente una simple fachada. Y lo mismo para la derecha. El movimiento de todas las clases, debe ir en consonancia con el que los documentos internos de la izquierda, no los de seguridad, sino sus caracterizaciones y desarrollos, sean los comunicables a la totalidad de sus miembros, en paz y a través de estructuras informativas y artístico-culturales a través de los parques mismos de la totalidad de las naciones, y no a través de la conflictividad, deseada como excusa, precisamente, por quienes desean aplastarlos como expresión de súplica por el detenimiento de contrareformas, y el avance solamente de reformas, aunque sean moderadas, pero en avance. Si los partidos de izquierda simplemente difundieran a la totalidad de sus simpatizantes sus documentos internos, tendrían ya de facto una estructura centralizada. Pero no lo desean, no lo desearon, y ya nos han atrasado lo suficiente.

Por supuesto que de todas las coyunturas, la más importante es la marea rosa. ¿Porqué? Porque Costa Rica evidentemente pasó por el mismo exacto proceso de la marea rosa, pero sin su victoria. Ahora, esto no quiere decir algo necesariamente bueno ni malo. Lo que significa es que la marea rosa tampoco hubiera deseado tener que arrancarle el poder a los golpistas ecuatorianos, bolivianos, argentinos, y demás. Simplemente se vieron forzados a ello por sus necesidades. Es evidente que el Combo tico es el Caracazo venezolano, o el argentinazo, o los golpes ecuatorianos, etc. Pero la gran diferencia, es la derrota del movimiento popular en Costa Rica, y la victoria allá. Esto quiere decir que tiene que haber una forma de expresión del movimiento popular, que no sea castigada por el empresariado, y que el empresariado sepa ver en ella, la expresión de esa necesidad de detener contrareformas. Es probable que incluso la marea rosa, esté incluso de acuerdo en que Costa Rica habría pasado por un desastre, de haber asumido las mismas tácticas de Suramérica. Esto solo lo pueden responder ellos. La marea rosa no está en contra de la industrialización y el avance, además del detenimiento de contrareformas en el mundo. La marea rosa es la industrilización y el avance. En Costa Rica este proceso se ha aletargado. Unos podrán decir, en pro del chavismo venezolano: vean el ejemplo de Honduras, y su golpe, y cómo hace retroceder con contrareformas al istmo centroamericano. Pero nosotros podemos decir también: de haberse dado una marea rosa centroamericana en Costa Rica, sin la correlación de fuerzas, sin la preparación, sin la organización, sin la táctica específica, etc, sí que pudo haberse convertido en una tragedia incluso para la marea rosa suramericana misma. Esto es algo que estoy seguro no descarta ningún líder sudamericano.

[probable]Nadie quiere otro George Floyd, empezando por el mismo George Floyd y su tragedia, pero además por el desastre de tácticas compartidas por la totalidad de la izquierda ortodoxa, cosa que no se "cura" moviéndose al extremo, sino que se corrige siendo científicos en términos de táctica y estrategia con respecto a la correlación de fuerzas. Hoy por hoy sabemos que toda revolución es un Termidor seguro. Hoy por hoy también sabemos, que las tácticas ácratas de George Floyd, las cuales menosprecian al federalismo, el mutualismo, el sindicalismo mismo de tendencias mucho más sensatas dentro del anarquismo, son fruto solo de derrotas y tragedias, presos y violencia, sin ni un solo ápice de avance de absolutamente nada, ni siquiera el desfinanciamiento de la policía, sino simplemente una derrota total, tal y como en las épocas del siglo XIX, las propias barricadas fueron horrorozas para los propulsores de las barricadas mismas. Que lo diga Haití.

Es en este mismo intervalo, que se culpa más a los de abajo, que a los políticos. Los políticos cargan con una responsabilidad inigualable que no es reconocida por nadie, precisamente por la incapacidad de los políticos, de ver los movimientos populares, como expresiones de un límite con respecto a contrareformas, que ponen en jaque, la autonomía y la liberación nacional de los empresarios mismos. Nos hemos llegado a creer una caricatura de la lucha de clases misma, por encima del dolor y el hambre real de una diferencia de clases brutal. ¿Es necesario el control? No. Es necesario el consenso y la cooptación misma, de las necesidades y el clamor de la que son expresión precisamente esos movimientos. Si se garantizaran las necesidades, nadie quiere correr por las calles. Pero no se trata de avaricia ni de egoísmo del empresariado: se trata de una alternativa no-dual al desarrollo histórico del mercado, incluyendo la posibilidad de la vía inglesa pacífica, para lo cual están más que maduras la totalidad de las condiciones, tanto de coordinación como económicas, desde la renta básica universal hasta la internet. Esto explica las cacerías de brujas morales de una política de identidad convertida en una suerte de corrección moral y victoriana dentro de la era posmoderna. Así como retrocedemos hacia barricadas inútiles e insulsas, retrocedemos hacia moralina y utopismo.[probable]

La clase empresarial y burguesa de Costa Rica, no tiene una crisis de ganancia, sino que tiene el temor de dañar la tasa de explotación, que ha permitido la estabilización o incluso ascenso (después del 2013) de la tasa de ganancia misma (así como su tendencia ascendente desde los 80's: no como línea, sino tendencia, a la hora de inferir alrededor de nuestros números -aquí o aquí-). Se ha visto obligada a recortar los costos de la acumulación, porque entonces ni siquiera existiría el auge mismo que permita responder por las necesidades de la población, y ver en el movimiento del pueblo mismo, una expresión de un clamor urgente de que se necesitan reformas y no contrareformas, precisamente como expresión o síntoma de la salud misma de la fuerza de trabajo de los propio empresarios de la sociedad. Tiene el temor, en primer lugar: de reconocer este hecho (temor que no tiene la actual administración). En segundo lugar: el temor de incurrir en más costos, cuando el límite empírico y formal mismo, para poder tener libertad de elección con respecto a sus costos de acumulación, debería ser el profit squeeze mismo. Es decir, tener la libertad de invertir, de acuerdo a la acumulación óptima exponencial, que es la única que permite siempre réditos positivos y no-pérdidas, sin necesidad de pérdida alguna, y moviéndose entre los rankings de empresas mejor posicionadas o no, debido ya a la simple competencia y emulación. Es decir: sin pérdidas de ganancia de ningún tipo, ni siquiera en contracción o expansión, y que permitirían entonces subir la acumulación (es decir costos), que teniendo como techo el profit squeeze, se volvería indiferente con respecto a cualquier tipo de riesgo, sola y exclusivamente a través de la acumulación óptima exponencial, y siempre que guarde las proporciones de la acumulación óptima. Una vez pasado ese límite, y ajustando modelos auxiliares y demás de acuerdo a éste, incluso el empleo creciente y llegando al pleno empleo, así como la subida de salarios nominales misma, se podría ya medir y prever con seguridad, siempre que no haya profit squeeze, y tendría como resultado: un alza indefinida y solamente creciente de la tasa y masa de ganancia mismas de la totalidad de las empresas.

 



 

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